Los cristianos no estamos huérfanos, tenemos a María como nuestra madre.
Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com
JN 19,26-27. EL DESEO DE UN
MORIBUNDO.
“Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba,
dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.». Luego dice al discípulo: «Ahí
tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su
casa.”
Una de
las cosas más sagradas que existen es el deseo de un moribundo, es un deseo que
se debe cumplir tal como lo pidió la persona que estaba a punto de fallecer.
Pues bien, el último deseo de Jesús lo expresó en esta cita: “Ahí tienes a tu madre”. Y dicho regalo se lo dejó
“al discípulo amado”. Esto nos hace concluir
que el “verdadero discípulo” es aquel que
recibe a María en su casa, así como Jesús deseó.
2. LC 1, 26-28. EL SALUDO “DEL ÁNGEL”.
“Al sexto mes fue enviado por Dios el
ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, .a una virgen desposada
con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era
María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo.»”
Estas palabras las dice el ángel Gabriel, pero recordemos que un ángel es un mensajero de Dios, es decir, lo que hace es transmitir lo que aquella persona emisora le dice que transmita a la receptora; por lo tanto, el saludo es de Dios, no del ángel; es decir, que el primero que la bendijo y el primero que la alabó fue el mismo Dios a través de este mensajero (el ángel): “llena eres de gracia”.
3. LC 1,41. EL SALUDO DE MARÍA
“Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo
el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo”.
El hijo
al que se refiere la cita bíblica es Juan El Bautista. De él se había
anunciado: que iba a ser grande, que anunciaría al mesías y que estaría lleno
del espíritu santo. Pues bien, sucede que este llenarse del espíritu santo se
da cuando María saluda a Isabel. Dice el versículo: el niño saltó de gozo en su
vientre e Isabel quedó llena del Espíritu Santo. La presencia de María y su
saludo les llevan el Espíritu Santo a Isabel y Juan el Bautista (casi lo mismo
sucede con los discípulos en Pentecostés).
4. LC 1,42. EL AVE MARÍA.
“y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu seno;”
¿A qué te suena esta frase? ¡Es el Ave María! La primera que rezó el rosario (que es venerar a María) fue Isabel, y
quién impulsó a bendecir a María fue el Espíritu Santo. Muy bien podemos
afirmar entonces que quien ataca a María, está atacando al Espíritu Santo, pues
fue él, el que movió a Isabel a alabar y a venerar a María por primera vez en
la historia.
Otro
detalle interesante es que la primera alabanza se hace a María (“bendita tú”) y después es al fruto de su vientre
(Jesús). Es el Espíritu Santo el que mueve a Isabel a reconocer la grandeza de
esta mujer. Los que insultan a María, insultan lo que Jesús alabó y lo que el
Espíritu inspiró a Isabel.
5.
LC 1,48. BIENAVENTURADA
“porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso
desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.
“El Magníficat” es uno de los cánticos más
famosos, María lo hace después de su encuentro con su prima Isabel. En el
encontramos como la “biografía” de María, y
una de las palabras claves es la profecía que María hace de sí misma: “desde ahora todas las generaciones me llamarán
bienaventurada”. Cumplir con la palabra de Dios, es llamar a María “bienaventurada”.
…
Por todo
lo dicho anteriormente, no tengamos miedo de alabar a María, de rezar el
rosario, de venerar a María, pues el primero que la alabó fue Dios; después lo
hizo Isabel, después muchos otros… cumpliendo esa profecía de Lc 1, 48.
María fue
uno de los regalos más queridos y especiales de parte de Jesús, uno de sus
últimos deseos. Como diría el papa Francisco: “los
cristianos no estamos huérfanos, tenemos a María como nuestra madre”;
venerarla, alabarla, no es quitarle espacio a Dios, pues al acercarnos a María,
lo único que hace es reconducirnos a Jesús (“hagan
lo que Él les diga”).
No temas
llevarte a María a tu casa, no temas tener a María como tu madre o intercesora.
Ella es uno de los más preciados regalos que nos dejó el mismo Dios.
Artículo originalmente publicado en PadreSam.com
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