San Juan Pablo II describió en una ocasión a la Virgen María como “la Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, a cuya protección amorosa Dios mismo ha querido confiarnos, a través de su Sí obediente, la suerte de la humanidad entera”.
Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer, y por ello ACI Prensa
conversó con la hermana Vittorina Marini, profesora de Mariología en Roma y
miembro de la Congregación Hermanas de la Santísima Madre de los Dolores,
acerca de la mujer más importante de la historia: la Virgen
María.
La hermana Vittorina hizo los votos perpetuos en 1990, y desde entonces
ha impartido clases en el ámbito teológico. Estudió en la Universidad
Lateranense de Roma y es licenciada en Cristología y doctorada en Teología
Dogmática.
También ha sido profesora en el Instituto Pontificio Juan Pablo II sobre
el Matrimonio y la Familia y directora de la Sección Italiana del Instituto
Pontificio Regina Mundi, vinculado a la Pontificia Universidad Gregoriana de
Roma.
LA VIRGEN MARÍA,
EJEMPLO PARA LA HUMANIDAD
“María nos enseña cómo es y cómo será la mujer”, así comienza la hermana Vittorina al hablar de la Virgen María, “la Madre del Señor y de la Iglesia que recibe el nombre
de Segunda Eva”.
“La Virgen María en las escrituras y en el
Evangelio se nos presenta como Madre del Señor, pero también como mujer. La
feminidad, virginidad y maternidad de la Virgen son los tres aspectos
indispensables de María que sirven de ejemplo para todas las mujeres de la
humanidad”, continuó.
“La Virgen es madre y mujer, es el modelo de todos
los cristianos y la mujer debe reconocerse en ella. Como dijo Juan Pablo II:
‘María es una presencia dentro de la Iglesia’, y debemos encontrarla igual que
encontramos a Cristo”, señaló la hermana.
LA LIBERTAD DE LA
VIRGEN
A continuación, la hermana Vittorina habló de la importancia del fiat (Sí) y del
concepto de libertad en relación con la mujer: “Hablamos
del Sí de María, de su obediencia y de un Sí que no fue obligado. La mujer es
interpelada. El Señor le dio un deber que no fue impuesto, se le
concedió una libertad de elección y ella aceptó”.
“Esto era impensable en una sociedad como aquella,
donde la mujer no tenía palabra, no podía dar testimonio, estaba marginada. A
través de esta libertad, Dios nos enseña que el hombre y la mujer tienen la
misma dignidad, y lo hace a través de la libertad que concede a la Virgen
María”.
“Esta misma libertad la podemos vivir hoy en día
con un sí al matrimonio o con un sí a la vida consagrada y eso lo aprendemos
del Sí de María. En definitiva, un sí a vivir nuestra vida con Dios, hecho
siempre desde la libertad”, explicó.
MUJER COMO VOCACIÓN Y
DEBER
También señaló que “ser mujer es una
vocación y un don que implica un deber, algo que hoy en día hemos olvidado”.
“Ser mujer es estar llamada a la creación y el
significado más grande de ser mujer nos lo muestra María. Ser mujer en relación
con Dios, con el Verbo Encarnado y también en relación con el hombre, algo que
nos demuestra en su matrimonio con San José, donde el misterio del matrimonio viene
enseñado en su integridad”, subrayó.
“En la sociedad contemporánea ser virgen no está
considerado como un valor. En la virginidad de María se encuentra la plenitud
de lo que significa ser mujer. La Virgen María es una mujer completa y también
debemos como mujeres fijarnos en este aspecto, en su dignidad”, dijo a continuación.
“La virginidad es un símbolo muy potente y no es algo
esteril sino que
tiene un gran valor. Es un signo para todos. La mujer está llamada a vivir la
virginidad como un don, no es solamente la ausencia de una relación privada
sino una dimensión a la que tanto el hombre como la mujer están llamados. Es
una apertura a la Comunión con Dios. María es un ejemplo de conyugalidad y junto
a José nos muestran la alianza con Dios”, sentenció.
ELEGIR A DIOS TODOS LOS
DÍAS
La profesora de Mariología también habló acerca de uno de los dogmas
marianos, la Inmaculada Concepción de la Virgen María: “María
nació sin pecado original y esto es un don que le concedió Dios para prepararle
para recibir al Verbo Encarnado. Esto desde un punto de vista antropológico nos
dice cómo debe ser el hombre, siempre en Comunión con Dios”.
“Sin embargo, María tuvo que elegir y a pesar de haber
nacido sin el pecado, cada día tuvo que elegir a Dios, e igual que
ella, nosotras también debemos hacerlo”, puntualizó.
LA FEMINIDAD Y EL DON
DE SER MUJER
Asimismo, explicó que la Virgen María nos enseña que ella es la mujer, y
José el hombre, “algo que la ideología de género y
el feminismo radical intentan negar y nos llevan a la degradación del ser
humano. María es mujer y no solo se
trata de un símbolo. La diferencia sexual entre ambos viene
propuesta”.
“Podemos decir que muchas mujeres se han olvidado en los últimos años de sí mismas, y debemos mirar a María para poder comprender el don que significa ser mujer. El feminismo radical y otras acciones ideológicas han confundido la identidad de la mujer. Como ocurrió con la revolución sexual de los años 60 y en la ideología imperante que intenta contraponer lo masculino y lo femenino”, lamentó.
EL AMOR POR ENCIMA DE TODO
“Con el dogma de la Asunción, María se ha realizado
en la totalidad de su espíritu y de su cuerpo. María es la primera que
participa con el cuerpo en la Resurrección de Cristo y en la salvación. María
se convierte en la Madre del universo, en la Reina no sólo del mundo sino del
universo. Debemos entender el misterio de cómo una niña de Nazaret se convierte
en el símbolo y modelo de la mujer”, señaló a
continuación.
También explicó que “gracias a ella podemos
reconocer la importancia de la mujer. Si la mujer reconoce su misión, habrá
esperanza. Una mujer no declara la guerra, no está en su ADN. Desgraciadamente,
muchas mujeres que intentan imitar al hombre han olvidado esto, se han hecho
con deberes que no son propios, que no están en su vocación”.
Por último, aseguró que “la mujer tiene la
capacidad de hacer renacer la dignidad en otra persona, de regenerar al
prójimo. Tenemos el don de ayudar a aquellos que nadie mira, de hacer sentir el
amor de Dios en aquellas personas que lo han perdido”.
“Si escuchamos nuestra maternidad espiritual,
podemos cambiar el mundo, viviendo el privilegio de ser mujer podemos cambiar el mundo con la
compasión, igual que lo hizo María. Nuestra vocación en la humanidad es muy
importante”, concluyó.
POR ALMUDENA
MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa
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