Al dirigir el rezo del Ángelus dominical este 2 de enero, el Papa Francisco recordó a los católicos que el tiempo de la Navidad invita a ver las cosas desde el punto de vista de Dios, es decir, reconocer su deseo de encarnarse y de buscar al hombre incansablemente.
“Queridos hermanos y hermanas, a menudo nos
mantenemos a distancia de Dios porque pensamos que no somos dignos de Él por
otros motivos. Y es verdad. Pero la Navidad nos invita a ver las cosas desde su
punto de vista. Dios desea encarnarse”, recordó
el Papa en la mañana del 2 enero de 2022.
Luego, hizo un llamado: “Si tu corazón te
parece demasiado contaminado por el mal, desordenado, no te cierres, no tengas
miedo. Piensa en el establo de Belén. Jesús nació allí, en esa pobreza, para
decirte que ciertamente no teme visitar tu corazón, habitar en una vida
desaliñada. Habitar. Es el verbo que utiliza hoy el Evangelio: expresa un
compartir total, una gran intimidad. Esto es lo que Dios quiere”.
El Papa Francisco comentó que el Evangelio de la Liturgia de este
domingo “nos ofrece una hermosa frase, que siempre
rezamos a la hora del Ángelus y que es la única que nos revela el sentido de la
Navidad: ‘El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros’. (Jn 1, 14)”.
“Ante nuestra fragilidad, el Señor no retrocede. No
permanece en su beata eternidad y en su luz infinita, sino que se hace cercano,
se hace carne, desciende a las tinieblas, habita tierras extrañas a Él. Lo hace
porque no se resigna a que podamos extraviarnos yendo lejos de Él, lejos de la
eternidad, lejos de la luz”, dijo.
Y reiteró que esa es la obra de Dios: “venir
entre nosotros”, porque “si nosotros nos
consideramos indignos, eso no lo detiene”; “si lo rechazamos, no se cansa de
buscarnos”; “si no estamos preparados y bien dispuestos a recibirlo, prefiere
venir de todos modos”.
Finalmente, el Santo Padre dijo que “en
estos días navideños nos hará bien acoger al Señor… deteniéndose ante el
pesebre, porque muestra a Jesús que viene a habitar toda nuestra vida concreta,
ordinaria, donde no va todo bien, donde hay muchos problemas”,
También pidió que, “ante el pesebre,
hablemos con Jesús de nuestras vicisitudes concretas”.
“Invitémoslo oficialmente a nuestra vida, sobre
todo a las zonas oscuras, a nuestros ‘establos interiores’. Y también
contémosle sin miedo los problemas sociales y eclesiales de nuestro tiempo,
porque Dios ama habitar entre nosotros”, concluyó.
POR DIEGO LÓPEZ
MARINA | ACI Prensa
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