Una breve oración
para pedir perdón a Dios.
Por: P. Evaristo Sada | Fuente: la oración
ORACIÓN PARA PEDIR
PERDÓN Y PARA PERDONAR
El perdón es la llave de la libertad y la paz interior. Para pedir
perdón se requiere humildad. Para perdonar se requiere misericordia. Ni la
humildad ni la misericordia son fáciles. Pedir perdón supone reconocerse
pecador. Perdonar supone tener un corazón como el de Cristo.
En el Padre Nuestro, Jesucristo nos enseña a pedir: "Perdona nuestros pecados como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden", pues el perdón de
los pecados y el haber perdonado son condiciones para alcanzar la paz interior
y la salvación eterna.
Padre, me declaro culpable, pido clemencia, perdón
por mis pecados. Me acerco a ti con absoluta confianza porque sé que tú
prefieres la penitencia a la muerte del pecador (cfr. Ezequiel 33,11) A ti no
te gusta ni la venganza ni el rencor, tu corazón es compasivo y misericordioso,
y sé que sólo estás esperando a que tenga la humildad de reconocer mi pecado,
arrepentirme y pedir perdón para desbordar la abundancia de tu misericordia.
"Cuando confesamos nuestros pecados, Dios, fiel y justo, nos los perdona" (1 Jn 1,9) Miro al horizonte: veo tus brazos abiertos y un corazón de Padre queriendo atraerme con lazos de un amor infinito. Padre, perdóname, quiero recibir el abrazo eterno. Tu enseñanza es muy clara: para ser perdonados y poder entrar en el Reino de los cielos debemos tener un Corazón como el tuyo.
"Perdonad y se os perdonará" (Lc 6,36)
"El que odia a su hermano es un homicida"
(1 Jn 3,15)
"Con la medida que midiereis se os medirá" (Mt 7,2)
"Si no perdonáis, tampoco el Padre os
perdonará" (Mc 11,23)
Nos pides que seamos buenos cristianos por la práctica de la caridad evangélica. Que seamos benévolos con quienes nos han hecho daño, con quienes nos han ofendido, nos han traicionado y nos odian, pues de otro modo no mereceremos que lo seas Tú con nosotros. El siervo al que se le condonó su deuda, cuando no quiso él hacer lo mismo con otro que le debía, fue encarcelado.
Nos pides que seamos buenos cristianos por la práctica de la caridad evangélica. Que seamos benévolos con quienes nos han hecho daño, con quienes nos han ofendido, nos han traicionado y nos odian, pues de otro modo no mereceremos que lo seas Tú con nosotros. El siervo al que se le condonó su deuda, cuando no quiso él hacer lo mismo con otro que le debía, fue encarcelado.
Perdió el perdón que había obtenido al no ser él
capaz de perdonar. (Mt 18,23-25)
Padre, envía tu Espíritu de amor y perdona mis
pecados, purifícame, sáname, restáurame, renuévame con la Sangre Redentora de
tu Hijo; ayúdame a tener un corazón como el Suyo, un corazón humilde y generoso
capaz de perdonar, arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de
carne.
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