Quiero adelantarme a los pastores y a los Reyes Magos.
Quiero llegar aquí cada mañana el primero.
QUERIDO NIÑO JESÚS:
Te tengo
aquí presente en este rato de adoración. Pienso en ti y te pienso. Sí, parece
lo mismo pero en realidad no lo es. Muchas veces pienso en ti, me acuerdo de
ti, pero no te pienso. Es como decir que falta algo de camino para que de mi
mente llegues a mi corazón. Bueno, en realidad estoy enamorado de ti, pero
mucho menos de lo que tú lo estás de mí. Y ese es el camino que quiero recorrer.
En el fondo tú ya estás en mi corazón y yo, quizás, ni siquiera he llegado al
mío porque me falta tanto amor.
TE AGRADEZCO
Hoy quiero agradecerte este esfuerzo de salir de tu cielo para venir a nuestra tierra, a mi tierra de cada día. Tanto tiempo peregrinos en busca de la Tierra Prometida y ahora en ti descubro esa promesa, ese amor, esa ternura: Dios con nosotros, Dios conmigo, Dios para mí, en una cueva, en Belén.
Hoy quiero agradecerte este esfuerzo de salir de tu cielo para venir a nuestra tierra, a mi tierra de cada día. Tanto tiempo peregrinos en busca de la Tierra Prometida y ahora en ti descubro esa promesa, ese amor, esa ternura: Dios con nosotros, Dios conmigo, Dios para mí, en una cueva, en Belén.
Te tengo
en la Eucaristía. Te miro y me miras. No sé quién tiene más admiración, si yo de
ti o tú de mí. Me amas y te amo. Naciste ya hecho Eucaristía, hecho pan para
comerte, tanta fue tu ternura. Naciste en Belén, que quiere decir “Casa del Pan”. Y con razón María te quería comer
a besos. Eucaristía anticipada por aquella que te dio la vida.
¿QUÉ ME DICES, QUÉ TE
DIGO?
Esto es lo que me dices hoy: hay que dar la vida, hacerse alimento para los demás. Cada día dejarse comer, ser Eucaristía para los hombres mis hermanos, tus hermanos. En tu cueva encuentro el ejemplo para lograrlo: la humildad del lugar, el silencio de la noche, la pobreza que elegiste, la mejor compañía: María y José. ¡Qué bien se está aquí contigo! Es una auténtica transfiguración: tu gloria se dibuja en tu pequeñez, tu amor en la sencillez y tu fuerza en tu debilidad. Tres virtudes que deben resonar en mi vida pero la verdad, ¡qué pronto se me olvidan!
Esto es lo que me dices hoy: hay que dar la vida, hacerse alimento para los demás. Cada día dejarse comer, ser Eucaristía para los hombres mis hermanos, tus hermanos. En tu cueva encuentro el ejemplo para lograrlo: la humildad del lugar, el silencio de la noche, la pobreza que elegiste, la mejor compañía: María y José. ¡Qué bien se está aquí contigo! Es una auténtica transfiguración: tu gloria se dibuja en tu pequeñez, tu amor en la sencillez y tu fuerza en tu debilidad. Tres virtudes que deben resonar en mi vida pero la verdad, ¡qué pronto se me olvidan!
Por eso
quiero mirarte y aprender de ti como un espejo de amor. Que tu sonrisa me haga
sonreír. Que tu sueño me dé paz, que tu silencio me haga aprender a escuchar.
Quiero adelantarme
a los pastores y a los Reyes Magos. Quiero llegar aquí cada mañana el primero.
Suena egoísta pero es que necesito verte, tocarte, olerte y besarte. Eres carne
de mi carne, uno como yo, ¡eres real! Quiero
que esta experiencia me acompañe durante el día. ¡He
tocado, he visto, he abrazado el Verbo de Dios! ¡Ha dormido en mis brazos y ha
llorado junto a mí y por mí!
Ser
consuelo de tu corazón es mi mayor deseo. Verte dormir mi mayor paz. Ojalá
pudiese vivir mi sacerdocio consolándote y diciéndote: “descansa,
ahora me toca a mí”. Pero en el fondo sé que tu corazón siempre está
velando y soy yo el que es cuidado por ti. Al menos déjame intentarlo, déjame
ser consuelo para tu corazón.
¿QUÉ TE PUEDO REGALAR?
Con la emoción de verte entre nosotros, Jesús, no te he traído un regalo. ¡Qué despiste! Otros llegarán al rato con regalos preciosos del lejano oriente o con humildes ofrendas de pastor. Y yo, ¿qué te puedo regalar? Mi vida es tuya, ya lo sabes. Te la entregué hace más de 20 años. Soy pobre, aunque no tanto como tú. Algo debe quedarme, seguramente mi corazón te puede ofrecer un mayor amor, un esfuerzo más delicado en mi servicio, un desprendimiento más generoso cada día para encontrarme contigo, superando cansancio, tristeza, miedos y apegos. Sí, creo que este será mi regalo. Te dejaré aquí mi corazón para que te dé calor, te consuele, te entretenga y te alegre. Así cada día tendré que volver temprano en la mañana para alimentarme de tu amor, de tu mirada y de tu bondad. Con tu corazón en el mío caminaré más rápido, haré más bien al mundo, me amaré mejor y amaré a más personas.
Con la emoción de verte entre nosotros, Jesús, no te he traído un regalo. ¡Qué despiste! Otros llegarán al rato con regalos preciosos del lejano oriente o con humildes ofrendas de pastor. Y yo, ¿qué te puedo regalar? Mi vida es tuya, ya lo sabes. Te la entregué hace más de 20 años. Soy pobre, aunque no tanto como tú. Algo debe quedarme, seguramente mi corazón te puede ofrecer un mayor amor, un esfuerzo más delicado en mi servicio, un desprendimiento más generoso cada día para encontrarme contigo, superando cansancio, tristeza, miedos y apegos. Sí, creo que este será mi regalo. Te dejaré aquí mi corazón para que te dé calor, te consuele, te entretenga y te alegre. Así cada día tendré que volver temprano en la mañana para alimentarme de tu amor, de tu mirada y de tu bondad. Con tu corazón en el mío caminaré más rápido, haré más bien al mundo, me amaré mejor y amaré a más personas.
NOS UNIMOS EN LA
EUCARISTÍA
La Eucaristía que celebro cada día será nuestro encuentro, nuestro regalo, nuestro alimento y nuestro recuerdo. Nos uniremos y ya no tendremos dos corazones, sino que el mío se fundirá en el tuyo, mi voluntad en la tuya, mi mirada la de tus ojos, mi ternura la de tu amor.
La Eucaristía que celebro cada día será nuestro encuentro, nuestro regalo, nuestro alimento y nuestro recuerdo. Nos uniremos y ya no tendremos dos corazones, sino que el mío se fundirá en el tuyo, mi voluntad en la tuya, mi mirada la de tus ojos, mi ternura la de tu amor.
Belén,
casa del Pan, cueva silenciosa del milagro de Dios entre los hombres.
Eucaristía anticipada hecha vida, ternura y gozo. En tu humilde morada dejo mi
corazón en el pesebre.
DESPEDIDA
Me retiro antes de que lleguen los pastores. Me voy sin mi corazón pero sí con el tuyo. Qué gran regalo he recibido a cambio de lo poco que te dejo. Tu amor en mi pecho y el mío en tu pesebre. Descansa, duerme tranquilo. Mañana regreso de nuevo. Tu sacerdote por siempre, P. Guillermo Serra, L.C.
Me retiro antes de que lleguen los pastores. Me voy sin mi corazón pero sí con el tuyo. Qué gran regalo he recibido a cambio de lo poco que te dejo. Tu amor en mi pecho y el mío en tu pesebre. Descansa, duerme tranquilo. Mañana regreso de nuevo. Tu sacerdote por siempre, P. Guillermo Serra, L.C.
NB:
no pienses que no me he dado
cuenta, ¡tienes la madre más hermosa del mundo!
Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando
siempre el autor y la fuente www.la-oracion
Por: P. Guillermo Serra, LC
Fuente: la-oracion.com
Fuente: la-oracion.com
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