El Papa Francisco dialogó con jóvenes y ancianos
este martes 23 de octubre en un encuentro intergeneracional celebrado en el
Instituto Patristico Augustinianum de Roma, organizado por la editorial
italiana Marsilio. La escucha entre generaciones, la transmisión de la fe a los
jóvenes o la ayuda los migrantes fueron algunos de los temas que trataron.
El objetivo del evento era promocionar la venta del libro ‘La saggezza del tempo’ (‘La sabiduría del
tiempo’) escrito por el P. Antonio Spadaro, director de la revista jesuita ‘La Civiltà Cattolica’, que recoge testimonios de
ancianos en diferentes países del mundo y el comentario del Santo Padre como
respuesta a cada uno de ellos.
CÓMO VIVIR EN UNA
SOCIEDAD QUE SE MUEVE POR LA VIOLENCIA
En el encuentro, el Papa respondió a algunas preguntas de los
asistentes, entre ellos el cineasta estadounidense Martin Scorsese, quien le
preguntó cómo se puede vivir una vida buena y justa en una sociedad que parece
moverse por la codicia y la violencia.
“Ante las violencias, ante la crueldad, ante la
destrucción de la dignidad humana, el llanto es cristiano”, fue la respuesta del Papa.
Animó a “pedir la gracia de las lágrimas,
porque el llanto ablanda el corazón, abre el corazón, es fuente de inspiración.
Llorad. Jesús en los momentos más sentidos de su vida, ha llorado. En el
momento en que vio el fracaso de su pueblo lloró ante Jerusalén”.
Otra asistente, la joven italiana de 26 años Federica Ancona, preguntó
cómo puede vivir una vida feliz. El Papa le explicó que, como respuesta a su
pregunta, se le ocurre un gesto: “Extender la mano y abrirla”.
Frente a la cultura de la hipocresía y del cerrarse, el Papa propuso “la cultura del convivir”, de la fraternidad y del
servicio, porque “se abre y se mancha las manos”.
“¿Quieres ser feliz? Entonces extiende la mano, ábrela y mánchatela”.
CÓMO TRANSMITIR LA FE A
LOS HIJOS
Asimismo, el matrimonio maltés formado por Tony y Grace Naudi, de 71 y
65 años que preguntaron cómo pueden, como padres y abuelos, transmitir la fe a
sus hijos y nietos y evitar que renuncien al camino de la fe.
El Papa contestó recordando que “la fe
siempre se transmite en dialecto. El dialecto de la familia, el dialecto de la
amistad, el dialecto de la cercanía”.
Subrayó que “la fe se transmite siempre en
casa. Precisamente son los abuelos quienes, en los momentos más difíciles de la
historia, los que han transmitido la fe. Pensemos en las persecuciones de la fe
del siglo pasado. Dictadores genocidas que todos sabemos… Y fueron los abuelos
los que a escondidas enseñaban a los nietos a rezar y los llevaban a bautizar.
Han tenido en esos momentos de persecución una gran responsabilidad”.
Además, hizo hincapié en que para transmitir la fe “no basta con leer el catecismo, porque la fe no solo es
el contenido, es el modo de vivir, evaluar, de alegrarse, de entristecerse, de
llorar…, hay toda una vida que está ahí”.
También rechazó la tentación del proselitismo, “no
se trata de convencer, porque la fe y la Iglesia no crecen por medio del
proselitismo, sino por atracción, es decir, por testimonio”. En este
sentido, destacó la importancia del silencio, “pero
un silencio que acompañe, no un silencio que acuse”.
Por el contrario, está el “mal testimonio,
la mayoría por parte de gente de la Iglesia como sacerdotes neuróticos o gente
que dice ser católica pero lleva una mala vida”. Ese mal testimonio es
el que aleja a la gente de la fe, aseguró el Pontífice.
Como consejo a los padres que ha visto cómo sus hijos se alejaban de la
fe, les propuso actuar “con mucho amor, mucha
ternura, mucho testimonio, paciencia y oración. Y nunca discutir”.
CÓMO ANIMAR A LOS
JÓVENES A CONFIAR EN LA VIDA
Rosemary Lane, estadounidense de 30 años, preguntó al Santo Padre qué le
diría a los jóvenes que quieren confiar en la vida, que desean construirse un
futuro a la altura de sus sueños.
“Les diría que comiencen a soñar y que sueñen todo
lo que puedan sin vergüenza”, empezó el Pontífice en su
respuesta.
Y después, “defender los sueños como se
defiende a los hijos”. “Cuando tienes un sueño, lo custodias y lo defiendes
para que el hábito de lo cotidiano no te lo quite”. También animó a “llevar los sueños de los ancianos. No limitarse a
escucharlos, tomar nota y marcharse a divertirse. No. Hay que llevar con
nosotros los sueños de nuestros ancianos. Son una responsabilidad que te cambia
el corazón, te hace crecer, te hace madurar”.
EL PROBLEMA DE LOS
POPULISMOS
Fiorella Bacherini, una mujer italiana de 83 años, planteó al Papa la
problemática de los populismos, y cómo aquellos que quieren sembrar el odio
utilizan el drama de los refugiados para lograr sus objetivos.
El Papa fue muy claro y afirmó que los jóvenes “tienen
que saber cómo crece el populismo”, y animó a estudiar el ascenso al
poder de dictadores como Hitler en la Alemania de los años 30. “Que sepan cómo comienzan los populismos”, insistió.
“No se puede vivir sembrando odio. Pensemos en la
historia de las religiones, en la reforma protestante, cómo sembramos odio, por
las dos partes. Y con el tiempo nos dimos cuenta de que ese no era el camino y
ahora estamos sembrando gestos de amistad y no de odio”.
El Papa insistió: “Sembrar odio es fácil, y
no hace falta mirar a la escena internacional, aquí mismo, en los barrios, en
la vida cotidiana. Se siembra odio con los malos comentarios, con los
cotilleos… Eso es matar. Es matar la fama al otro, matar la paz y la concordia
en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo”.
Sobre el drama de la migración preguntó: “¿Qué
se puede hacer cuando veo que el Mediterráneo es un cementerio? Yo le digo la
verdad: sufro, rezo, hablo. No podemos aceptar este sufrimiento”.
Recordó que “ayudar al migrante es un
mandato bíblico, porque ‘tú mismo fuiste migrante en Egipto’. Luego pensamos:
Europa ha sido hecha de los migrantes. Y tomar conciencia de que en momentos
malos del pasado otros países recibieron a los migrantes europeos”.
En este sentido recordó: “Yo soy hijo de
emigrantes que se fueron a Argentina. En América hay muchos que tienen nombre
italiano. Migrantes recibidos con el corazón y los brazos abiertos”.
Por último, insistió en que a los inmigrantes no sólo hay que acogerlos,
también hay que integrarlos.
Redacción ACI
Prensa
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