En la antigua penitenciaría de Lima, llamada: El Panóptico, célebre por ser la más grande del país en su tiempo, se han descrito casos extraordinarios de fe.
Hubo una
trifulca armada por presos para huir, se incendió toda una zona de esa cárcel.
En un cuarto se refugiaron once presidiarios cristianos evangélicos que oraron
con tal fe en medio del caos y llamas, que ese recinto no se quemó y el grupo
se salvó.
En 1964
se clausuró el penal y fue demolido para dar paso a la construcción del Centro
cívico del Lima y el hotel Sheraton. En el penal, en una pared, un presidiario
había pintado la escena de cuando Jesús está atado y los soldados inician el
despojo de sus ropas, al pie de la cruz y con las Marías, que había sido objeto
de fe católica por los presos. El personal de la demolición no pudo derribar
esa pared ni con maquinaria y por múltiples razones, al extremo que toda la
penitenciaría estaba en el suelo y sólo quedó en pie la enigmática pared.
A su vez
fue objeto de devoción para el pueblo que se apoderó del mural para no permitir
que se derribara. El problema se resolvió cortando la pared, tal como fue el
caso del Señor de los Milagros, para portarlo a la zona donde se construiría el
penal de San Juan de Lurigancho. Por un tiempo estuvo abandonado en un
descampado, pero hace años que a tal mural -del Cristo del penal- se le
construyó una capilla, se lo restauró y es sitio popular de oración en Canto
Grande; es fuente de fe.
Alejandro Smith Bisso.
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