Las noticias que nos
llegan de China desde que se firmó el acuerdo secreto entre la Santa Sede y el
régimen comunista chino son todo menos esperanzadoras: detenciones,
desapariciones, iglesias derruidas… Eso sí, los cristianos no están solos en
esta política de control con mano de hierro de cualquier manifestación
religiosa: se calcula que en los campos
de reeducación chinos, de infausta memoria, se encuentran recluidos como mínimo 800.000 uigures musulmanes a
quienes se está forzando a abandonar su religión.
La última noticia
respecto al proyecto de “sinización” que el
régimen chino está imponiendo a las comunidades cristianas en China se refiere
a la purga de todo elemento occidental (según el
criterio de los funcionarios comunistas chinas) que llegaría incluso hasta una
reescritura de la Biblia.
Cuando se habla de “sinización” se está haciendo referencia a dos
fenómenos. Por un lado el control
administrativo de cualquier organización religiosa por parte del régimen
comunista chino, por otro la
conformación de las enseñanzas y doctrinas cristianas a la “cultura china”.
La clave, más allá de la negación de la universidad del mensaje
cristiano, está en quién define lo que es esa “cultura
china” a la que las enseñanzas cristianas deberían de adaptarse. Y aquí
la respuesta es unívoca: el régimen
comunista chino es el único facultado para esta tarea y así lo hacen
saber en todo momento (al menos no se les puede acusar de doblez).
En este proceso, leemos que el
funcionario comunista a cargo de las comunidades protestantes, Xu Xiaohong, ha anunciado que la
campaña de Xi Jinping para purgar la fe
cristiana de sus rasgos “subversivos y extranjeros”
va en serio. Y ha pedido explícitamente que se incorporen los “valores del socialismo” a la teología cristiana y
se desarrolle una mayor “conciencia nacional” entre
los fieles cristianos.
Pero esta vez ha ido bastante
más allá, anunciando los planes chinos
de realizar una nueva traducción de la Biblia que recogería estos
valores y esta nueva conciencia. La traducción, además, irá acompañada, según
Xu Xiaohong, de numerosas notas
provenientes de diferentes fuentes y autores chinos para hacer que el texto
bíblico sea más chino, purgándolo, reinterpretándolo a su gusto y
finalmente desfigurándolo.
Asistimos pues al intento de un Estado ateo de reescribir las Sagradas
Escrituras, la Palabra de Dios, para amoldarlas a su ideología y,
de este modo, llegar a dominar por completo a las comunidades cristianas que
están bajo su jurisdicción. Ya no les basta con controlarlas
administrativamente, sino que quieren
controlar también la misma doctrina que se enseña y profesa.
Recemos por los cristianos
chinos, para que conserven su fe aún estando sometidos a unas pruebas inauditas
agravadas, por desgracia, por la sensación de haber sido abandonados por sus
propios hermanos.
Jorge Soley
No hay comentarios:
Publicar un comentario