Primera vez que el ataque va dirigido contra una iglesia católica
Entre 2013 y
2020, los ataques han causado más de 6.000 muertos solo en Beni; 3 millones de
desplazados y 7.500 personas secuestradas; casas y pueblos quemados; edificios
administrativos saqueados; animales, campos y cultivos expoliados.
(Isabella Piro/VaticanNews) La explosión que
tuvo lugar ayer, 27 de junio, en una parroquia católica de Butembo-Beni, en la
República Democrática del Congo, podría haber provocado una auténtica masacre.
A las seis de la mañana explotó una bomba que había sido colocada detrás del
altar, donde suele actuar el coro. La explosión hirió gravemente a dos mujeres
que se encontraban en el lugar de culto para prepararlo para la misa dominical,
dedicada al sacramento de la confirmación. Las dos heridas fueron trasladados
al hospital. El ataque destruyó algunos bancos y mobiliario de la iglesia, pero
podría haber causado un elevado número de víctimas, teniendo en cuenta que se
esperaba a muchos niños y a sus padres para la celebración. La parroquia, por
su parte, ha creado un comité de seguridad.
Hay que recordar
que la diócesis de Butembo-Benisi está situada en el Nord-Kivu, en el noreste
de la República Democrática del Congo, y desde hace algún tiempo está siendo
atacada por las llamadas «Fuerzas Democráticas Aliadas», un grupo rebelde
cercano al «Estado
Islámico». Ya
el mes pasado, el obispo local, Monseñor Melchisedec Sikuli Paluku, había dado
la voz de alarma sobre los continuos ataques terroristas y las numerosas
violaciones de los derechos humanos perpetradas en la zona. En el punto de mira
de los atacantes no sólo están las iglesias, sino también las escuelas y los
hospitales. «No
pasa un día sin que maten a gente - había denunciado el obispo - Los rebeldes
vienen a matar a los enfermos en las camas de los hospitales».
Entre 2013 y
2020, los ataques han causado más de 6.000 muertos solo en Beni; 3 millones de
desplazados y 7.500 personas secuestradas; casas y pueblos quemados; edificios
administrativos saqueados; animales, campos y cultivos expoliados. El pasado
mes de abril, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Nacional (CENCO)
emitió un mensaje en el que instaba a poner fin a la violencia: «¡Dejad de matar
a vuestros hermanos! - Dejad de matar a vuestros hermanos», imploraron los
prelados, dirigiéndose a todas las partes implicadas: «Su sangre grita
desde la tierra.
Los obispos
esperan, por tanto, una reforma estructural del gobierno; una mejor gestión del
ejército, con la destitución de todos los oficiales coludidos; un refuerzo de
la logística para evitar los ataques de los milicianos y reducir así la pérdida
de vidas humanas; el lanzamiento de una operación militar a gran escala, bajo
la autoridad del Consejo de Seguridad de la ONU; el desarme y la reinserción
social de los soldados desmovilizados, para evitar que engrosen las filas de la
milicia; »la
creación de un marco permanente de concertación para la cohesión y la paz en el
este del país, dirigido por un observatorio científico multidisciplinar, y la
implicación de los líderes locales en la sensibilización de la convivencia
pacífica«.
Al mismo tiempo,
el CENCO pidió que se desarrollen en las zonas de conflicto »espacios de
diálogo« basados
en la »promoción
de los valores de la ciudadanía«, junto con el desarrollo de »asociaciones
bilaterales y multilaterales con socios internacionales«. »La guerra es la
madre de todas las miserias, afecta a todas las esferas de la sociedad y
compromete el futuro de nuestros hijos«, subrayaron además los obispos congoleños, »invitamos a
quienes se ven atrapados en el espectro de la división a comprender que es a
través del amor y la unidad como se puede vencer el mal y romper la violencia«.
De
ahí la invitación a »un tiempo de oración por la paz en el este del
país«,
porque el drama de esta región »concierne a toda la nación.
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