Estos científicos demostraron en sus
obras la armonía entre fe y ciencia.
Para Einstein, la teoría del Big Bang de Lemaitre
era “la explicación más hermosa y satisfactoria de la creación que he escuchado
nunca”
Uno
cuestionó la idea de que la Tierra
fuera el centro del universo. Otro desarrolló la teoría del Big Bang. Uno presentó la base de la genética moderna. Otro fue uno de los mayores sismólogos de su tiempo. Todos fueron
grandes científicos además de devotos
católicos. Todos menos uno eran sacerdotes. Uno tenía dos doctorados, en
teología y en física. Stephen Beale, en Aleteia,
presenta a estos cinco científicos que transformaron sus disciplinas,
revolucionaron nuestro entendimiento del mundo y demostraron en sus obras la
armonía entre fe y ciencia.
NICOLÁS
COPÉRNICO
Nacido en
1473 en la actual Toruń, Polonia, Nicolás Copérnico apuntaba a una carrera en
medicina y derecho cuando descubrió su pasión por la astronomía. Luego sería
una de las mayores figuras de la Revolución científica, recordado por desafiar el modelo tradicional geocéntrico del universo que
situaba a la Tierra en su centro. En su lugar, Copérnico propuso un
modelo heliocéntrico o centrado en el Sol. Sus ideas se presentaron en su libro
Sobre las revoluciones (de los orbes celestes), publicado en 1543, año
de su muerte.
Copérnico
fue un auténtico hombre del Renacimiento. A pesar
de su interés en la astronomía, terminó por obtener sendos doctorados en
medicina y derecho. Se ganaba la vida como canónigo de la Iglesia, gestionando
propiedades y finanzas. También tradujo las obras del historiador bizantino del
siglo VII Teofilacto, escribió un tratado sobre el dinero y además practicaba
la medicina.
Venía de
una familia católica devota, con dos hermanos que se hicieron clérigos, una
hermana que entró en la orden cisterciense y su familia pertenecía a la Tercera
Orden de Santo Domingo, según la Enciclopedia Católica. Mientras que otros
científicos de su era entraban en conflicto con la Iglesia, Copérnico estaba en
buenos términos con las autoridades eclesiásticas. Dedicó el prefacio de Sobre las revoluciones
al papa Pablo III. Escribió: “Aunque sé que
los pensamiento del hombre filósofo están lejos del juicio del vulgo, sobre
todo porque su afán es buscar la verdad en todas las cosas, en cuanto esto le
ha sido permitido por Dios a la razón humana; sin embargo, considero que debe
huirse de las opiniones extrañas que se apartan de lo justo”.
Incluso
cuando desafió muchas de las ortodoxias reinantes en su día, Copérnico
permaneció respetuoso a la autoridad de la Iglesia. Según señala la Enciclopedia Católica, “lo más significativo del carácter de Copérnico es que,
aunque que no rehuía el demoler un sistema científico consagrado por un milenio
de aceptación universal, se enfrentó a la reformadores de la religión”.
Su libro
estuvo brevemente incluido en el Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia en
1616, entre la controversia con Galileo, pero fue suprimido pocos años después
tras algunas correcciones menores a solamente 10 frases que describían el heliocentrismo
como una hipótesis en vez de un hecho, según explica Catholic Answers. En 2008, se identificaron
sus restos y dos años después fueron bendecidos con agua bendita y enterrados
de nuevo, según recoge Space.com.
GREGOR
MENDEL
Gregor
Mendel fue un monje austriaco del siglo
XIX que es recordado por sus
experimentos con guisantes que condujeron al descubrimiento de los
patrones de rasgos hereditarios. Al cruzar plantas con diferentes rasgos —como altura
o color—, Mendel pudo identificar rasgos dominantes y recesivos y demostrar que
los rasgos se transmitían independientemente los unos de los otros.
Estas
observaciones se llegaron a conocer más tarde como leyes de Mendel y su teoría tocante como mendelismo. Aunque él no
descubrió realmente los genes, sí conjeturó sobre la existencia de unidades
parecidas a los genes. Su obra se
convirtió en el fundamento de todos los consiguientes estudios de genética.
La palabra ‘gen’ no se acuñó hasta 1905,
décadas después de la muerte de Mendel.
Mendel
nació en 1822 en una humilde familia de granjeros de Austria. Después de
estudiar física y matemáticas en la Universidad de Olmütz, entró en la Orden de San Agustín en el
monasterio de Santo Tomás en Brno, en la actual República Checa. Fue ordenado
sacerdote en 1847. Se convirtió en profesor sustituto, pero después de
suspender un examen de certificación, se fue a la Universidad de Viena, donde estudió con el físico Christian Doppler
(por quien recibe el nombre el efecto Doppler).
Después
de Viena, Mendel regresó a la enseñanza y se convirtió en abad en el instituto
donde trabajaba. También durante este periodo empezó sus experimentos con los
guisantes en el huerto del monasterio. Además, experimentó con abejas, pero las anotaciones sobre sus resultados se han
perdido, según la Enciclopedia Católica. Más tarde presentaría sus
hallazgos sobre rasgos hereditarios en una serie de conferencias en la Sociedad
de Ciencias Naturales en Brno. Falleció en 1884 y sus teorías cayeron en la
oscuridad hasta que revivieron a comienzos del siglo XX.
PADRE
GIUSEPPE MERCALLI
Giuseppe
Mercalli fue un sacerdote italiano y
profesor de seminario del siglo XIX que estudiaba los volcanes. Pasó
gran parte de su vida observando el Vesubio, cerca de Nápoles, ciudad donde
daba clases en la Universidad de Nápoles. Es el inventor de una escala alternativa a la de Richter para medir la
intensidad de los terremotos.
A
diferencia de la escala de Ricther, que mide la potencia de los terremotos, la
escala de Mercalli detalla los efectos sobre la población humana. Una versión modificada de su escala todavía se
utiliza en el Servicio Geológico de los Estados Unidos. Por ejemplo, un
terremoto registra un 2 en la escala de Mercalli si es “perceptible
solo por algunas personas en reposo, particularmente aquellas que se encuentran
ubicadas en los pisos superiores de los edificios”. Un 10 en la escala
implica que “algunas estructuras de madera bien
construidas quedan destruidas. La mayoría de las estructuras de mampostería y
el marco destruido con sus bases. Vías ferroviarias dobladas” (fuente: Servicio Geológico de los EE.UU.).
Nacido en
1850, Giuseppe murió en un incendio en su apartamento en 1914. En el momento de
su muerte, era un científico internacionalmente conocido, que mereció una
historia de tres páginas en The New York Times. Murió en un incendio.
PADRE
GEORGES LEMAITRE
Dados los
estereotipos contemporáneos sobre la incompatibilidad entre fe y ciencia, a
algunos les sorprenderá que el hombre que desarrolló la teoría del Big Bang —la base del modelo científico actual del
universo— fuera un sacerdote católico belga de nombre Georges Lemaitre.
Nacido en
1894, Lemaitre estudió ingeniería civil en la Universidad Católica de Lovaina y
luego sirvió en la división de artillería del ejército belga durante la Primera
Guerra Mundial. Tras la guerra, entró
en un seminario y fue ordenado sacerdote en 1923. Continuó sus estudios
de física en la Universidad de Cambridge. También estudió en el Instituto
Tecnológico de Massachusetts.
Apoyándose
en las observaciones del astrónomo Edwin Hubble sobre la expansión del universo
y la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, Lemaitre planteó la
hipótesis de que el universo empezara en un denso punto de partida que nombró “átomo primigenio” o “huevo
cósmico”.
La teoría
del Big Bang, según se conoció, desafiaba la propia visión de Einstein de un
universo estático. El famoso científico dijo a Lemaitre: “Tus cálculos son correctos, pero tu física es
abominable”. Cuando la teoría de Lemaitre fue confirmada más tarde por
observación, Einstein se retractó y
según parece declaró que la teoría de Lemaitre era “la
explicación más hermosa y satisfactoria de la creación que he escuchado nunca”.
Lemaitre
falleció en 1966. Su teoría del Big Bang, en forma modificada, permanece como
el modelo cosmológico básico para describir hoy en día el universo.
PADRE
STANLEY JAKI
Stanley
L. Jaki fue un sacerdote benedictino
que escribió extensamente sobre la relación entre ciencia y fe. Nacido
en Gyor, Hungría, en 1924, se hizo sacerdote en 1948 y recibió su doctorado en
teología del Pontificio Ateneo de San Anselmo, en Roma, dos años después.
Jaki
empezó a dar clases, pero tuvo que abandonar su trabajo después de que una
amigdalectomía le dejara incapaz de hablar. Regresó a la universidad para
estudiar física y logró su doctorado en la Universidad de Fordham bajo Victor
F. Hess, que descubrió los rayos cósmicos. Jaki volvió a la enseñanza en la
Universidad Seton Hall como profesor de física, puesto que conservó hasta su
muerte en 2009 con 84 años.
Su
obituario en The New York Times lo describe como un “académico
infatigable” que produjo más de 40 libros a lo largo de su
carrera, incluyendo estudios sobre G.K. Chesterton y el cardenal John Henry
Newman.
Entre sus
obras más notables están The Relevance of
Physics en 1966 y Science and Creation
en 1974. En ambas obras, Jaki “arguyó que la iniciativa científica no se hizo viable y autosostenible
hasta su encarnación en la Europa cristiana medieval, y que el avance de la
ciencia estaba en deuda con el entendimiento cristiano de la creación”, según el periódico The New York Times. En un
artículo de 1967 en la revista Journal of Science and Religion, Jaki llevó su
argumentación más lejos todavía, declarando que “la
fe, o la creencia, forma los cimientos definitivos de la certidumbre para todo
conocimiento”.
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