Félix Steven Manrique, el gurú
que captó a la adolescente española Patricia Aguilar, ha sido condenado a
veinte años de prisión, según ha podido saber El
Periódico. El tribunal peruano considera a Manrique culpable de
un delito de trata de personas
cometido contra la joven ilicitana y otras cuatro mujeres peruanas a quienes
convirtió en “esposas” de su harén sectario con el objetivo de
someterlas a sus deseos sexuales y utilizarlas para que lo “sustentaran económicamente”.
GURÚ APOCALÍPTICO
Tal como relata la periodista
Vanesa Lozano, durante la vista para la lectura de la sentencia, que ha tenido
lugar ayer, viernes 29 de marzo, y ha durado casi dos horas, el tribunal
peruano ha dado por probado que Félix Steven Manrique, autodenominado “Príncipe Gurdjieff”, que proclamaba el
apocalipsis y decía haber sido elegido por Dios para repoblar el mundo, captó a Patricia a través de Facebook cuando
ella contaba con 15 años, utilizando el engaño, y la convenció para que viajara
a Perú con él.
A su llegada, la recibió,
trasladó y retuvo. Manrique “se presentó como una persona iluminada, la envolvió con sus ideas
místicas y la enamoró con ese argumento para explotarla sexual y laboralmente,
aprovechándose de su vulnerabilidad”, como
sostenía la Fiscalía, que solicitaba 26 años y 8 meses de cárcel para Manrique.
APELACIONES
El tribunal ha oído casi todos
los argumentos del ministerio público, que concluyó que Manrique sometió a
Patricia y el resto de mujeres a un “grado
de convencimiento y manipulación que
queda acreditado en las pruebas periciales” practicadas
tanto a las mujeres como a los niños tras el rescate.
El juez también ha tenido en cuenta el criterio de la Fiscalía peruana a
la hora de tumbar el principal argumento de defensa empleado durante estos
meses por el supuesto gurú: “si bien es
cierto que el investigado no las retuvo contra su voluntad, lo cierto es
que las había convencido de tal
manera que ellas terminaron creyendo en esa forma de vida, donde él las
manipulaba a su antojo aprovechándose del estado de vulnerabilidad de
estas, haciéndolas partícipes de una visión poligámica, aislándolas de su
familia y ejerciendo control sobre
ellas”.
No obstante, la pena impuesta
a Manrique no ha satisfecho a la Fiscalía, que apelará en segunda instancia
para reclamar que se condene al gurú a 26 años y 8 meses. Manrique también ha
anunciado que recurrirá la sentencia, porque insiste en que es inocente.
Por su parte, el abogado de
Aguilar en Lima, Víctor Rodriguez, dijo a la salida de la audiencia que se
declaraba satisfecho con la condena de 20 años, según leemos en El País.
La jueza además dispuso que el sentenciado pague una reparación civil a Aguilar
por 46.702 soles –unos 14.000 dólares– y, a las otras víctimas, montos entre
3.000 y 6.000 dólares.
INVESTIGACIÓN EN SOLITARIO
Atrás queda el calvario al que
el supuesto gurú sometió a Patricia, aunque la condena judicial no borre las
secuelas. También el esfuerzo inconmensurable de la familia de la joven, que
junto a su abogada Maite Rojas, investigaron
en solitario hasta dar con su paradero.
Viajaron a Perú y se
enfrentaron a su captor, al hombre que arrancó a Patricia de su casa con
engaños y la arrastró al infierno en una selva donde, un año y medio
después, la rescataron, junto a su
bebé, un par de policías peruanos en los que Alberto y Rosa, los
padres de Patricia, encontraron por fin la empatía y voluntad que tanto habían
buscado en las instituciones españolas.
Noelia Bru, prima de Patricia
y cerebro de las pesquisas que consiguieron localizar a la joven, no olvida la “rabia y desesperación” de aquellos primeros meses en que no sabían mucho sobre
el paradero de Patricia, cuando la
policía y la justicia española advertían de la dificultad para perseguir un
delito al que ni tan siquiera sabían ponerle nombre: persuasión coercitiva.
Le decían: “Poco podemos hacer, Patricia se
ha marchado siendo mayor de edad”,
recuerda Noelia.
PENSÓ QUE ERA INMUNE A LA JUSTICIA
Félix Steven Manrique conocía
su situación y, durante meses, la aprovechó a su favor. Se sentía a salvo, intocable, cuando
en septiembre de 2017, ocho meses después de que Patricia se marchara con él a
Perú, envió varios mensajes a Noelia utilizando la cuenta de Twitter de su
víctima, en los que se jactaba de
la inacción de los policías españoles y se ofrecía a darles
lecciones: “Podría dar clases de derecho a
la Dirincri (Unidad de Investigación Criminal de la policía peruana) de España”.
En otro de los mensajes,
Manrique intentó desalentar a la familia de la joven y los retó: “No podrían ganar nada jurídico, no en esta vida con
estas leyes (…) En lo personal no les temo. La presión mediática solo asusta a
los débiles, no perturba a quienes van ganando”. El tiempo y la justicia le han quitado la razón.
Tal como recuerda el diario
peruano El Comercio, la fiscal Berenice Romero, de la Fiscalía
Especializada en Delitos de Trata de Personas de Lima, estuvo a cargo del caso.
Félix Steven Manrique se encuentra actualmente recluido en el penal de Castro
Castro. Su condena vencerá el 3 de
julio del año 2038.
¿CÓMO ESTÁ PATRICIA AHORA?
Unas horas antes de darse a
conocer la sentencia, la joven ilicitana Patricia Aguilar ha roto su silencio
para expresar su nerviosismo. En una carta dirigida al “Programa
de Ana Rosa”, en Telecinco, en la que narra cómo es su vida ocho meses
después de haber regresado a España, la joven confiesa que aún tiene muchas dificultades. “No voy a mentir, no todo está bien todavía. Tengo pesadillas, algún episodio de ansiedad
y a veces necesito asesoramiento de mi psicólogo para afrontar algunas
situaciones”.
Según leemos en Tu
Otro Diario, respecto al gurú, tiene claros cuáles son sus deseos: “Espero y confío
en que la justicia lo condene y evitar así que Steven vuelva a hacer daño a
nadie. Volvería a las andadas porque no sabe vivir de otra cosa que no sea la estafa y el engaño. Sé lo
que he vivido, lo que he visto y lo que hace… Y por eso creo que debería
permanecer preso”, dice.
LA FAMILIA, SU GRAN FORTALEZA
En estos difíciles momentos
Patricia reconoce que su principal apoyo es su familia: “Asumí una realidad que era la de Steven y me manipulaba para ponerme en su contra, pero
siempre les he querido y estoy mejor con ellos que nunca”. En ese sentido asegura que pasa la mayor parte
del día rodeada de los suyos.
Por lo demás, en día a
día, “me encargo de mi hija, estudio y me
queda poco tiempo para otras cosas. Intento leer, ir al cine en mis ratos
libres. En definitiva, hago una
vida lo más normal posible”. Su
bebé, según dice, es muy alegre y “empieza a decir sus primeras
palabras”. Al parecer, está en el centro de su proceso de
recuperación. “No podría vivir más sin
ella, es el amor de mi vida”.
Patricia Aguilar concluye su
carta expresando un firme deseo: “Espero que todo lo que ha pasado sirva para que
cambien las cosas y se creen nuevas leyes que os protejan de
situaciones como las que he vivido”.
LAS OTRAS VÍCTIMAS
Cuando el 5 de julio los
policías peruanos detuvieron en Pangoa (selva central del país) al explotador,
y horas después, con la ayuda del Serenazgo de la Municipalidad de Pangoa,
rescataron a la joven ilicitana y a su bebé de un mes en una casa precaria en
esa localidad, también rescataron cerca de allí a otras dos mujeres que eran igualmente pareja de Manrique y habían tenido
niños con él: una de ellas, su esposa.
Como explica Jacqueline Fowks
en El País, a
todas las había embaucado. Así como la familia de Aguilar la buscaba,
los parientes de Marjorie García y Paola Vega intentaban recuperarlas y
liberarlas de la situación de explotación. Esta última había cortado el
contacto con su familia hacia 2012, después de convivir varios años con
Manrique en la casa de los padres de ella, aunque sin saber que él tenía otra
pareja y otros hijos.
Vega conoció a Manrique cuando
ambos eran miembros de Hare Krishna en Lima –él tenía 16 años y ella 22– y ha
tenido una hija con él, pero la
mujer niega ser víctima y asegura que el hombre es su pareja. “Yo no soy víctima. No estoy de acuerdo con la sentencia,
lo que quiero es que quede libre”, dijo
a la prensa Paola Vega después de la lectura de sentencia en la puerta de la
prisión de Lurigancho.
Dos hermanas de Vega y la
madre de Marjorie García se abrazaron al conocer la sentencia: sólo esperaban prisión para Manrique. Según
los testimonios y peritajes realizados a las víctimas y al agresor entre julio
y agosto del año pasado, Manrique
las captó y obligó a que trabajaran para mantenerlo y mantenerse ellas mismas y
su descendencia. Tuvo siete hijos con ellas, mientras él se dedicaba a
subir vídeos de su secta a las redes sociales y continuaba buscando nuevas
víctimas.
Secretaría RIES
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