Sin Mercedes no habría llegado a escribir el libro (Cien años de soledad). Ella se hizo cargo de la situación.
Yo había
comprado meses atrás un automóvil. Lo empeñé y le di a ella la plata calculando
que nos alcanzaría para vivir unos seis meses. Pero yo duré año y medio
escribiendo el libro.
Cuando el
dinero se acabó, ella no me dijo nada. Logró, no sé cómo, que el carnicero le
fiara la carne, el panadero el pan y que el dueño del apartamento nos esperara
nueve meses para pagarle el alquiler.
Se ocupó
de todo sin que yo lo supiera: inclusive de traerme
cada cierto tiempo quinientas hojas de papel. Nunca faltaron aquellas
quinientas hojas.
Fue ella
la que, una vez terminado el libro, puso el manuscrito en el correo para
enviárselo a la Editorial Sudamericana.
Gabriel García Márquez
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