SON ÚNICAMENTE ALGUNAS DE LAS HISTORIAS DE LAS QUE SE EXTRAEN GRANDES LECCIONES
En la Biblia se encuentran apasionantes y grandes lecciones de mujeres.
El 8 de marzo,
Día Internacional de la Mujer, lleva años siendo asaltado por el feminismo más radical,
que poco a poco se va haciendo hegemónico gracias en buena parte a la
complicidad de la clase política, mediática y cultural. Y también como cada año la Iglesia Católica es atacada y calumniada por
“machista” o “patriarcal”.
Este 2021 ante la imposibilidad
de tener visibilidad en la calle debido a la pandemia, estas feministas han ido
calentando motores en los medios de comunicación, donde gratuita y también con
falsedades fácilmente demostrables han atacado a la Iglesia.
Así sólo se puede entender
que El País haya dado voz a Cristina Fallarás, polémica
periodista que vive de ser feminista, y que de cara a este 8-M ha llegado a
decir: “En la Biblia hay tres
mujeres y las tres están sexualizadas. Eva, María, María Magdalena. La
mujer es un cuerpo que puede usarse, dicen los evangelios. No
se entiende la violencia contra las mujeres sin la Iglesia católica”.
Su maldad, pero
sobre todo su ignorancia con respecto a las Escrituras es tremenda. Si algo tiene la Biblia es una lista
de relevantes mujeres que han tenido mucho que decir en la
historia de la salvación.
Entre ellas destaca por encima de todos la Virgen María, la Madre de
Dios, y que sólo
con su sí se pudo llevar a cargo esta obra. Pero también aparecen de manera
privilegiada María Magdalena y las santas mujeres. En el Antiguo Testamento hay
también reinas, jueces, profetisas, madres… y todas ellas fueron fundamentales
en su momento.
Life Teen habla de cinco de ellas
que cuya entrega supone un ejemplo y una lección de vida:
JOCABED
Y MIRIAM
En ellas se cumplen
las virtudes de fe y de coraje. Se trata de la madre y la
hermana de Moisés. ¿Imaginas dar a luz a un hijo y enfrentarte a la realidad de que en cualquier momento este niño
será asesinado solo porque el líder tiene miedo de que su poder sea derrocado? Esta fue exactamente la situación con la que se encontró Jocabed al dar a luz a Moisés.
Sin embargo, en lugar de ceder y rendirse a los deseos del faraón ella quiso ser madre
e ideó un plan para que su pequeño pudiera vivir, aunque significara
sacrificar sus deseos de criar a su propio hijo teniéndolo que confiar todo a
Dios.
Como aparece en la Escritura,
cuando Moisés cumplió tres meses y ya no podía esconderlo más, su madre lo
metió en una cesta que dejó en el río, cerca de un lugar que frecuentaba la
hija del faraón. Jocabed envió a su hija
mayor, Miriam,
a observar. Providencialmente, la hija del faraón vio a Moisés, se compadeció
de él y decidió criarlo como si fuera suyo.
Aunque sus historias no son
extensas, de Jocabed se puede extraer la importancia de confiar un futuro desconocido a un Dios
conocido y no sucumbir al miedo. De
Miriam se ve el poder de ser valientes y pedir
las cosas que el corazón desea: “¡cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará bienes a los que se lo pidan!”.
(Mateo 7,11).
Débora fue la primera
juez de Israel y de todo lo que es Occidente
DÉBORA
En esta importante mujer del
Antiguo Testamento se unen las virtudes de sabiduría y del juicio. Era una
profetisa y fue la única juez de Israel, ocupando esta
responsabilidad 1100 años antes de que naciera Cristo, es decir, hace más de
3.000 años.
Su historia puede leerse en los
capítulos 4 y 5 del libro de los Jueces. Gracias a este relato se sabe que Débora animó a Barac a derrotar a los cananeos, el
pueblo que entonces oprimía a los israelitas. Sísara, líder del ejército
cananeo era un hombre poderoso y Barac pidió a Débora
que le acompañara, pero ella le advirtió que la victoria no sería suya sino de
una mujer.
“’Iré contigo’, dijo ella, ‘sólo que
entonces no será tuya la gloria de la campaña que vas a emprender, porque Dios
entregará a Sísara en manos de una mujer”, aparece en Jueces 4, 9. Y así fue como un todavía
dubitativo Barac fue nuevamente exhortado por Débora,
que le dijo: “Prepárate, porque éste es el día en
que Dios ha dispuesto poner a Sísara en tus manos. Ya sabes que Dios marcha
delante de ti”.
Todo el ejército enemigo cayó
derrotado excepto Sísara que logró huir. Se refugió en la tienda de Yael. Y ella sabiendo que era malo lo mató mientras dormía
cumpliéndose así la profecía de Débora de que una mujer acabaría con el enemigo, trayendo al pueblo
de Israel una paz de más de 40 años
De esta gran juez y profetisa se puede aprender cómo la sabiduría y el juicio correcto
pueden ayudar a seguir el plan de Dios y que al final este plan siempre trae la paz.
RUT
Rut es una de las mujeres más importantes de la Biblia e incluso uno de los
libros lleva su nombre. Es un ejemplo de lealtad y de
cómo Dios premia a aquellos que son fieles.
Aquí se cuenta la historia de la
familia de Noemí, casada y con dos hijos. Su marido murió y sus hijos se
casaron con Rut, que era moabita y Orfa. Ambos hijos acabarían también
muriendo. Noemí decidió regresar a su tierra de Belén, pero Rut, su nuera, sabiendo de la dificultad de la vida de
una anciana viuda decidió cuidarla y acompañarla. “Adonde tú vayas,
iré yo, donde tú vivas, viviré yo. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi
Dios”, le dijo Rut tal y como aparece en la Biblia (Rut 1, 9).
La de Rut y Noemí es
una bella historia de lealtad y recompensa
Rut conoció en Belén a un noble llamado Booz, quien a pesar del estatus de Rut como extranjera y viuda, mostró misericordia y le
ayudó a proporcionar comida para ella y Noemí. En un movimiento audaz le
preguntó si se casaría con ella y mantendría también a Noemí. Booz aceptó y
alabó el carácter virtuoso de Ruth, destacando
su increíble lealtad. Rut acabaría siendo la tatarabuela del rey David y de cuyo
linaje nacería Jesús.
De este modo, Rut enseña que la lealtad a los demás también es una forma de
ser leal a Dios. Dios
premia la lealtad y convierte los dolores en alegrías.
ANA
Ana aparece en el Evangelio de San Lucas. Esta viuda anciana tenía 84 años
y había vivido en el templo, ayunando y orando todos los días desde que su
esposo muriera después de un breve matrimonio de siete años.
Ella había escuchado la promesa
del Mesías, que el Elegido redimiría a toda Jerusalén. Mientras tanto esperaba
y rezaba. ¿Cuántas personas habría visto Ana entrar y salir del
templo durante tantos años? ¿Alguna
vez se preguntaría si viviría para ver al salvador?
Cuando José y María llegaron al
templo para presentar a Jesús según la costumbre judía, Ana fue capaz de reconocer al Salvador en el rostro de un niño
pequeño y pobre. “Comenzó a
alabar a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de
Jerusalén”, relata el
evangelista sobre este encuentro.
De Ana se puede aprender el poder de la esperanza: la esperanza de tener un Dios
que cumplirá sus promesas. Y
también aprender algo más poderoso: cuando uno fija
sus ojos en Dios en lugar de ser estar distraído por el mundo, adorándolo a
través de la oración y el ayuno, se concederá la gracia de reconocerlo. Dios
está presente en los momentos ordinarios, en la gente común, está presente
(quizás especialmente) en los humildes, tan sólo hay que tener ojos para verlo.
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