La
interpretación de la muerte distingue claramente a un cristiano de un
agnóstico. Para un cristiano la muerte no es el fin sino un estado momentáneo. Porque
luego el Señor nos resucitará el último día. Los católicos creemos en la
misericordiosa existencia del Purgatorio. Donde las almas no totalmente santas
en la tierra pueden llegar al Cielo, haciendo un alto para purificarse allí.
Y aún los católicos piensan algo más misericordioso,
que los vivos pueden apresurar el pasaje de esas almas al Cielo mediante
oraciones.
Por eso la Iglesia ha instituido el mes noviembre como el mes para orar
por los difuntos. Y pone en primer plano a los
cementerios.
¿POR
QUÉ REZAMOS POR LOS MUERTOS?
La Biblia nos dice que es un pensamiento santo y sano orar por los
muertos, para que
puedan ser liberados de los pecados (2 Macabeos 12:46). Y especialmente en el mes de noviembre la Iglesia
Católica nos urge a pasar tiempo orando por aquellos que nos han precedido.
Noviembre es el mes en el que la
Iglesia se dedica especialmente a orar por los muertos.
La oración por las almas en el Purgatorio es un
requisito de la caridad cristiana, y nos ayuda a recordar nuestra propia
mortalidad.
Para fomentar esta práctica sagrada, la Iglesia ofrece una indulgencia
plenaria diaria para
las almas del Purgatorio, bajo las condiciones habituales (intención correcta,
confesión, comunión, oración por las intenciones del Papa) a quienes visitan un
cementerio en el período del 1 al 8 de noviembre. Y ofrece una indulgencia parcial en otros momentos.
DEL
CONSUELO A LA REALIDAD
Es un consuelo para nosotros en la tierra pensar que cuando un ser amado muere la persona está en el
Cielo. Este consuelo es real y dulce porque es correcto y bueno que esperemos el Cielo. Pero no debemos
olvidar que la muerte no siempre es un
pase gratis al cielo.
Para llegar allí, muchas almas necesitan el regalo
de nuestras oraciones, para salir rápidamente del lugar donde están siendo
purgadas.
Piensa en esta escena.
Un viejo frágil yacía en su lecho de muerte. En una silla al lado de su
cama, un sacerdote se sentó con él
y secó las lágrimas que fluían silenciosamente de los ojos del moribundo. El
anciano le pidió al sacerdote que
escuchara su confesión. Después de recibir la comunión el moribundo le
dijo al sacerdote: “Hijo mío, si el Señor me
llama esta noche, pide a todos mis
hermanos que me perdonen por los problemas que les causé. Pídales también que oren por mi alma“.
El anciano moribundo era el Padre Pío. Cuando estaba a pocos minutos de encontrarse con su Señor, su humildad lo llevó a pensar que necesitaba
oraciones para zafar el purgatorio. Porque aunque él era un santo, aun así, era un pecador en necesidad de
misericordia. Cuando el Padre Pío pidió que sus hermanos rezaran por su
alma, conocía perfectamente a las almas
del Purgatorio. De hecho, había dicho que “más almas de muertos que de vivos ascienden
a esta montaña para asistir a mis misas y buscar mis oraciones”. El
Padre Pío nos recuerda que hay que orar
para ayudar a nuestros seres queridos que posiblemente puedan estar
sufriendo en el purgatorio. Y que nunca
es demasiado tarde para orar, ya sea que la persona haya muerto
recientemente o hace mucho tiempo. Porque para el Señor todo es un presente eterno. Las oraciones son siempre tomadas en cuenta.
Incluso si la persona por la que rezas ya esté en
el cielo, tus oraciones nunca serán desperdiciadas.
Otras almas en el Purgatorio pueden beneficiarse de tu ofrenda. Y este
pensamiento nos trae en el mes de noviembre a los cementerios, especialmente
durante las primeras semanas de noviembre.
¿POR
QUÉ DEBERÍAMOS VISITAR UN CEMENTERIO PARA ORAR POR LOS MUERTOS?
La visita a los cementerios es algo cada vez menos
frecuente en nuestra cultura.
Y hay que
argumentar mucho a las personas para que lo hagan. ¿Por
qué visitar un cementerio, especialmente en nuestros días? Aunque la
nuestra ha sido etiquetada como una “cultura de la
muerte”, la verdad es que la
muerte ha adquirido cierta invisibilidad, llevando a la sensación que el cuerpo
se desvanece luego de muerto. Las muertes ocurren con frecuencia en hospitales
u otras instituciones, raramente en el hogar. Los velatorios son cada vez menos frecuentes. El muerto suele
quedar en depósito para luego ser enterrado o cremado. La morgue ha hecho que los funerales sean más una función de la conveniencia de
los vivos que una conmemoración
de los muertos. ¿Qué ha sucedido? En los últimos años la cremación ha superado
el entierro, ocultando aún más la muerte y a los muertos. Los cementerios desaparecen junto a
los cuerpos que se desvanecen. Entonces, ¿por qué
ir a visitar un cementerio? Uno
puede rememorar a la persona querida que ya no está y orar por ella. ¿Y también por
qué no por los demás que yacen allí?
Un simple “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten
piedad de las almas en este cementerio” es de gran ayuda y consuelo.
Porque a
veces nos olvidamos que hay un vínculo
de los vivos y los muertos.
El cementerio es una extensión de la Iglesia, no
solo como un lugar sacramental, sino como el lugar de descanso de aquellos que
son parte del sufrimiento de la Iglesia, esperando que pronto sean parte de la
Iglesia triunfante en el Cielo.
La “comunión de los santos” nos debe llevar a visitar
los cementerios porque es visitar otra
parte de la Iglesia, la iglesia purgante. El Catecismo de la Iglesia
Católica dice algo asombroso sobre orar por los muertos: “Nuestra oración por ellos es
capaz no solo de ayudarlos, sino también de hacer que su intercesión por
nosotros sea efectiva”. Cuando
rezas por las almas en el Purgatorio, las hace más capaces de orar por ti.
¡Qué bendición recíproca de unidad en el Cuerpo de
Cristo! Además el cementerio es un
signo de nuestra historia y su continuidad: el tiempo no comienza ni
termina conmigo. Nadie es un
individualista carente de vínculos relacionales. Las personas se
insertan en la historia y en una comunidad. Pero en una sociedad individualista
y altamente móvil, estas verdades
pueden estar oscurecidas. Por otro lado los cementerios suelen ser uno de los lugares más encantadores en la
mayoría de las ciudades. Su belleza
paisajística, sus monumentos
que, han desafiado el paso del tiempo, y paz que uno encuentra en ellos son su sello distintivo. Uno puede
leer las lápidas desgastadas y preguntarse
acerca de las vidas que honran. A veces tienen información del muerto
como su profesión, su edad, cuando murió, su familia. En ocasiones son lugares bien cuidados y con flores. Y a
veces dan la sensación que hace mucho tiempo nadie las visita.
¿Por qué no una breve oración por quienes yacen
allí y pueden haber sido olvidados por quienes debían ayudarles en el pasaje al
Cielo?
Adicionalmente
los cementerios son lugares
sacramentales sagrados. Los sacramentales incluyen: acciones (por ejemplo, la señal de la
cruz o la bendición), cosas (por
ejemplo, agua bendita o escapularios) y lugares
(por ejemplo, cementerios).
Como nos
recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica (#1677) “Se llaman sacramentales a los signos sagrados instituidos por la
Iglesia cuyo fin es preparar a los
hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas
circunstancias de la vida.”
Solíamos
referirnos a los cementerios como
terreno “consagrado” o “santificado”. El término recuerda a la
gente no solo que el cuerpo humano,
incluso cuando está muerto, permanece sagrado, sino que también está
hecho con esa materia. La naturaleza sacramental y sagrada de un cementerio
recuerda que lo sagrado y lo secular no
puede dividirse claramente, sino que se cruzan. El cementerio con sus
tumbas, sus símbolos y sus muertos, es un recordatorio para todos de que hay otra comprensión del significado y el fin
de la vida humana que el encogimiento de hombros agnóstico y la expresión que
el muerto “dejó de existir”. Los católicos
sabemos que el alma nunca deja de existir.
Y el cementerio es el lugar de descanso antes de la
Resurrección de los muertos.
Honrar al
cuerpo, incluso al cadáver, es
indicativo de honrar a la persona. Los católicos han honrado al cuerpo
como una expresión de la persona: es por eso que, por ejemplo, tenemos la práctica de honrar reliquias. Cada
cementerio es un relicario. Es importante recordarlo hoy, ya que se ha
apoderado de nuestra cultura una
mentalidad que imagina a la persona como una computadora atrapada en una masa
biológica. Que lleva a que la
eliminación de restos orgánicos se convierta en una consideración
puramente utilitaria y pragmática, para que la huella de carbono más pequeña. No
es accidental que la cremación esté
superando a la sepultura en popularidad, incluso entre los católicos. De
hecho, el último desarrollo en
servicios funerarios parece ser la “cremación sin
llama“, una especie
de disolución química de los tejidos blandos del cuerpo (es decir, todo menos
hueso) en un líquido. Cuyos defensores incluso dicen que constituye un fertilizante eco-amigable. La cremación, “sin llama” se promueve por ser más barata,
respetuosa con el medio ambiente y preservar la tierra valiosa. Entonces, ¿por qué ir a visitar un cementerio?, en especial
en noviembre.
Además de la belleza y la paz, el significado
sacramental, eclesiológico y el testimonio que el cementerio (y nuestra
presencia) le da a la dignidad del cuerpo, recuerda que hay una razón valiosa:
puedes hacer algo de valor eterno para los fieles difuntos al obtener una
indulgencia para ellos.
Y considera también que es una oportunidad de tener buenos amigos en
lugares altos. Es así que la Iglesia ofrece una indulgencia para una visita al
cementerio, que está
disponible como una indulgencia parcial durante todo el año, pero que del 1 de
noviembre hasta el 8 de noviembre es plenaria, aplicable solo a las almas
del Purgatorio. Una indulgencia
plenaria, remite todo castigo debido al pecado. Lo que significa que al
cumplir los requisitos de la indulgencia, puedes obtener la entrada al Cielo de un alma que actualmente está
sufriendo en el Purgatorio. Para la mayoría de nosotros, la indulgencia
en la visita al cementerio lleva solo
unos pocos minutos, y sin embargo cosecha un inmenso beneficio espiritual para
las Santas Almas en el Purgatorio.
Y el beneficio para nosotros también en inmenso, ya
que esas almas cuyo pasaje al Cielo facilitamos, rezarán por nosotros cuando
entren al Cielo.
¿QUÉ
DEBES HACER PARA OBTENER LA INDULGENCIA?
Para obtener la indulgencia plenaria del 1 de
noviembre al 8 de noviembre, debemos recibir la Comunión,
la Confesión sacramental (y no tener apego al pecado, incluso
venial) y visitar un cementerio.
En otros días, la indulgencia es parcial.
La comunión debe recibirse cada día que deseamos obtener la indulgencia, pero solo
debemos confesarnos una vez durante el período. Y como con todas las indulgencias plenarias, debemos orar por las
intenciones del Santo Padre (un Padre Nuestro y un Ave María) cada día que
realizamos la indulgencia. Recuerda que la
indulgencia es aplicable solo a las Almas en el Purgatorio y se concede
a los fieles, que devotamente visitan un cementerio y oren por los difuntos,
aunque solo sea mentalmente.
Fuentes:
- http://catholicexchange.com/life-death-prayers-cemetery
- https://www.thoughtco.com/indulgence-visit-to-cemetery-542496
- https://forosdelavirgen.org/3335/oraciones-e-indulgencias-para-las-almas-del-purgatorio/
- http://www.crisismagazine.com/2017/vanishing-body-disappearing-cemetery
- http://catholicexchange.com/padre-pio-purgatory-praying-souls-cemetery
- https://forosdelavirgen.org/3219/oraciones-por-los-difuntos/
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
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