Joseph Tedeschi es un diácono jubilado y ex oficial que participó en la guerra en Vietnam y asegura que sobrevivió a un fatal accidente gracias a que recibió la Eucaristía.
Un artículo del National Catholic Register recoge
la historia de Joseph Tedeschi, un oficial del ejército de Estados Unidos que
sobrevivió a un fatal accidente en la guerra en Vietnam.
El ex oficial y ahora diácono narró su testimonio en su libro “A Rock in the
Clouds”, donde explica
que sobrevivió al accidente aéreo durante una de sus misiones en la guerra en
Vietnam, gracias a que un día antes recibió la Eucaristía en Misa.
Tedeschi
es un católico que estudió química en la Universidad Estatal de Iowa e ingresó
al ejército en 1957. Nueve años después fue enviado a Vietnam, donde trabajó
como experto en guerra química, y llegó a tener asignaciones en el Pentágono y
a ser director del Centro de Ciencia y Tecnología Extranjeras en
Charlottesville, Virginia.
Luego de su accidente sirvió como coronel hasta 1984, y después, fue
gerente de programa del sistema Counter Battery Radar (COBRA) en Lockheed
Martin hasta 1999. Luego fue ordenado diácono permanente en 2002 y sirvió 20
años en la Parroquia de St. Mary of the Lakes, de la Diócesis de Trenton. Se
jubiló por edad a los 86 años en 2020.
La guerra de Vietnam se libró entre 1955 y 1975 entre el gobierno
comunista de Vietnam del Norte contra el gobierno de Vietnam del Sur,
respaldado principalmente por Estados Unidos.
Los comunistas tuvieron como aliados al Viet Cong, guerrilleros de
Vietnam del Sur, y el apoyo de China y la Unión Soviética.
En Vietnam, Tedeschi reemplazó a un oficial químico de la Primera
División de Caballería Aérea de los Estados Unidos y trabajó con agentes
químicos utilizados durante la guerra, como granadas de humo, gases
lacrimógenos y defoliantes.
Durante su misión se reencontró con el mayor Bob Ray, un compañero de
clase de la universidad que también era católico. Ambos trabajaron como
observadores de una operación del ejército de Vietnam del Sur contra el Viet
Cong, una experiencia que desafió su fe.
“Tenía que ver a todos como creación de Dios. Lo
que vi allí fue en contra de todas mis sensibilidades como cristiano y
católico”, dijo el oficial veterano.
Luego, recibió la orden de regresar a An Khe, donde estaba la base de la
división, para coordinar las próximas operaciones químicas. La noche antes de
su vuelo ninguno durmió, porque el campamento corría el riesgo de ser atacado
con proyectiles. Fue entonces que el capellán de la división se asomó buscando
católicos que asistieran a Misa diaria.
Ambos accedieron y como el capellán no tenía donde ofrecer Misa, su
asistente instaló un altar sobre la cubierta del motor de un carro. “Bob y yo comulgamos”, recordó.
El avión llevó a 31 personas –cuatro tripulantes y 27 pasajeros, de
ellos algunos eran soldados heridos que estaban siendo llevados al hospital. El
vuelo iba bien hasta que al momento de descender para aterrizar, el avión chocó
con la montaña Hon Cong en An Khe.
Tedeschi dijo que solo recuerda escuchar los ruidos del impacto y sentir
que lo “lanzaban hacia adelante y hacia arriba al
mismo tiempo, y luego vino un instante de oscuridad seguido de un silencio
total”, y que al despertar, vio cuerpos tirados a su alrededor.
Según los reportes, 13 personas murieron y los demás fueron rescatados.
Bob resultó herido y Tedeschi quedó con la cadera rota y requirió mucho tiempo
para recuperarse.
Luego, el veterano buscó a los sobrevivientes por 50 años para
reconstruir los hechos y comprender la experiencia que le tocó vivir. Gracias a
Internet logró identificarlos a todos.
Tadeschi dijo que lo que lo motivó a escribir el libro fue “contarle a la gente sobre la Presencia Real” de
Jesús en la Eucaristía, “y cómo realmente siento
que sobreviví a ese accidente gracias a la Comunión que recibí esa mañana de un
altar en el capó de un Jeep. Creo que eso fue lo que marcó la diferencia, que
Bob y yo terminamos en los últimos dos asientos y sobrevivimos”.
“Sé que mi caso puede estar lleno de agujeros. La
gente puede decir: ‘¿qué pasa con todos los demás? ¿Por qué Dios los salvó o no
los salvó?’. No me importa ese argumento. Siento que Bob Ray y yo sobrevivimos
a ese accidente, porque éramos las únicas dos personas que respondieron al
llamado del sacerdote esa mañana y recibimos la Comunión”, señaló.
“Estoy absolutamente convencido de que sobreviví
gracias a la Presencia Real”, subrayó.
El diácono dijo que tras esa experiencia fue sintiendo el llamado de
Dios, pero que decidió seguirlo tardíamente, porque pensaba que no tendría
tiempo.
Hoy Tadeschi anima a los interesados en unirse a la vida religiosa a que
escuchen la voz de Dios y que lo sigan sin dudar. “Él
me llamó y siento no haber contestado antes. Ser diácono ha sido un regalo
maravilloso”, expresó.
POR CYNTHIA PÉREZ | ACI Prensa
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