Estos días se han suscitado algunos comentarios (o muchos comentarios) en el clero acerca del Opus Dei en la nueva reorganización de la curia romana. Permítaseme dar mi opinión, (una vez más, ¡otra!).
Ya expresé
mi parecer hace casi diez años sobre la conveniencia o no de que el Opus Dei
fuera una prelatura:
https://blogdelpadrefortea.blogspot.com/2016/08/cuestiones-canonicas-acerca-de-la.html
https://blogdelpadrefortea.blogspot.com/2016/08/las-prelaturas-personales-mas.html
https://www.blogger.com/u/4/blog/post/preview/35878920/2074582310150799869
https://www.blogger.com/u/4/blog/post/preview/35878920/2074582310150799869
No tengo ni
idea de quién ha aconsejado al papa, pero hacer que el Opus Dei, en el que la
inmensa mayoría de sus miembros son laicos tengan como interlocutor al
Dicasterio para el clero no ha sido la más indiscutible de las decisiones. (Obsérvese
la caridad y finura de esta última afirmación).
¿Quién debía ser su interlocutor? Indudablemente
el “Dicasterio para los laicos”. Si hay
sacerdotes de la prelatura, es PARA los
laicos de la prelatura. O ese dicasterio o el que se encarga de las realidades
asociativas que cuentan entre sus miembros con laicos y clero. En este momento
(y más tras la reforma de hace pocos días) todavía no tengo claro el límite de
jurisdicción de ambos dicasterios, pero espero enterarme antes de una semana.
Cuando el
Opus Dei ha dicho que la nueva reforma de la curia romana no les afecta y que
solo cambia su interlocutor, tiene razón, toda la razón. Esa reforma cambia a
la curia, pero para nada a la prelatura.
Ahora bien,
el último cambio sí que va en la línea (sin decirlo) de que el Opus Dei es
preferible que no tenga a un obispo como prelado, pues eso lo asemejaría
demasiado a una iglesia particular. Que es casi imposible no leer tal
intencionalidad resulta un hecho insoslayable.
Yo que amo
al Opus Dei, aunque no pertenezco a él, he recordado siempre que el Opus Dei no
es otra cosa que una asociación con clero y fieles. Si a través de la creación
de una terminología especial se intenta hacer creer que es otra cosa, se
equivoca. Eclesiológicamente es eso. Incluso si en la asociación hubiera
obispos, presbíteros y laicos no dejaría de ser como un instituto secular con
esos tres elementos integrantes.
Situar un
obispo en la cúspide de un instituto secular podía hacer pensar que era otra
cosa diferente a una asociación dentro de la diócesis, la que sea. No es la
prelatura y la diócesis, sino
una asociación dentro de la
diócesis.
El ser
cabeza de todo el rebaño, el estar constituido en autoridad máxima de las
comunidades, estaba unido al hecho de haber recibido una consagración sagrada: el tercer grado del orden. El Opus Dei, lo miremos
como lo miremos, es una realidad asociativa, eclesiológicamente no es una “iglesia”. ¿Por qué debería ser obispo su superior? No
es un despropósito si se le eleva al episcopado, pero deja menos clara la
peculiaridad de la figura del obispo diocesano.
Las diócesis
personales son rebaños totales: todas las personas que pertenecen al Ejército,
todas las personas de rito melquita, etc. La diócesis personal es “total”, incluye a todas las ovejas, la
pertenencia no es fruto de una opción personal. Y aun así la coexistencia entre
diócesis personales y territoriales no deja de poder ser una fuente de
problemas. No será fuente de conflictos mientras esas diócesis personales sean
tan pequeñas que solo susciten la caridad por parte de la gran diócesis en la
que se haya inserta.
Pero si en
un territorio, una tercera parte de los fieles perteneciera a una diócesis
personal y dos terceras partes a la diócesis territorial, los conflictos no
tardarían en aparecer. ¿Habría una cierta
bicefalia? Por supuesto. Y las invisibles líneas de lo personal y lo
territorial crearían inevitables fricciones y problemas.
P. FORTEA
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