La Liturgia ve en el Sagrado Corazón el símbolo de la grandeza del amor de Dios a los hombres.
Por: Guillermo Juan Morado | Fuente: Centre de
Pastoral Litúrgica de Barcelona
El corazón, en su sentido
bíblico, indica lo más profundo del ser, la raíz de los actos, donde la persona
se decide o no por Dios. Es el lugar del encuentro y de la alianza del
hombre con Dios, como explica el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2563).
La alianza nueva y definitiva entre Dios y la humanidad se ha establecido para
siempre en Jesucristo. En el Corazón del Redentor se encuentran el amor humano
y divino con que Jesucristo ama continuamente al Padre y a todos los hombres.
Grandes testigos de la espiritualidad cristiana han vivido y propagado la
devoción al Corazón de Cristo; entre ellos, San Bernardo, San Juan Eudes o
santa Margarita María de Alacoque.
La Iglesia aprobó, acogió y difundió el culto al Corazón de Jesús. En 1765 se
concedió la primera aprobación pontificia a este culto. Y los Papas de la era
contemporánea, desde el beato Pío IX hasta Juan Pablo II, han defendido y
recomendado vivamente la devoción al Sagrado Corazón. También Benedicto XVI ha
recordado que "en el corazón del Redentor
adoramos al amor de Dios por la humanidad, su voluntad de salvación universal,
su infinita misericordia" (Angelus del 5-VI-2005).
La Liturgia ve en el Sagrado Corazón el símbolo de la grandeza del amor de Dios
a los hombres, manifestado en Cristo, de cuyo corazón traspasado manaron los
sacramentos de la Iglesia.
La piedad de los fieles, alimentada en las fuentes vivas de la Escritura, que
nos hace conocer el corazón de Cristo, y de los textos litúrgicos, puede
encontrar también hoy en la devoción al Sagrado Corazón un medio de acrecentar
el amor a Jesús y el deseo de identificarse con Él.
El Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona, en su colección
"Celebrar", ha publicado, en edición castellana y catalana, una "Novena al Sagrado Corazón de Jesús", escrita
por el Profesor del Instituto Teológico de Vigo Guillermo Juan Morado.
El texto, setenta y cuatro páginas, se propone renovar, en contenidos y en
lenguaje, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús que, en palabras del Papa
Juan Pablo II, "corresponde más que nunca a
las esperanzas de nuestro tiempo".
Para cada día de la Novena se ofrece, además de una oración introductoria, una
lectura bíblica, una reflexión, las preces, el Padre nuestro y una oración
final.
La Liturgia ve en el Sagrado Corazón el símbolo de la grandeza del amor
de Dios a los hombres, manifestado en Cristo, de
cuyo corazón traspasado manaron los sacramentos de la Iglesia.
La "Novena" pretende, en palabras del autor, ayudar a los
católicos a "encontrar también hoy en la devoción al Sagrado Corazón un
medio de acrecentar el amor a Jesús y el deseo de identificarse con Él".
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