Este testimonio está
extraído del libro “Medjugorje, el Triunfo del Corazón” de Sor Emmanuel,
Ediciones Paulinas. Publicado por gentileza de Children of Medjugorje,
Argentina.
¡El Pravda contenía
la verdad! ¡Fátima! Por primera vez (y la única), la Gospa cita en un
mensaje otro lugar de apariciones, y lo hace siete años después de que lo
hiciera Juan Pablo II, “el más predilecto de sus hijos”. Pero retrocedamos
en el tiempo. Estamos a 20 de marzo de 1984. Monseñor Pavol Hnilica, amigo de
larga data de Karol Wojtyla, se encuentra en la India conversando con la madre
Teresa acerca del proyecto del Santo Padre de consagrar solemnemente a Rusia y
al mundo entero al Corazón Inmaculado de María, según el pedido de Nuestra
Señora en Fátima. Este proyecto debe realizarse el 25 de marzo, ¡es decir dentro de
cinco días!
§ “¡Qué lástima que yo no pueda estar en Moscú el 25 - le dice a la madre Teresa - ¡No habrá nadie allí para consagrar a Rusia!”
§ “¡Qué lástima que yo no pueda estar en Moscú el 25 - le dice a la madre Teresa - ¡No habrá nadie allí para consagrar a Rusia!”
Finalmente, el
obispo decide tratar por todos los medios de estar en Moscú ese día.
§ “¡Sí, vaya! Mire, ¡llévese mi rosario! ¡Yo oraré por usted!” - le dice la madre Teresa con su vehemencia habitual.
§ “¡Sí, vaya! Mire, ¡llévese mi rosario! ¡Yo oraré por usted!” - le dice la madre Teresa con su vehemencia habitual.
§ “¡Pero va a ser
prácticamente imposible ir más allá de la frontera!”
§ “¡La Santísima Virgen le abrirá las puertas de Rusia!”
§ “¡La Santísima Virgen le abrirá las puertas de Rusia!”
Como por un milagro
el obispo obtiene su visa. Se apodera de la fe de la madre Teresa (y de su
rosario) y emprende el viaje.
El guardia
fronterizo, ¡como era de esperar!, es una verdadera cortina de hierro.
§ “¡No pueden pasar!” - les dice a los dos viajeros.
§ “¡No pueden pasar!” - les dice a los dos viajeros.
El padre Leo
acompañaba al obispo, y declama en ruso las palabras más preciadas del
diccionario de blasfemias comunistas. Ellos insisten y esperan. El termómetro
indica –15º C. Los rosarios se suceden ininterrumpidamente.
Cada hora el guardia trata de comunicarse con su jefe, pero el aparato no funciona. Al alba, sobresaltado, les grita:
§ “¡Lárguense de
aquí! ¡No quiero verlos más!”
La Gospa había
abierto las puertas de Rusia, a su manera...
El 25 de marzo, el
obispo llega al Kremlin, acude a esa iglesia en desuso, irónicamente bautizada
por el régimen comunista “Museo del ateísmo”, donde el pueblo
venera en secreto sus íconos, simulando admirar las obras de arte.
Su corazón palpita
hasta partirse, porque para este ex-prisionero de las cárceles comunistas este
acontecimiento es casi un prodigio. Ha comprado el Pravda y se ubica detrás de
un antiguo altar. En el diario ha colocado el texto de Juan Pablo II para la
consagración del mundo...
Al ser consagrado
clandestinamente, Pavol Hnilica había recibido la misión de ocuparse de los
países bajo dominio comunista. El obispo que lo consagró le había dicho:
§ “Tu campo de misión se extiende desde Berlín hasta Pekín, pasando por Moscú”
§ “Tu campo de misión se extiende desde Berlín hasta Pekín, pasando por Moscú”
Y después de
treinta años, por primera vez, el obispo ponía los pies en Rusia. Su corazón de
pastor podría estallar de emoción, pero tiene que ser muy cauteloso pues lo
están observando... Para no llamar la atención, simula estar leyendo
detenidamente el Pravda, mientras dirige esa sublime oración de consagración a
la Madre de Dios.
§ “¡Qué buen comunista! - piensan con certeza los demás visitantes - ¡Con qué atención está leyendo el Pravda!”
§ “¡Qué buen comunista! - piensan con certeza los demás visitantes - ¡Con qué atención está leyendo el Pravda!”
Hay que decir que
ese día (una vez no es costumbre) ¡el Pravda contenía la verdad! Monseñor
Hnilica celebra la Eucaristía en sus bolsillos, según un rito aprendido en
prisión, y se marcha rápidamente. ¡Qué alegría! ¡Había podido vivir esa
consagración en comunión con todos los obispos del mundo, como lo había pedido
la “Señora” de Fátima! ¡Se cerraba así un capítulo definitivo en la historia
del comunismo!
El obispo regresa a
Roma, donde Juan Pablo II lo invita a desayunar. ¡Un desayuno que duró tres
horas! Cuenta entonces, con lujo de detalles, cómo pudo estar en el Kremlin el
mismo día en que el Papa consagraba el mundo al Corazón Inmaculado de María.
Profundamente emocionado, el Santo Padre exclama:
§ “¡La Santísima
Virgen te llevó de la mano!”
§ “No, su Santidad,
me llevó en sus brazos”
Luego el Santo
Padre le pregunta:
§ “¿Has ido ya a
Medjugorje?”
§ “No, Santo Padre,
¡el Vaticano me lo ha desaconsejado!”
Con un gesto de la
mano, Juan Pablo II desecha esa objeción.
§ “Ve allá de
incógnito, y me dirás lo que has visto”
Luego el Papa lo
lleva a su biblioteca y toma un libro del padre René Laurentin. Lee algunos
mensajes de la Gospa y declara:
§ “Ves, Pavol,
Medjugorje es la continuación de Fátima. ¡La realización de Fátima!”
Algunos años más
tarde el Santo Padre le dirá:
§ “Hoy en día, el
mundo ha perdido el sentido de lo sobrenatural, pero lo vuelve a encontrar en
Medjugorje, por medio de la oración, del ayuno y de la confesión sacramental”
Ese obispo se ha convertido desde entonces en un gran defensor de Medjugorje. El Papa le pregunta con frecuencia:
§ “Pavol, ¿cuáles
son las noticias de Medjugorje?”
El 25 de marzo de 1994, monseñor Hnilica vino a celebrar en Medjugorje el décimo aniversario de esa consagración del mundo. Al parecer, Juan Pablo II era iluminado en forma sobrenatural sobre Medjugorje. Le confió a monseñor Hnilica que en el atentado del 13 de mayo de 1981, la Virgen de Fátima lo había protegido de la muerte (cuarenta días más tarde, la Gospa aparecía en Medjugorje. ¡Una cuaresma de sangre!) El Papa hizo entonces esta prodigiosa confidencia a su amigo:
§ “¿Pero por qué me salvó? Después de estar tres meses entre la vida y la muerte, comprendí que el único modo de resolver los problemas del mundo y de la Iglesia era la conversión de Rusia, según el mensaje de Fátima. La única solución es vivir y realizar el mensaje de Fátima...”
Si Medjugorje realiza Fátima..., ¡grande debe ser nuestra confianza! Sabemos que el Papa funda todas sus esperanzas en los grupos marianos, los de Medjugorje en particular, porque encuentra en ellos una gran fidelidad a la Iglesia, a la oración, al ayuno, a los sacramentos... ¿Y cómo no evocar ahora la felicidad de la misma sor Lucía que nunca ha dejado de ver a la Santísima Virgen desde 1917 y a quien María habla hoy... ¡de lo que realiza en Medjugorje!?
El sábado 2 de abril
de 2005, a las 21:37, nuestro muy amado Juan Pablo II regresó a la casa del
Padre. Su fallecimiento coincidió litúrgicamente (según la liturgia, una fiesta
comienza tras el rezo de las vísperas del día anterior) con la fiesta de la
Divina Misericordia, proclamada por él mismo en abril de 2000, con el pedido de
que se celebrara el primer domingo después de Pascual. Era, además, un primer
sábado, día que la Virgen de Fátima había pedido fuera consagrado a su Corazón
Inmaculado. Y Karol Wojtyla consagró todo su pontificado a la Madre de Jesús
con el tema Totus Tuus.
El mismo sábado 2 de abril, el vidente Iván se encontraba en una parroquia de New Hampshire (EE. UU.). En vista de la diferencia horaria con Europa, recibió la aparición de la Santísima Virgen unas pocas horas después de la muerte del Papa. Iván relata que cuando la Virgen María se le apareció, estaba sola como de costumbre. Luego el Santo Padre apareció a la izquierda de la Virgen. Estaba vestido con una túnica larga y blanca, cubierta de una larga capa de oro. El Santo Padre lucía muy joven. Tanto la Santísima Virgen como Juan Pablo II desbordaban una gran alegría y una increíble belleza. Entonces Nuestra Señora le dijo:
El mismo sábado 2 de abril, el vidente Iván se encontraba en una parroquia de New Hampshire (EE. UU.). En vista de la diferencia horaria con Europa, recibió la aparición de la Santísima Virgen unas pocas horas después de la muerte del Papa. Iván relata que cuando la Virgen María se le apareció, estaba sola como de costumbre. Luego el Santo Padre apareció a la izquierda de la Virgen. Estaba vestido con una túnica larga y blanca, cubierta de una larga capa de oro. El Santo Padre lucía muy joven. Tanto la Santísima Virgen como Juan Pablo II desbordaban una gran alegría y una increíble belleza. Entonces Nuestra Señora le dijo:
§ “Este es mi hijo,
está conmigo”
En ese mismo lugar, ex-Museo del ateísmo, en octubre de 1990 la Gospa se apareció a una muchedumbre en llanto que había venido para orar con Marija. Encontrarán esta historia detallada en el video: Medjugorje, ¿continuación de Fátima? (sor Emmanuel), y en el cassette: Fátima – Medjugorje (sor Emmanuel), en francés – (Maria Multimedia -
Este hecho lo relata el sobrino de
sor Lucía, el padre Salinho, salesiano en Portugal, quien se alegraba de que
Juan Pablo II permaneciera tan estrechamente ligado a sor Lucía.
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