Dios ha bajado hasta nosotros en forma humana. Dios se ha humillado hasta hacerse hombre para curarnos el alma y, si el alma lo necesita, también el cuerpo.
Por: Francisco Javier Carrión, L.C. | Fuente: Gama
- Virtudes y Valores
Cuando san Pablo curó al paralítico de Listra
(Hch 14,8-18) la muchedumbre pagana pensó que tenía delante a un dios. Y
decían: “dioses han bajado hasta nosotros en forma
humana”. Pablo se acompañaba de Bernabé al que el pueblo llamó Zeus, y a
Pablo, que era el que hablaba, le llamaron Hermes.
Y es que el pueblo de Listra creía en los dioses pero, más aún, se creía
necesitado de los dioses y estaba abierto a la posibilidad de que “los dioses estuvieran entre ellos”.
Pero lo que para los habitantes de Listra no era sino un imposible, se hace
posible y real en la Navidad. Ya no dioses imaginarios, sino el Dios verdadero
viene a vivir con nosotros. Emmanuel significa: “Dios
con nosotros”. Dios ha bajado hasta nosotros en forma humana. Dios se ha
humillado hasta hacerse hombre para curarnos el alma y, si el alma lo necesita,
también el cuerpo.
Pero el mundo de hoy está muy lejos de la actitud de los de Listra. Hoy no nos
sentimos necesitados de Dios. No aceptamos que un salvador venga de fuera, nos
bastamos a nosotros mismos. No somos capaces de reconocer la enfermedad de
nuestra alma, la cojera de nuestra conciencia, la debilidad de nuestro amor. Y
por todo eso necesitamos que Otro nos cure y nos salve. Y para eso se necesita
una dosis muy grande de humildad.
El mundo de hoy no quiere que “Dios esté con
nosotros” porque piensa que su presencia le va a quitar la libertad al
mundo. Cuando lo que hace Dios es enseñar el camino de la libertad, el modo
humano de caminar con ella. Y tanto no quiere el mundo que “Dios esté con nosotros” que se afana en negar la
Navidad y vestir estas fiestas con ropajes de jolgorio sin sentido y gastos
superfluos y quitar las imágenes que nos recuerdan que Dios está entre
nosotros.
Dios está entre nosotros, camina a nuestro lado. Dios está con nosotros, lucha
en nuestro favor. Decía San Pablo: “Si Dios con
nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rm 8,31) Dios está por nosotros,
nace en Belén para morir en la cruz y salvarnos. Dios está en nosotros, habita
en nuestra alma por la vida de gracia.
Pablo, con mucha dificultad, logró convencer a la multitud de que no era un
dios, sino un simple mortal. La actitud de Pablo deber ser la nuestra, la
humildad. El sentido de la Navidad está en reconocernos lo que somos, hombres
pobres necesitados de Dios. No somos dioses por más que sintamos la tentación
de hacer las cosas por nosotros mismos sin mirar a Dios ni siquiera de reojo.
Mirar a Dios... la noche de Navidad no levantes la
vista para mirar a Dios en el cielo, baja la vista para verlo dormido en el
pesebre y cree que ese Niño indefenso puede ayudarte. Acéptalo. Siente
necesidad de su amor.
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