Muchos van perdiendo su identidad católica hasta terminar creyendo que ser católico es más un compromiso con las buenas costumbres de la sociedad que con Jesucristo
Por:
Andrés Tapia Arbulú | Fuente: Fe y Familia
DURANTE UNA REUNIÓN SOCIAL,
ME DIJERON QUE SOY UN FANÁTICO.
Francamente, mi primera reacción —casi tentación— hubiera sido de protesta y
enojo. En mi léxico personal, como en el de muchas personas, la palabra “fanático” abarca una serie de conceptos que van
de la gama de lo irracional a la de la violencia.
¿Me había exasperado ante una opinión contraria? No,
había estado de lo más tranquilo. ¿Había gritado o
ridiculizado a alguien? Menos, además de no ser caritativo. ¿Había decidido defender a ultranza a algún político,
equipo de fútbol o propuesto alguna violencia? Nada de eso.
Uds. juzguen:
sencillamente lo que expresé, en diversos momentos de la reunión, fue una serie
de puntos de vista, no muy originales por cierto:
Que el matrimonio es para toda la vida.
Que las relaciones fuera del matrimonio están mal.
Que la vida es sagrada y el aborto es un asesinato aún en caso de violación.
Que la homosexualidad es un desorden moral grave y dista mucho de ser normal.
Como les decía, ideas no muy originales pues todas ellas se encuentran en el
Catecismo de la Iglesia Católica. Consideraciones que la Iglesia y los
católicos han mantenido durante siglos.
Lo curioso es que no me encontraba en una reunión de librepensadores u otro
tipo de aquelarre bohemio. Se encontraban muchos católicos y algunos de más de
una misa de domingo. ¿Qué es lo que había pasado
entonces?
Algo muy sencillo y preocupante: los católicos se van mimetizando con una
sociedad secularizada, la cual va minando sutil pero inexorablemente su fe
hasta amoldarla a una especie de “buenas
costumbres” sociales. Y como la sociedad se encuentra en un desvarío
donde cada uno tiene su opinión, ellos, irresponsablemente, van perdiendo su
identidad católica hasta terminar creyendo que ser católico es más un
compromiso con las “buenas costumbres de la
sociedad” que con el Dios de Jesucristo.
POR ESO YA NO RECONOCEN LO QUE SIGNIFICA SER CATÓLICO.
Por eso cuando expresé mi manera de ver la realidad las reacciones fueron
varias. Algunos apuraron lo que estaban bebiendo. Otro hizo un gesto de
disgusto y una pareja me dijo (ellos sí levantando la voz): “¡eres un fanático!”, con el mismo tono que hubieran
empleado para referirse a que era un grosero o un enfermo sexual.
Los miré un poco sorprendidos y les dije tranquilamente: ¿Fanático?... no, tan sólo católico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario