Lo digo a propósito de cómo va a venir la declaración de los Obispos de EEUU respecto a la Eucaristía. Y siento decirlo también en relación a José Gómez, su Presidente, con quien estudié en Roma un año: no me esperaba esto de él. Sinceramente. Y dolorosamente. Nunca lo hubiese creído capaz de este macabro pasteleo.
Hemos perdido. Ya escribí hace
unas semanas que esta era la última batalla en serio en el seno de la Iglesia.
Si se ganaba, ganábamos todos, y había esperanza dentro de Ella. Si se perdía
-y da toda la impresión de que va a ser así-, se habría derribado el último
bastión serio que quedaba: la “roca” que, con
sabiduría, plantó san Juan Pablo II entre los miembros de la Jerarquía en EEUU.
Y es lo que está pasando.
Y no queda Iglesia porque “la Iglesia
-Católica, hasta hace casi nada-, vive de la Eucaristía”. De la
Eucaristía que ES Jesús, nuestro Dios y Señor. Pero, para muchos, ya NO lo es: se ha convertido en un juguete en manos de los “catolicos
a lo Biden & cía", y en manos de algunos Jerarcas que se han
pasado a “la iglesia de Mammoná”, como la cataloga Jesús en sus “Dictados a Marga”;
separándola y distinguiéndola de la Iglesia Católica, la Suya: NUNCA “la nuestra” porque nos consideremos con derecho a
mangonearla hasta extremos inauditos, blasfemos y heréticos, como está pasando
en tantos sitios y por tantas personas.
Es la VOLADURA, controlada o
no, de la Iglesia Católica: la que Cristo fundó el
Jueves Santo, por la que dio su Vida el Viernes Santo, en la que vivimos,
esperando su Segunda Venida, a la que gratuitamente y con Amor nos ha traído
para que nos salvemos.
En la Iglesia solo van a
quedar ya Pequeños Oasis de Gracia, Verdad, y Salvación. Aquellos lugares,
vivos y vivificantes, en los que refugiarse del abrasador y mortal entorno de
los desiertos.
O bien, Nuevas y Necesarias
Catacumbas, donde refugiarse de las Persecuciones que siguen vigentes: ahora
con la incorporación de los miembros de la Jerarquía que se han sumado a las
filas de los perseguidores a muerte de siempre.
Ellos sabrán por qué. Y ellos
sabrán el precio que van a pagar por ello, aunque no se lo crean: ya lo verán. Porque nadie se burla del Señor. Y
menos impunemente. Y menos en lo referente a la Hostia Santa. Son pecados
contra el Espíritu Santo: los que no se perdonan en
esta vida ni en la otra. Aunque no se lo crean. Ya lo verán. NO me importa repetirme: lo
hago a propósito.
Pequeños Oasis, ocultas
Catacumbas, donde se refugie el Culto Legítimo, Verdadero, Digno de Dios,
porque está Dios mismo Presente en la Sagrada Eucaristía. Y allí acudan, como
han hecho siempre cuando la ocasión lo ha requerido, las almas fieles,
sacerdotes y laicos, con insaciable hambre y sed de Dios. Si es preciso -y lo
ha sido tantísimas veces-, a costa de la muerte, que es la Vida, porque “sine Dominicus, non possumus”: “sin el Señor no podemos vivir”.
Siempre habrá al frente
Obispos y Sacerdotes verdaderos, “rocas” como
nos quiere Cristo. NO “arenilla” que, como
la sal que se desvirtúa, no vale para nada.
Es uno de los SIGNOS, perfectamente visible y contable a lo
largo de su Historia, de la Verdadera Iglesia. La esposa FIEL. Toda HERMOSA.
Sin MANCHA ni ARRUGA.
La Iglesia de Cristo Señor. La Iglesia que Salva. En la que se Ama a Dios,
porque vive del Amor que Dios nos tiene, y porque enseña a Corresponderle.
Bien podríamos decir, porque
es VERDAD, como aquellos primeros cristianos
mártires: “sine Ecclesia, non possumus”. Porque “fuera de la Iglesia no hay Salvación”.
Cada uno deberá escoger,
porque han llegados estos tiempos: los de la ELECCIÓN
PERSONAL. Lo mismo para sacerdotes, como para laicos, o para religiosos.
Nos han obligado a ello los mismos “pastores",
que se han reconvertido, a sabiendas, en mercenarios y
salteadores: a estos, las
ovejas no podemos seguirles, ni reconocerles: nos lo dice Jesucristo, nuestro
Dios y Señor.
¿Qué habrán
pensado todos estos reconvertidos -los hay en todas parte: son plaga ya-, al
leer a san Pablo, en la Misa de hoy, precisamente en la Solemnidad de san Pedro
y san Pablo: “He combatido bien mi
combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la Fe. Ahora me aguarda la
corona merecida (…). El Señor…, y me dio fuerzas para anunciar íntegro el
mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles…”?
¡Con mayor
motivo hemos de recibir íntegro este Mensaje los hijos de Dios en su Iglesia!
¡Qué traición más abominable! Están echándolo de su Casa, de su Iglesia. Nos dejan sin Él. Y, puestas
así las cosas, ¿a
Quién iríamos? ¿A Quién vamos a ir?
Hace años, podíamos hacerlo
con los ojos cerrados, como se dice coloquialmente. Ahora NO. Ahora hay que DISCERNIR.
Hay que JUZGAR. Obligatoriamente. Y hacerlo
al por menor, llegando al detalle, para ver si coincide o no con Jesús, con su
Palabra y con su Vida: el verdadero y único
CRITERIO sobrenatural que se nos ha dado desde el mismo CIELO, para juzgar al
mundo y a los mundanos, incluso si están dentro.
Todos estamos obligados en CONCIENCIA. La OBEDIENCIA
a los superiores, a los pastores, NUNCA está
por encima de la propia conciencia cuando mandan lo contrario que Cristo.
Porque la Conciencia únicamente es patrimonio de Dios: de ningún Jerarca, por
alto que esté.
Vamos a recuperar la LIBERTAD que siempre hemos tenido: juzgar vosotros si hay que
obedeceros a vosotros antes que a Dios; palabras de san Pedro,
precisamente cuando, bajo fuertes amenazas, les dicen que se callen
respecto a lo que Cristo les ha entregado: ¡son
testigos!
Esto sigue tan vigente, no: mucho más ahora, en los tiempos trágicos que corren.
Tiempos de Derribo. De Abominación y Desolación. Tiempos en los que
parece que está ganando el demonio. Tiempos Profetizados.
Pero tiempos que no son la
última Palabra, porque son la antesala: nunca el
FIN. El FIN y el FINAL es Cristo,
Alfa y Amega. Por esto creemos, y por esto sabemos que: Dominus vincit! Dominus regnat!
Y nosotros con Él.
José Luis
Aberasturi
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