Ya que ayer, sin pensarlo mucho, hice un recuento de algunos momentos de mi vida, he pensado hacer otro acerca de los momentos que más me he reído en mi vida.
Nunca,
jamás, me he reído tanto como viendo Schreck
con dos jóvenes de mi segunda parroquia, mientras nos comíamos una pizza. No
paramos de reírnos durante toda la cinta. Fue un momento de felicidad pura,
perfecta e intensa.
La segunda
película que más me hizo reír, aunque a distancia de la primera, fue Agárralo como puedes
(The naked gun).
Fuera de
esos momentos cinematográficos, recuerdo las cenas que teníamos con un grupo de
amigos algunos días al acabar las tareas de la parroquia. Nos reíamos mucho,
nos lo pasábamos muy bien. La crisis económica del 2009 dispersó ese grupo,
varios dejaron España. Eso y mi cambio de parroquia deshizo completamente
aquella cuadrilla de amigos.
El otro
momento en que me lo pasaba genial y me reía mucho era en las tertulias del
seminario. Cuando tienes dieciocho años, te ríes de todo, todo te hace gracia.
Es cierto que la edad vuelve más serias a las personas. También nos reíamos
mucho con las comedias cuando en el seminario nos ponían una película a la
semana.
Recuerdo con
envidia aquellas veces de estos momentos que he mencionado en que las lágrimas
me salían de los ojos entre risas. Aquellas veces en que me dolían los músculos
del vientre de tanto reír; en que me doblaba y daba una enérgica palmada a mi
pierna.
P. FORTEA
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