Los
pecados no sólo son acciones que condena el cristianismo, porque nos alejan de
lo que Dios quiere. Sino que tienen consecuencias negativas en la vida en la
Tierra. Causan problemas graves a nosotros y a los demás, creamos o no en Dios.
Dios los elevó a la categoría pecados mortales tal vez por la dificultad que
nos causan en la Tierra. Sin embargo los seres humanos nos rebelamos ante esto.
Es así que actualmente vivimos en un mundo
infectado por un tipo de misericordia o compasión que busca eludir la
justicia. Este es el primer gran engaño.
Y esto ya
sabemos que ha penetrado en la propia iglesia rebajando el afán de justicia de Dios. Los seres humanos aspiramos a vivir para siempre. No lo podemos
hacer por nosotros mismos con nuestro cuerpo físico. Pero nuestra alma sobrevive, y a partir de
ahí logra la vida eterna. Pero el punto es donde transcurrirá esa vida eterna. Si creemos que existe una vida
eterna luego de la muerte y que el
único que puede otorgarla es Dios, entonces debemos adaptarnos a Su justicia
para entrar en el Reino de los Cielos y no pasar la eternidad en lo que
llamamos infierno. En el cielo o sea en
la vida eterna, sólo entra lo puro. Y lo puro es lo que no tiene pecado
grave.
Y entonces el segundo gran engaño es que pensamos
que los pecados son cometidos por gente verdaderamente malvada.
Es así como
oímos decir “yo no he asesinado a nadie soy una
buena persona”.Pero no se toma
conciencia que estamos propensos a pecar,
por nuestra propia naturaleza herida por el pecado original. El hombre
fue creado a imagen y semejanza de Dios. Pero después nuestros primeros padres se rebelaron contra Él y así perdimos la
comunión con Dios. Por eso nadie tiene
que enseñar a un ser humano a comportarse mal: mentir, ser lujurioso,
codicioso, orgulloso, cobarde, etc. Ya
venimos precargados con esas tendencias. Y ante esto, Dios tomó la materia humana transformándose
en hombre dentro del vientre de María, para darnos la opción de salvación
para la vida eterna. Pero no vino para
que el pecado cesara milagrosamente, si no para que los pecadores se
arrepientan y dejen de pecar. Tampoco
vino a abolir las consecuencias de nuestros pecados. Porque aún quien es perdonado por un pecado grave no escapa
a las consecuencias del pecado en su vida en la Tierra, o sea que somos
retribuidos por nuestras malas acción.
En definitiva, vivimos en un mundo de pecadores con
tendencia a pecar, pero tenemos la posibilidad de arrepentirnos y que esto sea
aceptado por Dios.
Sin embargo
un viejo proverbio dice que no se puede
despertar a una persona que está fingiendo estar dormida.
UNA
ANALOGÍA
Supongamos
que un vaso representa nuestro cuerpo.
Y está lleno de un líquido que puede
ser agua, esa es nuestra alma. Si le agregamos jugo de naranja el agua
cambia, entonces lo que le agreguemos
al agua es nuestro espíritu. Pero en vez de naranja le podemos agregar algo que nos daña. Por
ejemplo le podemos agregar whisky, y si le agregamos mucho whisky puede dañarnos en la conducta. Y
también le podemos agregar algún veneno,
y eso definitivamente nos puede matar.
Eso es lo que hace el pecado. Te produce efectos
negativos en la vida en la Tierra y también en la posibilidad de pasar la vida
eterna en el cielo.
Lo maravilloso de esto es que, luego de la
encarnación de Jesucristo, el pecado es perdonado por Dios si hay
arrepentimiento.
No hay pecado tan grande que Dios no pueda y quiera
perdonar, siempre y cuando pidamos perdón.
Es más, Dios está esperando para perdonar,
atento a nuestras súplicas. Y derramando
sobre nosotros lo que se llama gracias prevenientes, que van previo a la
gracia santificadora, que vuelve a nosotros con la confesión y la absolución. De
modo que la fe en Cristo es el único
antídoto al veneno que pusimos en el agua de nuestro vaso, o sea el
veneno que nuestro espíritu introdujo en nuestra vida. Porque cuando ponemos
veneno en el agua es muy difícil separarlo, y es ahí donde interviene
Jesucristo. El cristianismo siempre ha
estado preocupado por determinar cuáles pecado son mortales y cuales
veniales.
LOS
PECADOS MORTALES
A través de
la historia vemos la preocupación por determinar cuáles son las cosas que nos
impiden pasar nuestra vida eterna en el cielo.
Sin embargo, a pesar que la Biblia muestra varias
listas de pecados mortales, existe la dificultad de catalogarlos porque también
interviene la intención.
Por ejemplo,
mentir es un pecado grave, sin embargo
alguien puede mentir para evitar los sentimientos de otro, en cuyo caso no se
trataría de un pecado grave. Aquí hay algunas listas de pecados que se
mencionan en la Biblia, pero hay más.
“De
todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por
qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? ¡Al
contrario! ¡Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás!
¡Y esto, a hermanos! ¿No
sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los
adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el
Reino de Dios” (1 Cor 6: 9-10).
“Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje,
idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones,
disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre
las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no
heredarán el Reino de Dios” (Gál 5: 19-21).
“La fornicación, y toda impureza o codicia,
ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos. Lo mismo de
la grosería, las necedades o las
chocarrerías, cosas que no están bien; sino más bien, acciones de
gracias. Porque tened entendido que ningún
fornicario o impuro o codicioso – que es ser idólatra – participará en la
herencia del Reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con vanas
razones, pues por eso viene le cólera de Dios sobre los rebeldes” (Efesios 5: 3-6).
“Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán
disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad. ¡Fuera los perros, los hechiceros, los
impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!” (Ap. 22: 14-15).
“Entonces
dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque
tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era
forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en
la cárcel, y no me visitasteis.” Entonces dirán también éstos: “Señor,
¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la
cárcel, y no te asistimos?” Y él entonces les responderá: “En verdad os digo
que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo
dejasteis de hacerlo. E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida
eterna.””
(Mateo 25:
41-46). La confesión
borra estos pecados y otros.
6
EFECTOS DE LA CONFESIÓN
La mayoría de nosotros nos acercamos a la confesión
buscando el perdón de los pecados y el alivio de una conciencia culpable.
Tal vez,
para nuestra sorpresa, el sacramento
tiene aún más que ofrecer. En un párrafo
breve (1496), el Catecismo enumera seis efectos espirituales del sacramento de la penitencia. Vamos a
examinar brevemente cada uno para una más fructífera la recepción de este
sacramento.
EFECTO # 1: LA RECONCILIACIÓN CON DIOS POR LA QUE EL PENITENTE RECUPERA
LA GRACIA
Este primer
efecto revela el verdadero horror del pecado.
Por el pecado mortal, nos separamos de Dios y
rechazamos su gracia.
.
Por la Confesión, estamos reconciliados con Dios.
.
Por la Confesión, estamos reconciliados con Dios.
Dios habita
en nosotros por la gracia. Y si hemos
hemos pecado sólo en formas pequeñas, veniales, el sacramento de la penitencia
borra aquellos también.
EFECTO # 2: LA RECONCILIACIÓN CON LA IGLESIA
El pecado también nos separa de la Iglesia.
Esta
separación se experimenta a menudo en un nivel muy básico. El pecado nos aleja de nuestras familias. Nos aísla de nuestros amigos. Deteriora nuestras relaciones en el trabajo. Por
Confesión, Dios nos restaura a la
Iglesia. Volvemos a nuestras
familias y amigos, con más amor para dar.
EFECTO # 3: LA REMISIÓN DE LA PENA ETERNA CONTRAÍDA POR LOS PECADOS
MORTALES
Por el pecado mortal nos condenamos al infierno.
Afortunadamente,
a través de la Confesión, Dios perdona
libremente este castigo. Sería un error pensar que Él es tacaño con tal
perdón. Incluso nos da la misma gracia
que nos permita conocer la Confesión. En las palabras de la absolución, “Yo te absuelvo”, todos los ángeles y santos se regocijan en esta remisión. Ellos
esperan nuestra entrada al banquete celestial.
EFECTO # 4: LA REMISIÓN, AL MENOS EN PARTE, DE LAS PENAS TEMPORALES,
CONSECUENCIA DEL PECADO
Por nuestros
pecados, ya sean veniales o mortales, sufrimos
en esta vida presente.
Cada pecado contiene algún trastorno, y este
trastorno es el propio castigo del pecado.
Si yo he
cedido a la tentación de mi deseo “insano”, pronto me sentiré bastante incómodo. Dios por lo general nos permite beber de
nuestra propia insania, sobre todo cuando estamos sin arrepentimiento. Cuando nos humillamos y confesamos,
Dios remite esta pena, al menos en parte.
EFECTO # 5: LA PAZ Y LA SERENIDAD DE LA CONCIENCIA Y EL CONSUELO
ESPIRITUAL
Muchos piensan de católicos devotos viven con un
complejo de culpa.
Tal
caricatura ignora el poder de la confesión. Este sacramento verdaderamente trae la paz, incluso si no es
sentida en el momento. Es la experiencia repetida de los fieles salir de la
Confesión alegres, aliviados y
renovados en el amor de Dios.
EFECTO # 6: UN ACRECENTAMIENTO DE LAS FUERZAS ESPIRITUALES PARA EL
COMBATE CRISTIANO
Ya sea que lo reconozcamos o no, la vida cristiana
es una batalla.
Todos
luchamos contra nuestro viejo hombre interior, algunas de cuyas tendencias
persisten después de nuestro bautismo. Todos
los días nos vemos tentados a olvidar el verdadero Dios, buscando un
placer egoísta. En esta batalla todos los días, incluso los santos tropiezan y caen, aunque sea en pequeñas cosas.
La confesión perdona estos fracasos, y
también nos fortalece para superar los vicios con virtud.
En última instancia, Cristo es el verdadero
vencedor. Él es nuestra fuerza. Él es nuestra salvación.
Ahora veamos las 10 Oraciones de arrepentimiento que la Iglesia tiene
aprobadas.
10
ORACIONES PARA CONFESAR, PEDIR PERDÓN Y MISERICORDIA DE DIOS
Don Lello Ponticelli, decano del primer decanato de Nápoles, ha puesto a disposición el
conjunto de todas las diez versiones. Las que reproducimos a continuación
sobre la base de lo publicado en el periódico de los obispos italianos,
Avvenire. Una ayuda útil a cualquiera
que se acerque a las confesiones. La idea es que todos puedan expresar su
arrepentimiento con la fórmula mejor adaptada a su sensibilidad.
“Mejor
aún – comentó
Lello Ponticelli – podría ayudar a la gente
a expresar en palabras su pedido de perdón, como la alegría de la paz recién
descubierta y el deseo de mejorar la vida a la luz del Evangelio”.
Fórmula 1
Señor Jesús,
que has sido llamado amigo de los pecadores, por el misterio de tu muerte y
resurrección líbrame de mis pecados y dame tu paz, para que aporte frutos de
caridad, de justicia y verdad.
Fórmula 2
Señor
Jesucristo, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, reconcíliame con
el Padre en la gracia del Espíritu Santo; lávame en tu sangre de todo pecado y hazme un hombre nuevo para alabanza de Tu gloria.
Fórmula 3
Señor Jesús,
hijo de Dios, Ten piedad de mí, pecador.
Fórmula 4
Piedad de
mí, Oh Señor, según tu misericordia; no mires mis pecados y borrar toda mis
culpas; crea en mí un corazón puro y renueva en mí un espíritu de fortaleza y
santidad.
Fórmula 5
“¿Quién
de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el
desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa,
convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he
hallado la oveja que se me había perdido’” (Lc 15:4-6)
Fórmula 6
“Acuérdate,
Señor, de tu compasión y de tu amor, porque son eternos. No recuerdes los
pecados ni las rebeldías de mi juventud: por tu bondad, Señor, acuérdate de mí según tu fidelidad” (Sal 24/25, 6-7)
Fórmula 7
Pésame Dios
mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno
que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando
ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como vos; antes querría haber muerto que
haberte ofendido, y propongo firmemente, ayudado por tu divina gracia, no pecar
más y evitar las ocasiones próximas de pecado. Señor, misericordia, perdóname. Lávame, señor, de todas mis culpas, límpiame de mi pecado. Reconozco mi culpa, mi pecado está siempre delante de mí.
Fórmula 8
Padre, he
pecado contra ti, ya no soy digno de ser llamado a tu hijo. Ten piedad de mí,
pecador.
Fórmula 9
Padre Santo,
como el hijo pródigo me vuelvo a tu misericordia: “He pecado contra ti, ya no
soy más digno de ser llamado tu hijo”. Cristo Jesús, Salvador del mundo, que
has abierto al buen ladrón las puertas del paraíso, acuérdate de mí en tu
reino. Espíritu Santo, fuente de paz y amor, has que purificado de toda culpa y
reconciliado con el Padre camine siempre como hijo de luz.
Fórmula 10
Señor Jesús,
que sanaste a los enfermos y abriste los ojos a los ciegos, tu que absolviste a
la mujer pecadora y confirmaste a Pedro en tu amor, perdona todos mis pecados, y
crea en mí un corazón nuevo, para que yo pueda vivir en perfecta unión con los
hermanos y anunciar a todos la salvación.
Fuentes:
- http://www.avvenire.it/Chiesa/Pagine/confessione-dieci-versioni-per-atto-di-dolore.aspx
- http://es.wikipedia.org/wiki/Contrici%C3%B3n_(religi%C3%B3n)
- http://www.mercaba.org/FICHAS/SACRAMENTOS/PENITENCIA/contricion.htm
- http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c2a4_sp.html
- http://catholicexchange.com/six-effects-confession
- http://wdtprs.com/blog/2018/11/ask-father-if-i-am-in-the-state-of-mortal-sin-is-there-any-point-in-praying/
- http://blog.adw.org/2018/10/five-biblical-lists-mortal-sins/
- https://www.thecatholicthing.org/2018/11/06/on-retribution/
- http://www.catholicstand.com/seeing-yourself-how-sin-affects-us/
Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María
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