Las investigaciones muestran que las personas más
religiosas son más felices. Ellos depositan su vida en una presencia
sobrenatural amorosa que los guía y los cuida. Sin embargo está creciendo la
tendencia a depositar la felicidad en el poder de otras cosas. Con lo que la
sociedad se está haciendo más salvaje y perversa.
En este artículo veremos los frutos de buscar la
felicidad en Dios y los males que se producen al abandonar la confianza en ese
poder amoroso sobrenatural.
Y
especialmente hablaremos del error que
cometen algunos cristianos de eliminar lo sobrenatural de su vida.
LAS
PERSONAS RELIGIOSAS SON MÁS FELICES
Hay un creciente cuerpo de evidencias científicas
que muestran que los que pertenecen a una religión son más felices que los que
dicen no ser religiosos.
Pero además,
no se trata solamente de una sensación
de felicidad.
Sino que aquellos que practican alguna religión
disfrutan de vidas más largas y saludables.
Y además pueden enfrentar mejor las enfermedades. Quienes
concurren más frecuentemente a los servicios religiosos son aún más
felices y más saludables por más tiempo. Las investigaciones muestran que su sistema inmune es más fuerte y su presión
arterial es más baja. Algo similar, aunque no tan acentuado, se da en aquellos que oran con frecuencia. Tienden
a ver la vida en términos más optimistas, porque las religiones en general
propugnan ideales de perdón, paz y
optimismo. Quienes se vinculan a una religión hacen esfuerzos para
lograrlos y el clima en la comunidad
religiosa ayuda a lograr estos objetivos. Los estudios ensayan tres
grandes explicaciones para esto. La
primera se relaciona con el apoyo social de la comunidad religiosa, que
tiende a preocuparse por las dificultades de sus miembros, cómo los ancianos,
los enfermos y las personas solas. La
segunda se relaciona con la firmeza en las creencias de lo que es importante
en la vida y lo que no lo es. De modo que desarrollan una mayor certeza de lo
que deben hacer y lo que no deben hacer. Y la tercera es la sensación de estar en contacto con Dios y con
lo trascendente, y con el cristianismo llamando a identificar a Dios en cada
uno de los hermanos también. A esto podemos agregar una cuarta explicación que es la sobrenatural: la gracia de Dios actuando
para darle felicidad a la gente que ha depositado su confianza en Él. Tanto los secularistas como los que practican
alguna religión buscan sentirse bien y ser felices, pero lo hacen de
manera diferente.
QUE
ES LA FELICIDAD PARA EL CRISTIANISMO
San Agustín dice que el amor a Dios y al prójimo es
el verdadero camino a la felicidad.
Y Santo
Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles y a San Agustín, dice que sólo Dios puede cumplir la inquietud y el
anhelo de las personas humanas. Una persona en estado de gracia posee ciertos
poderes perdurables, virtudes y dones infundidos que lo elevan por encima de la
naturaleza, y le da habilidades que no nacen de la carne sino de Dios. La felicidad perfecta es aquella que
satisface completamente todos los deseos humanos. Y es a la que todos los seres humanos están
destinados. Pero para ello deben
de dejar el plano puramente natural y buscar la felicidad sobrenatural. Esta
felicidad sobrenatural se logrará en la
vida venidera, pero ya tenemos adelantos en esta vida en la Tierra. Lo
que hace que los cristianos sean más felices que los no religiosos. La felicidad perfecta consiste en la visión
beatífica, que es un obsequio de Dios. Que eleva a la humanidad por
encima de su naturaleza, permitiéndole compartir
la propia vida de Dios. Porque para los cristianos Dios no es sólo el creador de todas las
cosas, sino que nos mantiene por su gracia. Además esa creación tiene un significado y un
propósito, lo que le da un marco de orientación clara a los cristianos,
evitando la zozobra.
Si nos esforzamos en esta vida, cumpliendo la moral
que Dios nos pide, tendremos un adelanto de la visión beatífica, que será plena
cuando veamos a Dios cara a cara.
El aspecto central de Dios es el amor, que le llevó a enviar a su hijo Jesús a la Tierra para la redención de
los seres humanos. Y por eso nuestra
felicidad suprema es el encuentro con Jesús, que incluye el cumplimiento
de sus mandamientos.
LOS
HOMBRES SIEMPRE HA ESTADO A LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD
Hace 2400
años Aristóteles dijo que el propósito
y el fin del hombre es la felicidad, y que todo lo demás es querido por
el bien de la felicidad. Y llegó a decir que la búsqueda universal de la felicidad es lo que define a la humanidad. Esta
orientación hacia la felicidad es compartida por la teología, la
filosofía, la psicología, la sociología y en general todas las disciplinas. Y también por el cristianismo. Según
Aristóteles hay cuatro niveles de felicidad, que implican diversas
orientaciones hacia los bienes materiales naturales y sobrenaturales.
NIVEL
1 DE FELICIDAD: LAETUS. LA FELICIDAD DE LOS OBJETOS MATERIALES.
Es la gratificación sensual que se obtiene por el disfrute de tener
cosas o placeres materiales, cómo puede ser tener dinero, una casa en la playa, un auto último
modelo, disfrutar de buena comida y buen sexo, etc. No hay nada malo en este nivel, salvo que se constituya en la orientación
exclusiva. Porque el nivel de felicidad
que dan es de corta duración y llega un momento en que la vida se torna
superficial y vacía.
NIVEL
2 DE FELICIDAD: FÉLIX. GRATIFICACIÓN DEL EGO, FELICIDAD POR COMPARACIÓN.
Significa ser el mejor, el más rápido, el más inteligente, el más admirado, poderoso,
divertido, lindo, etc. Tampoco hay nada malo en esforzarse por llegar al
estándar más alto, pero es malo cuando
se trata de una orientación exclusiva. Porque las demás personas se convierten en competidores y no en
compañeros de ruta. La relación con los demás estará en función de cuánto te acaricien el ego. Y por lo tanto valores como lealtad, perdón, compasión,
autosacrificio estarán fuera de juego.
NIVEL
3 DE FELICIDAD: BEATITUDO. LA FELICIDAD DE HACER EL BIEN A LOS DEMÁS Y HACER
DEL MUNDO UN LUGAR MEJOR.
Este nivel
implica la orientación amorosa hacia
los demás y el impulso de servir las necesidades de ellos. Los actos
estarán orientados hacia hacer cosas
buenas para los demás y para el mundo. En este nivel se encuentra la felicidad en servir a los pobres, trabajar
por la justicia social y política. No está mal orientarse a servir a los
demás, porque el propio Jesucristo lo
alentó cuándo dijo que el segundo mandamiento es amar a los demás como a uno mismo.
Sin embargo tiene la dificultad de que nos vincula solamente con los amores humanos. Es así que vamos a ver en la Madre Teresa de Calcuta
solamente a una mujer que se esforzó hasta el extremo, para servir a los
pobres, solamente. Y a San Francisco de
Asís como una persona que amó la belleza y que consideró como hermano a
cada elemento de la creación. Y no como
obra de Dios en ellos. Pero sabemos que las cosas humanas son perecederas y por lo tanto no nos van a dar
un nivel de satisfacción pleno. Y esta orientación entonces nos va a producir los desencantos
propios de los desencuentros entre los seres humanos.
NIVEL
4 DE FELICIDAD BEATITUDO SUBLIME. LA FELICIDAD DEFINITIVA Y PERFECTA.
Quien busca
este nivel de felicidad reconoce el amor por los demás, pero busca la verdad última, el amor y la belleza
imperecedera. Es la búsqueda del
ser supremo, que hizo todas las cosas y las gobierna, de Dios, para
decirle hágase tu voluntad. Esta
persona no busca la perfección en los seres humanos, porque sabe que allí
no existe y pueden ser fuente de frustración. Busca el amor incondicional para liberar su amor incondicional hacia todo
lo demás, comenzando con Dios. Y es por eso que disfruta de una gran paz interior. Este análisis hechos hasta
aquí, es especialmente importante para interpretar
donde está una sociedad y cada ser humano en el camino hacia la felicidad.
LA
PERVERSIÓN DE LA FUENTE DE LA FELICIDAD
Según lo que se opine que es la fuente de la felicidad, será como defina
lo que es el éxito, la calidad de vida, la libertad, los derechos humanos, el bien común,
la moral, el amor.
En los niveles que propugnan la felicidad como
consecuencia de los bienes materiales y la satisfacción del ego, las personas y
las sociedades se conducirán hacia la competencia extrema, y la ignorancia del
débil y dependiente.
Por lo tanto
temas como el aborto o la eutanasia
estarán incorporados a las cosas deseables. Pero en el nivel 3, que es
la orientación hacia las otras personas, también el aborto y la eutanasia serán cosas deseables, cuando la otra persona
los desea fervientemente. En este nivel se ve el aborto como un acto de misericordia a una mujer que no
quiere tener el hijo por razones psicológicas, sociales, económicas, etcétera. O
un acto de misericordia hacia quién quiere terminar su vida porque ya no la
soporta más. Y esta es la desviación
que se está produciendo en partes del cristianismo. Porque algunos lo
manejan como un buenismo, como una
doctrina que enseña hacer el bien a los demás, y no como una orientación hacia
Dios. Si nuestra satisfacción y felicidad está en la vida divina de Dios,
entonces estaremos contra la eutanasia y el aborto, porque destruyen vidas cuyo
único dueño es Dios.
El problema que tenemos actualmente es que
demasiadas personas y demasiadas sociedades humanas están orientando su
felicidad fuera de Dios.
Y por eso construyen una moral distinta a la del
cristianismo, basada en sus propios criterios de felicidad.
Arnold
Toynbee, el historiador de las civilizaciones, ha dicho: “De las veintidós civilizaciones que han aparecido en la
historia, diecinueve de ellas
colapsaron cuando alcanzaron el estado moral en que se encuentra Estados Unidos
ahora”. Toynbee se refirió a Estados Unidos, pero vale para todo occidente.
Y Benedicto
XVI agregó: “El verdadero problema de nuestros
tiempos es la ‘Crisis de Dios’, la
ausencia de Dios, disfrazada por una religiosidad vacía“. Señalando
que la crisis de orientación no está
solamente en los secularistas sino también dentro de las religiones, que
ya no se están orientando exclusivamente por lo que Dios mandata.
Y en este
sentido San Pío V dijo: “Todos los males del mundo se deben a los católicos tibios”. Aludiendo
aquí que la orientación unívoca hacia
Dios de los católicos se estaba perdiendo, y ya no eran la sal de la Tierra.
Pero para orientarse hacia Dios hay que
creer en lo sobrenatural, porque esa es la característica de Dios y de
sus bienes.
LA
CRECIENTE NEGACIÓN DE LO SOBRENATURAL
No se puede ser cristiano a la manera que Jesús lo
indicó, si no creemos en lo sobrenatural.
Si no creemos que hay una vida después de la muerte, y que Dios está
actuando en el mundo produciendo efectos milagrosos, alguno de los cuales vemos y otros no. Si
las cosas que nos suceden a nosotros y a las sociedades las catalogamos solamente como producto de los actos humanos o
casualidades, no podemos concebir al Dios del cristianismo. Sin embargo
está escrito en nuestro corazón,
infundido por el Espíritu Santo, que hay otra vida que no es la material
que podemos apreciar con nuestros sentidos. Entonces, al retirarse paulatinamente los cristianos de la fe absoluta y radical
hacia lo sobrenatural, dejan el espacio de lo sobrenatural vacío.
Porque los propios cristianos devalúan lo
sobrenatural, por ejemplo al elogiar a su Santos por sus valores seculares.
Muchos
católicos distinguen a la madre Teresa de Calcuta por su dedicación incansable
hacia los pobres, como vimos, pero no
rescatan que la fuerza para dedicarse a eso vino de Dios. Y este espacio
de lo sobrenatural, que ha sido abandonando el cristianismo por su enfoque
racionalista, comienza a hacer ocupado
por otras corrientes de pensamiento, como por ejemplo la nueva era, o los
magos. Porque la magia y la
religión desafían a la visión del mundo completamente superficial y
racional. Entonces por ejemplo, lo que las generaciones nuevas comprenden de los ángeles es que son seres invisibles y a
quienes podemos pedir favores. Pero no conciben que estén actuando por orden de Dios y que los favores
los otorga Dios. Estudios realizados en Estados Unidos muestran que los adolescentes piensan el mundo
sobrenatural más en términos mágicos que en términos de la acción de
Dios. Y a esto se debe el crecimiento
del ocultismo entre los jóvenes. Los jóvenes comprenden que hay un mundo
sobrenatural, pero los cristianos racionalistas descartan los signos y
las maravillas de Dios como cosas de crédulos, y de un cristianismo infantil. Por
lo tanto se niegan a discutir la
necesidad de guerra espiritual contra el maligno, y por eso éste actúa a
sus anchas. Y obviamente lo vemos en lo
que sucede dentro de la Iglesia.
Fuentes:
- https://www.romancatholicman.com/loss-supernatural-causing-decline-civilization/
- https://www.osv.com/OSVNewsweekly/Story/TabId/2672/ArtMID/13567/ArticleID/23863/Spiritually-thirsty-millennials-turn-to-the-occult.aspx
- http://www.patheos.com/blogs/rogereolson/2012/12/what-does-supernatural-mean-can-a-person-be-christian-and-not-believe-in-it/
- https://www.catholic.com/magazine/print-edition/the-war-on-the-supernatural
- https://www.ncronline.org/blogs/ncr-today/whatever-happened-supernatural
- https://www.catholicgentleman.net/2018/06/neo-paganism-and-catholic-mystery/
- http://www.beliefnet.com/faiths/articles/studies-show-religious-people-are-happier.aspx
- https://catholicmoraltheology.com/what-is-happiness/
- https://www.catholicculture.org/culture/library/dictionary/index.cfm?id=35520
- https://www.catholiceducation.org/en/religion-and-philosophy/apologetics/the-four-levels-of-happiness.html
Sergio Fernández
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