¿Por
qué Dios dejó que entrara el pecado en el mundo? No queremos pecar pero tenemos
una tendencia a hacerlo. Y todavía encima hay seres espirituales alrededor
nuestro que nos tientan. Entonces Dios que se supone es todo Amor, ¿por qué no
destruyó a los ángeles caídos que hicieron entrar las tentaciones en el mundo?
¿Por qué Dios permite que las tentaciones de los ángeles caídos sean tan
atractivas para nosotros?” ¿Es Dios insensible a nuestra situación? ¿Por qué
Dios no nos inoculó contra las tentaciones y el pecado antes de nacer? La
explicación razonable a estas preguntas las encontrarás en la historia que te
voy a contar.
Estas preguntas son tanto antiguas como contemporáneas,
pero están cada vez más presentes debido a la omnipresencia de la tentación,
las ocasiones de pecado y nuestras caídas.
La falta de
respuesta razonable a tales inquietudes termina por nublar la mente, porque las tentaciones son vistas como algo constitutivo
del mundo. Y no como un injerto
que vino después de la creación, que el creador toleró para obtener el bien
mayor de que desarrolláramos anticuerpos a los pecados.
O sea el bien mayor de desarrollar un desamor
fuerte por el pecado debido a sus frutos amargos, y luego nuestro
arrepentimiento sincero.
Algunos se
dicen ateos, anticatólicos o indiferentes porque estas cuestiones están sin una respuesta. Y para muchos católicos no existe una respuesta
lógica que explique el porqué de todo este actuar de parte de Dios. La mayoría de los católicos desconocen las
razones o las olvidaron con el paso del tiempo.
NO
TERMINAMOS DE COMPRENDERLO
De hecho,
muchos sacerdotes, santos y beatos han escrito o incluso tenido revelaciones
sobre estas cuestiones. ¿Pero
no es acaso ilógico que muchas personas desconozcan las respuestas pero no las
buscan? ¿Te identificas tú con esto? ¿Has
buscado la respuesta? Puede que muchos de nosotros hayamos estado esperando a que se nos muestre sin buscarlas
demasiado. Quizá muchas veces creamos que Dios nos dará las respuestas en medio de una oración, lo cual no
es del todo descabellado. Otros simplemente creen que no hay respuesta para esto y que todo es así y ya está. Incluso
hay católicos con creencias ateas, o ateos disfrazados de católicos, que dicen que todo es parte de la historia de la
evolución. O sea un conjunto de hechos sucesivos y marcados por la Ley
de Murphy que dice que “si algo puede suceder,
seguramente sucederá”.
Sin embargo, los católicos deberíamos creer que
realmente las cosas ocurren porque Dios interviene en esto (Romanos 8:28).
Porque
comprendemos que Dios no deja nada al
azar. Debemos ser conscientes que tampoco tenemos la posibilidad de comprender totalmente los
misterios de Dios. Pero nos ha dejado
lo necesario para comprender la historia de la salvación, y así obtener
las respuestas que necesitamos.
Cómo fue la entrada del pecado a los corazones de
los ángeles caídos.
Y cómo la tentación del demonio entró en el corazón
de Adán y Eva, nuestros primeros padres.
LA
CREACIÓN DE LOS ÁNGELES
Todos los ángeles fueron creados en una instancia
al principio de la creación, según la tradición.
Una teoría que podemos creer es que en el primer
día cuando Dios hizo “la luz”, fueron los Ángeles esa “luz” que creó (Gen. 1:3).
Esto es
después confirmado cuando Dios “separó la luz de la oscuridad”,
refiriéndose a la rebelión de los ángeles liderados por Lucifer (Gen. 1:4)
Lo
cual es mencionado por San Agustín
en “Ciudad de Dios”: “Porque
cuando Dios dijo ‘Hágase la luz, y la luz existió’. Si somos justos al
creer que en esta luz se realizó, la creación de los Ángeles, entonces
ciertamente fueron creados como
participes de la eterna luz que es la inmutable Sabiduría de Dios. Por
medio de la cual todas las cosas fueron creadas, y de quien llamamos el
unigénito Hijo de Dios. Para que ellos, siendo iluminados por la Luz que los
creó, pueden así mismo ser luz y ser
llamados “Día” en la participación de la inmutable Luz y Día, que son la
Palabra de Dios. Por medio de la cual tanto ellos como todo lo demás ha sido
creado”.(Libro 11,
Capitulo 9)
¡Tiene
mucho sentido lógico dado que el “Sol”
y la “Luna” no fueron creados hasta el cuarto día!
Entre tantas
maneras de verlo quisiera rescatar el enfoque del padre José Antonio
Fortea sobre cómo siguió esto.
QUE
DICE FORTEA SOBRE LA “HISTORIA DEL MUNDO ANGÉLICO”
La suya es
una manera un teológica e ilustrativa de interpretar la relación de Dios con su
creación, desde el momento inicial, la creación del mundo angélico. El libro
está basado en el relato de las visiones sobre el inicio de la creación que
tuvo la beata Ana Catalina
Emmerich.
Quiero
parafrasear el inicio del libro: “En el principio del Evo (tiempo antes del tiempo),
si es que el tiempo tuviera principio, aparecieron alrededor de la Majestad de
Dios incontables multitudes de ángeles
en toda la diversidad posible que pudieran imaginar”.
Añade,
textualmente el autor: “El número de los ángeles era incalculable, pero hubo un último ángel en aparecer”.
Y
agrega además que: “En la cúspide de esta pirámide angélica, en el
vértice de esta jerarquía, estaba el
más admirable espíritu angélico: Lucifer. La obra maestra de Dios.”
La esencia
de la obra creadora de Dios marca el inicio del tiempo para sus creaturas.
Su Amor lo crea todo a través de su Verbo.
La historia
de la creación del mundo espiritual comienza mucho antes de la historia del mundo material, al cual nosotros
pertenecemos. Sin embargo no quiere decir que fue un corto periodo de “tiempo”. Algunos se preguntará por qué la Biblia
no contiene esta interpretación, o al menos no completamente. Y la respuesta es
porque el interés de la Escritura es
mostrarnos el amor de la Santísima Trinidad a sus creaturas predilectas,
nosotros, la Humanidad. ¿Entonces la historia del
mundo angélico no tiene importancia? Ciertamente que toda obra de Dios
la tiene.
Dios constituyó al mundo de los ángeles con el
mismo orden que proviene de sí mismo. De eso no hay duda.
Dio además a todos los ángeles un propósito, una tarea, un don.
Sin embargo estos debían moldearse en el Amor y en
las Obras.
Según el
Padre Fortea, había ángeles que se
complacían en la oración y en la vida ascética. Otros más laburadores, otros más intelectuales, otros que parecían
dispuestos a servir a los demás en todo. Sin embargo, no nos cansaremos en
insistir acerca de lo descomunal que
era Lucifer. Encumbrado como una montaña sobre las montañas. Alto como
el sol más grande, en un mundo de soles.
El amor se desarrolló en todas las jerarquías. Pero
asimismo los defectos hicieron su aparición en todos los niveles.
La libertad con que Dios dotó a sus criaturas
comenzaba a producir frutos variados.
El libre albedrío se ramificaba en un sinfín de posibilidades entre el bien y el mal. Aparecieron verdaderos santos, pero también
algunos espíritus se habían mundanizado. Los ángeles fueron creados por
naturaleza como seres buenos, pues Dios todo lo hace así. Sin embargo los espíritus tuvieron la libertad de escoger,
seguir la luz creadora de la Majestad de Dios o no. Cuenta el Padre Fortea que una de las mayores luchas internas se libró
en el espíritu de Lucifer. Veía que todos los ángeles se parecían entre
ellos, pero él era muy diferente. Era
muchísimo más magnífico. Pero no
comprendía totalmente esto. Dios
guardaba silencio. Recordemos que la prueba de Dios es el Amor.
Lucifer tenía un gran intelecto, mayor que los
ángeles juntos. Pero aún no entendía bien y las dudas empezaron.
El tiempo para discernir se terminaba y debía manifestarse el propósito de Dios. Y así fue. Dios mostró a los ángeles su amor y les dio
la visión de la creación del mundo material, y sobre todo del hombre. El
padre Fortea muestra el pasaje contando que les fue mostrado el sufrimiento y el sacrificio de Cristo por nuestros
pecados. La caída y el levantamiento de la Humanidad por el Dios hecho
hombre. Aquello, según relata el padre, fue algo contrario al intelecto del ángel que fuera el más magnífico. Y
entonces eligió seguir sus
conocimientos y abandonar el proyecto de Dios. Adujo que Dios, quien se
mostraba bueno y limpio, no podía permitir la aparición de la maldad y el
pecado. Es fácil comprender en estas circunstancias históricas que
nosotros vivimos, que aquello que mostró el Señor a Lucifer y al resto de
ángeles, no fue más que una advertencia
del mal uso del libre albedrío. Y que el ángel más magnífico lo habría
descubierto de haber sido verdaderamente listo y humilde.
NO
HABÍA PROFUNDIZADO EN EL AMOR
Lucifer se levantó y empezó a esgrimir todo su
intelecto a fin de convencer a todos los ángeles de la idea de que Dios había
fallado en su actuar.
Les mostraba que si había fallado no debía de ser Dios. Insistió en que debían seguirlo a él. Es en este punto cuando se levanta Miguel, un
“ángel menor”
pero avanzado en la práctica del Amor. Y defiende a su Dios,
aduciendo que una creatura no puede comprender a Dios completamente si no sigue
sus designios. Empezó así una “guerra” de intelectos, pues los ángeles
son seres espirituales. Lucharon unos con otros. Los que habían seguido a
Lucifer confundían a los demás con sus
engaños. Mientras que los que estaban con Miguel traían cerca del Señor a aquellos espíritus que convencían.
Entonces el pecado según el Padre Fortea, se generó
por la desobediencia de Lucifer y su soberbia.
Era como una
materia oscura que dañaba y pudría
a los espíritus que alcanzaba. Así se originó el pecado, en el mal uso del libre albedrío y en el
rechazo del Amor.
¿Y
EN NUESTRA ÉPOCA Y CON NOSOTROS?
¿No
se parece esto a la situación actual en que vivimos hoy? ¿No vienen los pecados del mismo origen? ¿Has
apreciado como el pecado desvirtúa a toda la persona?
Mira nuestra
sociedad y dime si no es muy parecida a aquella guerra. Unos luchando por salvar del error al prójimo y otros aduciendo que Dios
no existe y diciendo que todo es lícito porque no hay una moral válida
para todos. Incluso hay quienes niegan Su poder aun aceptando Su existencia. Muchos cristianos también piensan así;
de repente a veces inadvertidamente cuando niegan la naturaleza con la que
fuimos creados y quieren cambiarla.
Es grave, porque nos hemos dejado incluir en una
batalla que Dios quería evitarnos.
Pero la misericordia de Dios previó el
arrepentimiento y Su aceptación de los arrepentidos.
LOS
ÁNGELES ARREPENTIDOS
Mientras
transcurría la batalla en el mundo angélico, eran cada vez más los que se consolidaban en el grupo de Miguel.
Estos
portaban dos estandartes según el Padre Fortea: “Los
ángeles fieles alzaron dos estandartes. En realidad, no eran estandartes
materiales. Ni materia, ni instrumentos podían hallarse en los Cielos. Pero lo
que ellos alzaron sólo se puede comparar con un gran estandarte.
El primer estandarte que se alzó fue el de
Jesucristo. El segundo, el de la Reina de los Ángeles.
La
visión de aquellas dos figuras fue irresistible para los demonios. Les volvía
como locos.”
Esta visión
de los estandartes era como un aviso de
la derrota que vendría por la pureza, a través de María, a la que
Lucifer había desechado. Y esto le causaba un inmenso sufrimiento. Sigue
narrando el padre Fortea en su libro: “Y
entonces, se escuchó la voz de Dios que
venía de lo alto. Resonó su voz regia y grave de entre las nubes,
dirigiéndose a los demonios y su Dragón.
Sus
palabras fueron:
Meditadlo bien, ésta es la última oportunidad. Vais
a ser expulsados de los Cielos. Todavía podéis arrepentiros. O ahora o nunca”.
Algunos
pocos, muy pocos entre los traidores a Dios, hicieron un esfuerzo titánico y se elevaron de entre las hordas de los
malvados. Volaron hacia arriba diciendo entre lágrimas y rabia:
“No merecemos el perdón. Pero cámbianos.
Cámbianos
el corazón. Haremos lo que haga falta”.
Y con una
genuflexión inclinaron la cabeza ante el Dios que se ocultaba tras las nubes.
Miguel se
acercó y señalando a los estandartes,
les dijo: “Postraos
delante de ellos, uno a uno, y besadlos. El
Cielo entero contempló la procesión de los últimos en regresar. Deformes y
ennegrecidos, necesitarían largo tiempo
para ser sanados”.
LA
MISERICORDIA DE DIOS EN ACCIÓN
El Señor,
nuestro Dios, mostró Misericordia hacia
Lucifer hasta el último punto. Pues para eso fueron creados, para la
vida en el Amor, que es la Trinidad misma. El padre Fortea ilustra este pasaje
como la plática de un padre con un hijo
rebelde: “Hijo mío, vuelve a mí. Te lo repito. Ésta es la última oportunidad. Tu pecado no es mayor que mi misericordia.
Fui grande al crear el Cielo, pero más grande es mi
perdón. Si retornas y lloras tus faltas, serás la Joya del Cielo.
En ti resplandecerá la luz de mi compasión perfecta. Los milenios,
te contemplarán y me glorificarán: Qué grande fue el Altísimo al perdonarle todo
su mal. Hijo mío, serás la joya de mi misericordia. Brillarás y dejarás
atónitos a los humanos que vendrán.
Ellos viéndote comprenderán que no hay pecado que
no pueda perdonar.
Tú,
mejor que nadie, podrás transmitir esa confianza al caído. Serás un gran predicador, serás un
gran intercesor que me repetirás a lo largo de los siglos: si me perdonaste a
mí, perdónale a él.”
Ciertamente este diálogo corresponde totalmente con el
actuar de Dios a través de los siglos y es muestra de que Dios es
constante en la historia de la salvación. Esta misma plática se nos plantea a
cada día.
EL
SEÑOR DESEA NUESTRO CONTINUO REGRESO A SU COMUNIÓN
La historia nuestra, personal, se parece mucho a
los errores cometidos por aquellos ángeles.
Pero lo
importante es la respuesta que daremos a nuestro Señor. ¿Qué estamos haciendo al respecto?
El
Padre Fortea nos habla también a nosotros:
“Tendrás que hacer penitencia, hijo mío. Pero al
cabo de los siglos, te recibiré con los brazos abiertos.
Vuelve
a mí. Si ahora no aceptas esta última oportunidad, ya no habrá otra. Pasará un
número de siglos igual a los granos de arena de las futuras playas de todos los
mares, las pirámides se volverán polvo, los océanos se secarán gota a gota, y
la eternidad no habrá hecho más que empezar.”
Y todas
estas promesas son válidas aún hoy para nosotros. Siempre, a cada día, en cada
momento.
¿Cuál será nuestra respuesta?
“El
Diablo irguió la cabeza y con toda frialdad respondió: ¡Jamás! Nunca me
arrodillaré”.
Entonces, “San Miguel extendió su brazo
y le dio una orden: Fuera.”
Un largo
alarido dejó una estela perdiéndose en la negrura sin fondo. Los horrorizados
demonios, situados entre las huestes divinas frente a ellos y el abismo de
detrás, se lanzaron al precipicio. Así
los demonios fueron expulsados de la presencia de Dios. Y ya no se encontró lugar para ellos en
los Cielos.
LO
QUE PUEDE LA SOBERBIA
Lucifer era uno de
los ángeles más bellos y hermosos. Su nombre significa “lucero”,
estrella radiante de la mañana. Su inteligencia también era aguda y
fascinante. A tal punto que en el momento de la elección se prefirió a sí
mismo.
Prefirió buscar la felicidad y la realización
autocontemplándose.
Como iba a hacer Narciso, que autocontemplando su belleza en las aguas del lago cayó en él y
pereció ahogado. La Biblia nos da
pistas de lo sucedido cuando indica el estado privilegiado que tenía
Lucifer y la razón de su caída: Por haberse
estirado en su altura levantando su copa hasta las nubes, y haberse engreído su
corazón por su grandeza (Ezequiel 31,10)
Tu esplendor ha caído en el Seol… ¿Cómo has caído desde el cielo, brillante
estrella, hijo de la Aurora?… Te decías en tu corazón: el cielo escalaré,
encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono… Subiré a las alturas de las
nubes, seré igual al Altísimo (Isaías 14, 12-14) Tú eras el dechado de la perfección, lleno de sabiduría y
de espléndida belleza. En el Edén, jardín de Dios, vivías. Innumerables piedras
preciosas adornaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de
ónice, jaspe, zafiro, carbunclo y esmeralda. De oro era el borde de tu manto,
de oro las incrustaduras, todo a punto desde el día en que fuiste creado. Como
un querubín protector yo te había puesto en el monte santo de Dios. Eras
perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció
en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y
pecados. Y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín
protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu
belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor. Y Yo te he derribado
en tierra y te he presentado como espectáculo a los reyes (Ezequiel 28,12-17)
Jesús
mismo en el evangelio menciona este punto de la historia del mundo angélico: “Él les dijo: Yo
veía a Satanás caer del cielo como un rayo.” (Lucas 10: 18)
LOS
QUE VOLVIERON FUERON PURIFICADOS
La Misericordia de Dios se manifestó en la
purificación de los ángeles que habían fallado y habían regresado.
Pero, sobre
todo en la admisión de la Gloria
Celeste de aquellos que habían permanecido fieles en la batalla y
perseveraron en el Amor. Estos eran dos terceras partes de los ángeles. El
resto perseveró en el error. Las
confusiones que hoy nosotros tenemos presentes en nuestra sociedad, son
dudas que el enemigo no tiene. El
maligno conoce el poder de Dios
y su infinito Corazón de Misericordia. Pero su propósito es solo que se pierda la mayor cantidad de almas,
porque odia a Dios.
Y sabe que la mayor herida que puede causar al corazón
de Dios es causada por estas almas que caen en el infierno.
Lucifer teme el día del cumplimiento de la Misericordia de Dios con su
Pueblo.
Nosotros no tenemos nada que temer. Solo debemos
crecer en el Amor todos los días.
Fuentes:
- http://es.catholic.net/op/articulos/7604/cat/840/demonios-angeles-caidos.html.
- https://www.mscperu.org/espirit/angeles/historia_del_mundo_angelicoFortea.pdf
- http://es.aleteia.org/2016/09/08/por-que-dios-creo-a-los-angeles-quienes-son-y-en-que-nos-ayudan/
- http://anacatalinaemmerick.com/visiones_completas/category/tomo_1_el_antiguo_testamento/
Edwin Vargas, de Nicaragua, Ingeniero de Sistemas, Predicador Católico
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