Dios no es ningún sádico ni ningún loco que disfrute fastidiándonos con el retraso post mortem del gran encuentro.
La
añoranza y la nostalgia «actual» de Dios tendrían,
en este caso, el sentido de una carcajada grotesca, de una trágica broma del
Creador para con la creatura.
Gracias a Dios, tu añoranza de lo divino hoy no es más que la
respuesta actual de Dios a tu actual requerimiento humano.
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