El problema es cuando no
abandonan el hogar porque no fueron educados en su voluntad para enfrentarse al
mundo.
Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo…
En cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado.
Madre Teresa de Calcuta
En el
reino animal, en una continuación de vida, los padres cierran el ciclo de
dependencia de la generación engendrada. En el caso de las aves se observa como
al principio alimentan a los polluelos directamente en el pico, ya después, les
acercan presas muertas; posteriormente vivas y hasta aun peligrosas para que
ellos mismos las maten. Finalmente los dejan de alimentar obligándolos a
abandonar el nido en busca de alimento y la libertad que les es propia.
En el orden
humano, en el matrimonio dos de sus nobles fines intrínsecamente vinculados son
engendrar y educar a los hijos, pues se trata de traerlos a la vida educándolos
para la misma con fines muy superiores al solo nacer, crecer y reproducirse. Se
trata de enseñarlos a volar su propio vuelo como personas.
Entonces,
cuando es lo propio de la edad… ¿Por qué no emprenden su vuelo?
Pueden
ser varias razones según usos y costumbres de determinada sociedad, así como
las circunstancias de cada persona. El problema resulta cuando no abandonan el
hogar porque no fueron educados en su voluntad para enfrentar el que no están
hechos del todo, y que les corresponde a sí mismos terminar de hacerse.
Porque
quiéranlo o no, son para si mismos una tarea: la tarea de hacerse hombres.
Volvamos al grafico ejemplo de las aves:
PRIMERA ETAPA DEL
POLLUELO: Comida
blanda en el pico mientras crece, empluma y fortalece. Tiene que comer lo que
le llevan, y no hay más.
Al hijo
en sus primeros años se les proveyó de todo en sus necesidades básicas y
afectivas, pero cuando quiso algo de su gusto o placentero y lo obtuvo
chillando y pataleando, descubrió a muy temprana edad que los apetitos se
pueden satisfacer manipulando.
SEGUNDA ETAPA DEL
POLLUELO:
Los padres llevan la presa muerta
para que el polluelo la destace y aprenda a comer sin atragantarse, de no
hacerlo morirá de hambre, ya que lo que no haga por sí mismo sus padres ya no
lo harán. Empieza a batir sus alas para fortalecerlas y a sentir el aire bajo
estas, descubriendo que pueden con su peso.
Al hijo
se le permitió dormir hasta tarde sin obligaciones domésticas, a faltar a
clases sin consecuencias; a dejar de comer porque la comida no le gustaba,
cambiándole entonces el platillo. Para evitar conflictos los padres adoptan la
actitud de dejar hacer, dejar pasar. En una situación así, no solo el hijo
manipula, sino va quedando a merced de sus apetitos sin la voluntad para el
autodominio. Ya que todo lo que obtiene lo logra sin ningún esfuerzo.
Al no
tener educada la voluntad se presenta la abulia, la apatía, la dispersión, el
atolondramiento, la ansiedad, la conducta en función del capricho.
TERCERA ETAPA DEL
POLLUELO:
Los padres le traen una presa
viva y peligrosa que lo puede matar o escapársele; el polluelo tiene que vencer
el miedo, matarla y destazarla para poder comer si no… muere de hambre.
¿Qué la carrera que escogió el hijo le resulta difícil?… bien, que escoja otra aunque se pierda el dinero
invertido, y que no se vaya a sentir culpable. ¿El
trabajo?… ¡Pobre nene! Su jefe le grita, le exige resultados, y para
colmo, le descontó el día de paga nada más porque no fue a trabajar. Que
renuncie, que de hambre no morirá, para eso tiene padres. ¿Una novia exigente? ¡Bah…! Cual prisa en casarse.
Un hijo
así no está en condiciones de afrontar problemas, de elaborar proyectos y de
aceptar compromisos. Vive solo el instante presente evitando todo lo que le
puede complicar la vida y eso va fraguando su incapacidad permanente.
CUARTA Y ÚLTIMA ETAPA
DEL POLLUELO. Con el
hambre y ligeros picotazos de los padres, el polluelo se lanza del nido
batiendo fuertemente sus alas para posarse fatigado y asustado en la primera
rama que puede, luego, vuela corto de rama en rama hasta que se decide a volar
rápido y alto.
Conseguirá
su propio alimento, se cuidara del depredador, buscara pareja, anidará y se
reproducirá repitiendo su ciclo vital.
El hijo
sigue dependiente material, afectiva y emocionalmente de sus padres negándose a
abandonar el nido. Es una persona débil de voluntad con incapacidad para tomar
decisiones personales (con estados de indecisión y de duda permanente);
incapacidad para actuar; incapacidad para continuar la tarea iniciada y
realizar un proyecto de vida.
No ha tenido una educación de la
voluntad que le permita captar el sentido de su dignidad en la medida en que
descubre que es libre, y que esa libertad la puede ejercer y hacer crecer
comprometiéndola por amor en el trabajo, en la familia, en sociedad. Y para
ello también es necesario abandonar el nido para surcar los cielos venciendo temores,
con una voluntad fuerte, decidida, tenaz.
Por Orfa Astorga de Lira
es.aleteia.org
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