Te preguntarás cómo mantener tu hogar ilusionado y con una gran vitalidad de puertas hacia adentro.
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic..net
A veces te habrás preguntado cómo mantener tu
hogar ilusionado y con una gran vitalidad de puertas hacia adentro. Es normal.
Si queréis, amigo/a, os ofrezco cuatro pilares que sostendrán el edificio de
vuestro hogar siempre nuevo y siempre lleno de vida.
ESTOS SON LOS PILARES O
CIMIENTOS:
1)
LA ORACIÓN, RESPIRACIÓN DE UNA FAMILIA
Cada día debéis dedicaros algún tiempo a la oración. No digáis que no tenéis
tiempo. Lo tenéis para muchas cosas y, ¿vais a
abandonar algo fundamental en vuestro matrimonio?
Cuando hay oración en casa, todo parece diferente, calmado, tranquilo, sereno
como la brisa suave del mar. Es un momento bendito en el que podéis respirar,
desahogaros con Dios y lograr que en vuestro corazón brille la luz y nunca la
tiniebla.
Nada proporciona tanta alegría y paz durante el día y la noche. Al orar con
vuestros hijos, éstos se convierten en personas apacibles y también más bellos,
más ellos mismos. Ante esta plaga de consumo, la oración es indispensable para
no asfixiarse en un mundo hiperestresado y superestridente.
Cortad un poco la TV, frecuentemente destructora de la intimidad del hogar. No
dejéis que sea ella quien mande en casa. No la coloquéis en el centro de la
sala de estar. Romperá el círculo familiar. ¿ Sabes lo que decía un chico
italiano de 6 años? ”Señor, haz que mi rostro se parezca a la pequeña
pantalla para que papá me mire”. S.O.S.
de tantos chicos que no tienen nunca tiempo de ser escuchados, mirados,
simplemente amados...Y ese tiempo es la oración quien lo logra.
Drama de las sociedades occidentales que separan las generaciones. Niños que no
conocen a sus abuelos. Niños que no tienen a nadie que los escuche, y los
abuelos tampoco tienen a nietos a los que cuidar, amar y educar: Dos soledades... yuxtapuestas. Por ejemplo, ¿por qué no hacer
la oración después de los informativos y hacer intercesiones o peticiones?
Solamente la oración permite soportar ciertos horrores y unificar el corazón.
Conozco a familias en donde una vez por semana, se celebra una velada matrimonial:
los esposos se encuentran solos durante algunas horas festivas de plegaria.
A menudo son los hijos quienes se lo recuerdan a sus padres y compran una vela
especial. Otra tarde de la semana, es la velada
familiar. Ninguna otra persona es invitada. El jueves por la tarde,
recordando la Cena de Jesús, puede ser un buen día para esta velada recogida y
alegre. Alrededor de una mesa enteramente adornada con flores, se hace una
oración perfecta.
Esplendor de estas liturgias familiares en las que el niño recibe el sentido de
la belleza. Tiene derecho a la belleza para estar feliz y percibir que vive.
Liturgia en la que se transmite la fe de la Iglesia. En los países perseguidos,
la fe se mantuvo gracias a las liturgias celebradas en familia, a menudo
clandestinamente. Se entabla una relación personal y viva con el Señor que
llega a ser así un miembro de la familia, un miembro que forma parte de ella
todos los días.
Esta presencia nadie la podrá arrebatar del niño. Es la vacuna contra toda soledad. Incluso si algún día se
aleja de esta Presencia, Jesús permanece siempre y nunca lo dejará solo. Y si
la oración familiar y conyugal no son posibles, la fe no se comparte y esto es
para los hijos una gran pena y un profundo dolor. Y si no pudierais estar
juntos todos, reza solo pero en nombre de todos los miembros de la familia.
Cada vez que reza una familia su “nosotros” se
une al de la familia- fuente, la de Nazaret.
Cuando Jesús es encontrado tras tres días de pérdida, María le dice
simplemente: “Tu padre y yo, "Nosotros" te
buscábamos angustiados”. Pero Jesús, mirando a José, levanta los ojos al cielo
y le responde: “Padre mío”. Y más tarde dirá: “Mi Padre y yo, somos uno.” Como
si el "Nosotros" de José y María
le hubiera evocado el "Nosotros" de
la Trinidad Santa.
La unidad de los padres, manifestada en la oración, hace que el hijo levante los
ojos y los dirija al Padre del Cielo. Esplendor también de la oración antes y
en el momento del acto conyugal. Confiarlo al Espíritu Santo, dueño del amor y
dador de vida.
Tobías y su esposa se unían en oración antes de hacer el amor. “Esta oración que precede acto íntimo, muestra muy
claramente la necesidad de estar unido espiritualmente, de estar re- nacido
juntamente con el Espíritu Santo, para que la relación íntima sobrepase el mero
deseo sexual.”
Os incumbe una gran responsabilidad, amigos padres, en la formación espiritual
de vuestros hijos. Normalmente nunca os ven orar con ellos en la Eucaristía
dominical ni en casa. ¿Cómo van a percibir la
atmósfera de religiosidad si no la ven en vosotros? Sois padres de la
sangre y de la carne de vuestros hijos y también padres de la educación de su
espíritu.
La fe le da al hijo alas para volar por encima de los peligros y dificultades
que la vida les presente. No es cosa de su bautizo y primera comunión
solamente. No, amigos padres, es una educación integral la que necesita vuestro
hijo si queréis formar un ser equilibrado en todas sus ricas facetas.
No descarguéis vuestras conciencias en los colegios y en las catequesis. Todo
es necesario, pero el ambiente de veros a vosotros viviendo lo que ellos
aprenden, es la clave de todo. No es quepa la menor duda. ¿Por qué no vas a misa?- les pregunté una vez a
unos niños y niñas. Y me respondieron así: “Porque nuestros padres no van. Luego, si
ellos no van- pensaban los chicos y chicas- es que debe valer poco la Eucaristía.
Son listos, no creáis.
2) EL PERDÓN: ES EL MEJOR DE
LOS TRANQUILIZANTES
La oración es el lugar por excelencia en donde se puede dar y recibir el
perdón. Muchas parejas se han separado a causa de no saberse perdonar. ¡Cuántas heridas podrían haberse evitado con un perdón
dado a tiempo! Un perdón rechazado es una bomba que explota, un amor que
ha sufrido un cortocircuito: la corriente no pasa
ya.
¿Por qué esta corta palabra “¿Me perdonas?” es la más difícil de pronunciar en nuestra lengua? ¿ Por
qué se queda a menudo en la garganta? Un perdón dado es el alcohol de
90º sobre una llaga. Si no, viene la infección, después el absceso y la espera
de una intervención quirúrgica. ¿Por qué, pero por
qué aguardas a que el hogar esté al borde del precipicio?
Cada noche ofrece y recibe el abrazo del amor. Miraos fijamente en los ojos,
bendeciros con una pequeña cruz en la frente: el mejor de los tranquilizantes.
Aligerado del peso del resentimiento, te vas al descanso en paz. No tengas
miedo al mañana. Las tensiones se aplacan. Los conflictos se resuelven. Sí, perdón recíproco = la más segura de las “Mutuas”. Debe circular entre los esposos como entre los
hijos. Sepan también los padres pedir perdón a sus hijos y viceversa. Entonces
la alegría puede resplandecer sin sombra. Para
que el niño se convierta realmente en persona, debe desarrollar todas sus
potencialidades esenciales entre las que hay que tener en cuenta su
interioridad”.
3- LA
TRANSPARENCIA: ¡UNA CONFIANZA!
La vida familiar es una llamada a florecer. Las mismas diferencias y
dificultades son beneficiosas con la condición de que no se desliguen del amor
y de la verdad. No permitas que se forme una herida o una llaga infecciosa.
Cuando haya una tensión que desencadena un conflicto, habla a tu cónyuge y haz
con él la operación del perdón o reconciliación. No escondas nunca ninguna
sombra entre tú y él.
Haz la paz, y en la dulce paz que reina entre el Padre, el Hijo y el Espíritu,
podrás dormir tranquilo. La transparencia
devuelve fosforescentes las diferencias. Por ella, las relaciones
nos permiten ser nosotros mismos y unirnos interiormente. Como sucede entre el
Padre, el Hijo y el Espíritu.
El aprendizaje de la vida comunitaria será mensaje para miles de
hermanos si está basado en la Vida
Trinitaria.
4- CONTRA
LAS TENSIONES Y LAS INFECCIONES: LA CONFESIÓN
Cuando los padres piden perdón a su hijo, y ante él, el perdón de Dios,
entonces sabe el hijo que hay como una distancia entre Dios y sus padres. Que
no puede confundirlos pura y sencillamente. Que no puede arrojar sobre Dios el
resentimiento que él puede experimentar para con sus padres. Los ve haciéndose
niños ante Dios. Y, de pronto, Dios, ante sus ojos, no corre el riesgo de ser
caricaturizado por sus padres. Hay Alguien más grande, más bello, más santo que
ellos.
Pero, ¿cómo ser lo suficientemente pobre en el
corazón para mendigar este perdón, si nunca te hincas de rodillas ante el Señor
Jesús para que él mismo dinamite y eche fuera con una sola palabra tu pecado,
te libre de la parálisis y te ponga de pie en la alegría de haber encontrado su
intimidad?
¿A quién ha confiado Dios esta palabra- que solamente puede decir Dios, pues
sólo él puede crearla? A esos hombres pecadores como tú, para que te
sientas plenamente confiado: los sacerdotes. Este maravilloso sacramento de la Reconciliación
es una verdadera operación de cirugía estética: en
el rostro de tu corazón. Te devuelve la belleza de una eterna juventud.
Otra cosa que ayuda a vivir en una paz siempre recuperada: decirse que tanto el marido como la esposa pueden ir los
primeros a Dios. Vive hoy como si mañana murieras.
Como si fuera la última jornada con él. De pronto, se relativizan todas
las cosas. ¡Inténtalo! Verás qué densidad
adquiere tu relación con él o con ella.
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