Muchas veces hemos sentido que algo anda mal con nuestra vida espiritual. No sabemos exactamente qué pasa, pero no estamos contentos con nuestra relación con Dios.
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Catholic.net | Fuente: Catholic.net
Todos las personas estamos llamadas a la
santidad, Dios nos llama a la perfección, Cristo nos lo dice claramente: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es
perfecto".
Estas son palabras que no dejan duda alguna. Todos los creyentes,
independientemente de nuestro estado o condición de vida, tenemos que ir
creciendo para alcanzar la plenitud de la vida cristiana.
Sería bueno pensar en cómo se encuentra nuestra vida cristiana para luego
emprender el camino hacia la perfección.
Este crecimiento nos puede parecer muy difícil, pero ¡son tantos los medios que
tenemos!.
Algunos de ellos son esenciales, tales como; la lucha contra el pecado, estar
alertas para no caer en tentaciones, acudir a los sacramentos frecuentemente,
ya que la vida sacramental nos fortalece; luego, las buenas obras, que nos
alcanzan méritos allá en el cielo; y por supuesto, la oración, ese diálogo con
Dios en donde se pueden encontrar las fuerzas necesarias y pedir aquellos dones
que nos hacen falta, ¡tenemos tantas carencias!.
Además de los esenciales, tenemos otros medios, los secundarios. Que pueden ser
internos, entre los cuales encontramos: la
presencia de Dios en nuestra alma, el examen de conciencia para conocer
nuestras debilidades o fallas, tener el deseo de alcanzar la perfección, pues
sin esto no vamos a ir muy lejos, estar conformes con la voluntad de Dios, es
decir, aceptar Su plan para mi, por muy difícil que sea, ser fieles a la gracia
recibida, mejorar el propio temperamento, trabajar en la formación del
carácter.
Luego, tenemos los medios externos. Estos
son la lectura espiritual, mediante la cual
podemos ir conociendo nuestra fe, el círculo de amistades, hay que saber
escogerlas bien, la dirección espiritual cuando sea posible, el servicio a los
demás y el plan o programa de vida.
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