Al acercarse a Jesús, ha podido, después
de 40 años, perdonar aquellos horrores.
Phally Budock se bautiza esta Pascua de 2019 en
Estados Unidos, pero su historia empieza en los campos asesinos de Camboya.
En abril
de 1975, el régimen comunista de los Jemeres Rojos y el Angkar, el partido
comunista de Camboya, tomaron el control de este pequeño país asiático de
tradición budista. Ordenaron evacuar
las ciudades y trasladaron a casi toda la población al campo, en condiciones de
esclavitud. Los intelectuales, los que sabían leer y escribir, los que
habían sido funcionarios, los cristianos y los que hablaban lenguas extranjeras
o conocían algo de Occidente, fueron masacrados.
Después,
seguirían las matanzas con cualquier excusa. Se considera que entre 1,5 y 3 millones de camboyanos murieron asesinados
por este régimen en campos de la muerte, hambrunas planificadas o puras
ejecuciones. Aproximadamente, uno de cada cinco habitantes. La película Killing Fields (Los gritos del silencio) expresaría al mundo cómo fueron esos años.
Fragmento de 4 minutos de Killing Fields que recoge la vida de trabajos forzados
en los campos comunistas de Camboya de 1975 a 1979; minuto 3:10: "nos
dicen que Dios ha muerto y que el partido que llaman el Angkar cuidará de
nosotros"
Entre las
víctimas estuvo el padre de Phally
Budock, una camboyana que será bautizada católica esta vigilia pascual de 2019
en Silver Spring (Maryland, EEUU).
Al
conocer a Cristo, ella ha sido capaz de
perdonar, pero entiende que los que no lo conocen no consigan perdonar. A ella le costó 40 años... y tiene
muchas heridas, que ha explicado al Catholic
Standard.
A
LOS 5 AÑOS, LE QUITARON AL PADRE Y LA ENVIARON A CAMPOS DE TRABAJO
En 1975
ella tenía 5 años. Su padre presidía un banco rural en Camboya y había
estudiado en Estados Unidos. Los
jemeres la llevaron con toda su familia a un campo de trabajo en medio de la
jungla, al norte del país. Recuerda vivamente que los soldados se llevaban a su padre y ella
corría detrás de ellos. Su madre la cogió en brazos y le dijo que papá
volvería. Papá no volvió nunca.
En los siguientes 3 años, Phally
vio morir a su hermano en esa
selva, lugar de trabajo, hambre y muerte. Su madre lo enterró. Después vio morir a su hermana. Vio
como su madre la enterraba también. Hubo guerra con Vietnam del Sur, que
derrocó a los jemeres. Al acabar, en
una familia que había tenido 12 miembros, solo su madre y 5 hijos sobrevivían,
y dos de ellos habían tenido la suerte de estar estudiando en el extranjero en
estos años.
Después
de pasar un año en un campo de
refugiados en Tailandia, consiguieron llegar a Estados Unidos como
refugiados.
DIOS
EXISTÍA PERO ¿LE IMPORTABA ALGO EL DOLOR HUMANO?
Su madre,
que había sido educada católica, nunca perdió la fe, ni ante los infortunios ni
ante la propaganda atea de la reeducación jemer. Pero no había transmitido esa fe a la niña, ni había podido bautizarla.
Phally no
dudaba de que Dios existiera, pero se preguntaba cómo permitía tantas
atrocidades y maldades, las desgracias que le pasaban a su familia y a tanta
gente. ¿Era Dios una
fuerza ciega, ajena al sufrir de las personas?
Phally se
casó con un católico, y alguna vez lo acompañaba a misa, pero en realidad no le
interesaba nada la fe. Estaba cerrada a ella.
EL
ESCÁNDALO DE LA POBREZA: SALIR DE UNA MISMA
Hasta que
en 2004, con 34 años, pudo volver a Camboya en un viaje. Ver la inmensa pobreza que había en ese país
cambió su vida. Se sentía llamada a hacer algo, a ayudar, a salir de sí misma.
Y eso le llevaba a preguntarse: ¿para qué sirve mi
vida, por qué estoy aquí?
Empezó un
proceso de insatisfacción. Y en 2007,
por primera vez, rezó a Dios, a Jesucristo, como había visto hacer a su
madre alguna vez.
"Era la primera vez que acudía a Jesucristo. Le dije: 'Señor, si tu eres el Dios del que siempre
oí, ayúdame, muéstrame cuál es el propósito de mi vida, para qué me
creaste'".
Tras esa
oración, explica, sintió que "mi vida cambió
en una dirección que me permitía conocerle personalmente, no sólo saber cosas
de Él a través de mi madre como cuando yo era una muchacha que crecía".
Sí, Dios
estaba "por ahí", y escuchaba.
Ella más o menos se interesaba por Él, con altibajos. Pero en la Pascua de 2015
sucedió el otro gran acontecimiento que
la impulsó. Vio la teleserie AD La Biblia Continúa.
Explica
lo que experimentó. Viendo a Jesús
llevar la Cruz sintió que ella tomaba el lugar de Él, que podía sentir
físicamente Su dolor y el peso que Él cargaba.
Inmediatamente
tras esa experiencia, ella rezó y le dio gracias por lo que Jesús hizo para
quitar el pecado del mundo.
BUSCANDO,
COMPARANDO Y ELIGIENDO IGLESIA
A partir
de este momento, acompañada de su hermana Pheary Sem, empezó a visitar distintas iglesias cristianas, de distintas
denominaciones, buscando conocer y seguir mejor a Jesús.
Las
investigó, las comparó y llegó a la conclusión de que "el catolicismo lo tiene todo bajo un
solo techo; otras denominaciones tienen solo fragmentos de esa plenitud".
Empezó a acompañar a su madre a
misa, y a gozar con la profunda fe de
ella, hasta que murió en septiembre de 2018.
"Empecé a entender lo que mi madre siempre supo. Que Dios ha hecho
milagros por nosotros, que actuó al sacarnos salvos de esa jungla tras la
guerra y traernos a EEUU".
¿Y los horrores del mal? Estudiando la Biblia y
reflexionando vio que lo que a ella le dañó fueron maldades realizadas por
hombres, por su
voluntad, no obras de Dios.
LA
VISIÓN CRISTIANA, Y EL PERDÓN, LO CAMBIAN TODO
Phally
estaba escribiendo un libro sobre los crímenes y horrores del genocidio de
Camboya, pero ahora, al darle un enfoque cristiano, cambia casi todo. "El mundo no
se redimirá sin Jesucristo, con esfuerzo meramente humano puedes hacer poca
cosa, sin la Gracia de Dios no avanzas", señala.
Ha podido
entrevistar a algunos genocidas, ha
constatado su "pobreza espiritual". Algunos se han hecho cristianos y se han
arrepentido de sus crímenes.
Los
camboyanos que no conocen a Jesucristo, dice, pocas veces consiguen perdonar o
entender el perdón. Pero ella dice que
perdonar es necesario para "reconstruir la
humanidad, restaurar la pérdida y el dolor. Perdonar es dejar que sea Dios quien restaure la
justicia, es dejar que Él lleve la justicia a la injusticia. Tu trabajo es
dejar marchar eso, perdonar".
Insiste
en que ahora que conoce a Cristo y que
sabe que Dios es justo, le es posible perdonar. Especialmente desde que
ella decidió rendirse a Él, entregar su vida.
En
octubre empezó a ir a misa a Saint Andrew Apostle,
en Silver Spring, y allí conoció su apostolado de laicos que ayudan a personas
con dificultades. Se sumó a ese trabajo, y anima a todos a perdonar y
seguir adelante, evitando la "guerra en nuestro corazón", que puede
ser "un divorcio, una enfermedad, depresión, muchas cosas que nos atacan por dentro..."
En enero habló con el párroco y ella y su hermana
Pheary Sem hicieron ya su curso de preparación para el bautismo. Se bautiza en la Vigilia Pascual. "Estoy lista para hacer la voluntad de Dios, sea la que sea", explica.
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