La fe en Jesús no estriba en preguntar, sino en aceptar la Palabra del Señor. La fe siempre tendrá misterios para el hombre.
Al
hombre le corresponde estar a la escucha, sentirse interpelado por Dios.
Hay
que aceptar la pequeña derrota de no saber que responder, a cambio de la gozosa
seguridad de saberse siempre llamado, convocado, interpelado.
«El cristiano es el oyente de la Palabra» (Karl Rahner)
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