Cristo es el cruce donde se encuentran y realizan la divina ilusión de ser hombre y la humana ilusión de ser Dios.
El hombre reclama con toda su alma:
«¡Ser como Dios!»
Cristo
responde con toda su existencia.
Yo
soy el ¡Camino! que lleva a Dios, la «Verdad» que viene de Dios y la «Vida» que nutre con savia de Dios.
Se
tú, por cristiano, encrucijada personal en los caminos de los hombres.
Que encuentren a Dios cuantos te buscan a ti.
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