Un
grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en
un pozo profundo.
Las
demás se reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le
dijeron a las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin
embargo, ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las
otras les decían que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente,
una de las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió.
La otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible.
La
multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con
más fuerza, hasta que finalmente salió del hoyo.
Las
otras le preguntaron: “¿No escuchabas lo que te
decíamos?”
La
ranita les explicó que era sorda, y creía que las demás estaban animando desde
el borde a esforzarse más y más para salir del hueco.
La
palabra tiene poder de vida y de muerte.
Una
voz de aliento a alguien que se siente desanimado puede ayudarle a terminar de
día, mientras que una palabra negativa puede acabar por destruirlo. Cualquiera
puede decir palabras que roben a los demás el espíritu que les permite seguir
la lucha en medio de tiempos difíciles.
Tengamos
cuidado con lo que decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos.
Proverbios 18:21
La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
Proverbios 21:23
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
Salmos 34:13
Guarda tu lengua del mal,
Guarda tu lengua del mal,
Salmos 35:28
Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.
Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.
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