MEDITACIÓN PARA EL DOMINGO VEINTIUNO
DESPUÉS DE PENTECOSTÉS.
Compara Cristo en el evangelio el reino de los cielos a un rey que se
puso a cuentas con sus criados, y habiendo perdonado a uno diez mil talentos,
él no quiso perdonar a su consiervo ciento que le debía, por lo cual airado el
rey le mandó echar en la cárcel hasta que pagase toda la deuda cumplidamente,
de lo cual concluye el Salvador diciendo: de
la misma manera hará vuestro Padre celestial con vosotros, si no
os perdonáis de corazón unos a otros.
PUNTO PRIMERO. Considera la doctrina de este evangelio, que es confirmación y como
repetición de la meditación pasada; en que nos enseña Cristo con esta
semejanza, que no perdonará Dios en el juicio al que no perdonare en esta vida
a sus hermanos: pasa los ojos de la considera por toda esta parábola, y mira
cuánto te importa ser misericordioso con tus prójimos, perdonándoles sus
deudas, porque Dios lo sea contigo, perdonándote las tuyas; y que si ellos no
tienen con qué pagar, tampoco tienes tú con que satisfaces a Dios y resuélvete
a perdonarlos, porque Dios te perdone.
PUNTO II. Considera cómo este rey poderoso se puso a cuentas con sus criados,
pidiéndosela muy menuda de todo lo que les había entregado. Pondera despacio
que ha de llegar aquel día en que el sumo Emperador de los cielos y la Tierra
se ponga a cuentas con todos sus criados, y la estrechura con que se las ha de
pedir, y cuán riguroso se ha de mostrar aquel día, en que no habrá apelación
como la hubo en este, sino que se dará la sentencia final irrevocable, y luego
se ejecutará sin dilación, en los buenos para el cielos, y en los malos al
infierno para siempre jamás Considera a cuál parte irás tú y qué fuera de ti
ahora, si te llamaran a cuentas, y tiembla los juicios de Dios, y prevente para
el día de la cuenta.
PUNTO III. Considera lo que dice Cristo, que el primero de estas cuentas fue
alcanzado en diez mil talentos, y no tuvo de donde pagar. ¡Oh pecador! Ponte en
el lugar este siervo, y mírate en el tribunal de tan gran Dios, cercado por
todas partes de acusadores que te hacen los cargos y te alcanzan mucho más que
a este, porque son más tus pecados que sus deudas: mira que responderás, y con
qué pagarás las deudas que debes a Dios y cuán alcanzado te hallarás; pues como
dice el santo Job, de mil cargos no podrás responder a uno: ajusta tus cuentas
antes que te las pidan, resuelve los libros de tu vida, repasa los años pasados
y las partidas antiguas y las presentes; mira la entrada y la salida, y los
cargos y descargos, y ajusta bien la cuenta, porque la des buena el día del
juicio.
PUNTO IV. Considera lo que dice el Salvador, que alcanzando el rey a este siervo
en la cantidad, dicha, le mandó vender a él, y a su mujer y a sus hijos, y a
todos sus bienes y hacienda, cuanto tenía y poseía, para hacerse pago de la
deuda: en que nos significa el rigor de aquel juicio y la terribilidad de la
sentencia, y cómo le serán confiscados al malo todos sus bienes, en que tenía
su esperanza, sin dejarle cosa alguna. Pondera la aflicción del pecador en este
trance, y cómo hallará frustradas todas sus esperanzas, y aplica aquí las
palabras de Cristo: ¿qué le aprovecha al hombre
ganar todo el mundo, si su alma se condena? Vuelve sobre ti, y
mira que al pasar los puertos de esta vida te han de confiscar cuanto hubieres
ganado en ella, y que en las cuentas que te han de pedir no podrás hacer pago
con la hacienda que llevares de acá, porque toda la han de vender y pasar a otros
poseedores; solas tus obras te han de acompañar: la mujer, los hijos, los
parientes, los amigos, los censos, las casas, las viñas y las haciendas, todo
se ha quedar acá; lo cual supuesto, no seas tan necio como este, sino toma
tiempo ahora que te lo da Dios, y atesora riquezas inmortales de muchas y
santas obras, que puedan valerte en aquella ocasión.
Padre Alonso de Andrade, S.J
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