Un rector universitario explicaba como en el nivel de
preparatoria los jóvenes deciden una parte muy importante de su vida, porque
definen que van a estudiar, si es que van a estudiar una carrera universitaria,
y eso para muchos representa iniciar un camino que marcará gran parte de su
futuro.
La
primera decisión es entre estudiar y no estudiar, de acuerdo a las estadísticas
de la Encuesta
Nacional de Deserción de la Secretaría de Educación Pública (SEP), la mayor cantidad de estudiantes abandonan la escuela
durante los años de preparatoria, principalmente por la falta de dinero y la
necesidad de trabajar, la segunda razón es
por no entender a los maestros o la falta de gusto por el estudio. Del
total de jóvenes que entran a preparatoria, un 15 % la abandona antes de
concluir.
Sin
embargo hay otras decisiones importantes que se toman en esa edad, según la Encuesta
Nacional de Valores en Juventud de la SEP el
40 % de los jóvenes tiene su primera relación sexual entre los 15 y 19 años de
edad, lo que implica una manera de decidir sobre su intimidad corporal
en la relación con sus semejantes.
Otras
decisiones que son tomadas entre los 15 y 20 años de acuerdo a la encuesta del Instituto Mexicano de
Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) implican definiciones en su
dimensión trascendente. Una de cada cuatro personas
que cambiaron a otra religión después de haber sido católicos, lo hicieron a
esa edad; una de cada tres personas que dejó de practicar cualquier tipo de
religión a pesar de creer en Dios, lo hizo durante ese período; y finalmente
cerca de la cuarta parte de las personas que dejó de creer en Dios tomó la
decisión también en ese rango de edad. En todos los casos los cambios
realizados entre los 15 y los 20 años representan el mayor porcentaje de la
encuesta respecto a otros períodos de la vida.
Como
podemos inferir de estos resultados cuantitativos, decisiones que van a marcar
el resto de la vida de las generaciones de jóvenes actuales se toman en
preparatoria o durante los primeros años de universidad: La manera de relacionarse con Dios y con sus semejantes,
estudiar, o no estudiar, y a qué van a dedicarse profesionalmente ¡una edad
crítica sin duda!
Por otra
parte la época que vivimos es una de cambios rápidos, atiborrada de estímulos
consumistas a través de la mercadotecnia con una sobresaturación de
información, imágenes, y sensaciones que dejan poco espacio para el silencio, la
pausa y la reflexión, es en este entorno en que los jóvenes están decidiendo;
con información en abundancia pero sin tiempo para analizar, y discernir.
Más que
decisiones libres y responsables, en muchos casos son manipulaciones, o
acciones inconscientes e irresponsables, que no dejan de ser definitivas en las
consecuencias e impactos en la vida de los muchachos y muchachas, y en las
vidas de sus más cercanos, ya sean amigos, parejas o familiares.
En esta
etapa de los jóvenes también existen claras expresiones de soledad, angustia y
abandono que se acentúan por el entorno y el peso de las decisiones a las que
se enfrentan. La labor de los padres, de los familiares y de los maestros es
clave para acompañar, mostrar empatía, ternura y solidaridad.
El diálogo personal, el tiempo compartido, no a través de la
intermediación de las redes sociales y los medios de comunicación, sino a
través de la plenitud humana del mirar a los ojos, caminar, preguntar,
escuchar, abrazar y todo lo que ayude a encontrar la pausa y serenidad
necesarias para que cada joven tome las decisiones que de cualquier forma
habrán de enfrentar.
Oscar Fidencio Ibáñez
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