Ninguna
aparición ha sido tan peculiar y única como su aparición en la Santa
Montaña de Puerto Rico. ¿Por qué decimos esto? ¿Dónde está la diferencia con
otras Apariciones, aprobadas por la Iglesia y sede de infinitas
peregrinaciones?
Es que en la Santa Montaña, la Santísima Virgen no sólo se
apareció a los lugareños.
.
Sino que “convivió” con ellos desde el año 1899 hasta el año 1909, es decir diez años.
.
Sino que “convivió” con ellos desde el año 1899 hasta el año 1909, es decir diez años.
Podríamos razonablemente preguntarnos ¿Es posible esto? Y bien, la
Santísima Virgen lo hizo posible como veremos.
APARICIÓN
DE UNA JOVEN DESCONOCIDA
Apenas el huracán San Ciriaco abandonó el territorio de Puerto Rico, dejando a su paso
devastación y más de tres mil seiscientos muertos, el día 8 de agosto de 1899,
dos campesinos, que trataban de rescatar dos vacas varadas y a punto de
ahogarse por la crecida del río, vieron
una joven que parecía flotar sobre lo que ellos pensaron que era una “balsa” sobre el agua. Se quedaron mirándola
hasta que desapareció detrás de un peñasco que la ocultaba a sus ojos. Dos días más tarde, la joven volvió a ser
vista caminando y se detuvo en una casa para reprender a un hombre que maltrataba a una vaca.
“Todas las criaturas de Dios merecen respeto”, fue su enseñanza.
El joven
volvió temblando a su casa, diciendo que después de decir esas palabras, la
joven se había esfumado en el aire. Algunos días después, una cuadrilla de leñadores, mientras
tomaban su almuerzo, notaron que no se encontraban solos en la altura del cerro
al cual habían llegado al salir el sol. Al acercarse, vieron a una joven que les sostuvo la mirada sin decir palabra.
Reproducimos
lo relatado después por ellos:
“¿Quién
eres, niña?”
“Soy
tu buenaventura.”
“¿Andas
perdida?,
preguntó otro de los leñadores.
La
joven no pronunció palabra y cuando uno de los miembros de la cuadrilla intentó
asirla se esfumó en el aire. Los hombres la buscaron por los alrededores
gritando el que creían era su nombre: ‘Buenaventura’.
Debemos al Sacerdote benedictino Padre Jaime Reyes, la historia completa
de esta “vivencia” de la Santísima Virgen en San Lorenzo, Puerto Rico.
.
Y el haber entrevistado a cientos de testigos, e hijos y nietos de testigos.
.
Los cuales con sus testimonios le permitieron redondear una historia de la cual hasta el momento de escribir él su libro, “La Santa Montaña y el Misterio de Elenita de Jesús” sólo habían quedado señales en los corazones y en la memoria de aquellos que estuvieron presentes en esos años.
.
Y que recibieron de la Madre sus consejos, enseñanzas y ayuda espiritual y material.
.
Y el haber entrevistado a cientos de testigos, e hijos y nietos de testigos.
.
Los cuales con sus testimonios le permitieron redondear una historia de la cual hasta el momento de escribir él su libro, “La Santa Montaña y el Misterio de Elenita de Jesús” sólo habían quedado señales en los corazones y en la memoria de aquellos que estuvieron presentes en esos años.
.
Y que recibieron de la Madre sus consejos, enseñanzas y ayuda espiritual y material.
Pero,
volvamos a la historia, según la relata el Padre Reyes:
“Pocos
días después, cerca de la hora del almuerzo, A…. agarró una higüera
(cantimplora), declaró un receso en las labores y se encaminó hacia una
quebrada a buscar agua para todos. Luego descendió por la ladera sur del cerro
y se internó en la parte más espesa del bosque. Un dulce canto que resonaba en todo el bosque detuvo su caminar.
El leñador miró en todas direcciones, pero no vio a nadie.
El canto produjo en su ánimo una gran paz.
.
Paso a paso se acercó al lugar donde provenía aquella voz tan sonora y cuando se encontraba cerca de la quebrada, la vio.
.
Era la misma mujercita.
.
Estaba sentada sobre una piedra, sus pies jugando con el agua.
.
A…. volvió a detenerse ya que no solamente se escuchaba la voz de la jovencita, sino las de cientos de niños cantando en el bosque según dijo él, ‘en el idioma de los curas’ [latín.]
.
Paso a paso se acercó al lugar donde provenía aquella voz tan sonora y cuando se encontraba cerca de la quebrada, la vio.
.
Era la misma mujercita.
.
Estaba sentada sobre una piedra, sus pies jugando con el agua.
.
A…. volvió a detenerse ya que no solamente se escuchaba la voz de la jovencita, sino las de cientos de niños cantando en el bosque según dijo él, ‘en el idioma de los curas’ [latín.]
Paralizado
de asombro, miró fijamente hacia la quebrada y fue en ese momento que ella
levantó la vista y lo vio parado en medio de la arboleda, higüera en mano. Tras una breve conversación, la joven se
levantó y comenzó a alejarse del lugar.
“¡No camina! ¡Flota! ¡Es como si alguien a
cada lado la estuviera cargando!” concluyó A…. al verla caminar sin que sus pies
tocaran el suelo.
Una luminosidad que aumentaba por segundos comenzó
a cubrir a la joven hasta que adquirió tal magnitud que cegó al hombre, quien
instintivamente dejó caer la higüera y levantó el brazo derecho para cubrir sus
ojos con el dorso de la mano. En las dos ocasiones en que retiró la extremidad
de la cara y reabrió los ojos para ver a la joven, se vio obligado a cerrar los
párpados y a escudarlos nuevamente con su mano. Cuando finalmente desapareció el resplandor y pudo abrir los ojos,
fue para descubrir que se encontraba solo junto a la quebrada. El aturdimiento
se apoderó del leñador y su cuerpo, que temblaba de pies a cabeza, perdió toda
la fuerza causando que cayera sentado en el suelo.
“¡María
Santísima!, ¿Qué es esto?
Al pronunciar el nombre de María, escuchó una voz
masculina susurrándole al oído:
“¡Coge el agua y vuelve con tus compañeros!”
LA
JOVENCITA DA INDICACIONES Y BROTA UN MANANTIAL
Pasados
unos días de ese encuentro, los leñadores se encontraban encaramados en
escaleras aserrando las ramas altas de varios árboles cuando distinguieron a la misma joven que habían
visto en la peña flotando a gran altura sobre ellos.
“Hijitos míos, ¡buenos días! ¡La paz esté con
ustedes!”
Al
instante, los hombres bajaron la vista sin atreverse a mirarla.
“¡Mírenme!; no teman; soy
yo.”
“Madre, ¿dónde estabas?” “¿Qué has
hecho?”
“¡Perdón,
Madre, perdón!,” se turnaron en decir los leñadores, que aún no se atrevían a
fijar sus ojos en la joven.
“Estaba en mi casa con mi Hijo amado.”
Poco
a poco, los seis hombres levantaron la mirada y al descubrir que la joven seguía a gran altura, flotando entre
los ramales de un árbol cercano, la preocupación se apoderó de ellos.
“Mamita, ¡cuidado, que te caes!”,
dijeron al unísono.
“Quiero que me hagan aquí una choza”, les
dijo ella sonriendo.
Los
hombres se miraron entre sí asombrados, ya que la encomienda requería una correntía en los alrededores que supliera
suficiente agua para todos los trabajos que conlleva la construcción de
una vivienda.
Finalmente,
uno de ellos se atrevió a preguntar:
“¿Hacer
aquí mismo una choza, Madrecita?
¡En todo esto no hay agua!”
“Quiero
aquí mi choza. No se preocupen por lo
demás.”
A
la mañana siguiente los hombres transportaron herramientas de construcción
hasta el cerro y desyerbaron el predio
de terreno seleccionado por la misteriosa visitante para construir su humilde
morada.
Poco
antes del mediodía la joven reapareció ante el grupo.
“Aquí se va a hacer mi casa, que es para
todos mis hijos, los primeros ustedes.”
“Sí,
Mamita, lo sabemos; aquí se va hacer tu choza, pero el agua queda muy retirada de todo esto,” contestó uno de los
hombres.
“¡Anden ahí y traigan agua!
¡Se
lavan y cogen agua para beber!,” ordenó la joven.
“Mamita, ese es un sitio seco; ¡no tiene
agua!; ¡son piedras secas!,” indicó Adolfo.
“¡Anden, anden a coger el agua!,” replicó la
joven.
“¡Apúrense,
apúrense, que Mamita manda!,” ordenó Adolfo.
El grupo emprendió la marcha hacia un área en la
zona norte de la cima, donde entre piedras de menor tamaño sobresalía un
peñasco de granodiorita.
.
Para su asombro, al llegar a la formación rocosa, descubrieron que del lugar donde antes solamente había piedras amontonadas brotaba a borbotones agua fresca y cristalina.”
.
Para su asombro, al llegar a la formación rocosa, descubrieron que del lugar donde antes solamente había piedras amontonadas brotaba a borbotones agua fresca y cristalina.”
Hemos
querido reproducir textualmente los diálogos según fueron recogidos por los
testimonios de quienes los vivieron, pero en adelante, tendremos que hacer sólo
un somero resumen de lo que no cabría en cientos de libros.
ELENITA
DE JESÚS
Ese fue el nombre con el que la misteriosa visitante quiso que la
llamaran desde el principio.
.
Podría deberse al significado del nombre Elena, que quiere decir “luz brillante como el sol”, “claridad deslumbrante”.
.
Todos estos nombres que bien pueden aplicarse a nuestra Madre del Cielo.
.
Podría deberse al significado del nombre Elena, que quiere decir “luz brillante como el sol”, “claridad deslumbrante”.
.
Todos estos nombres que bien pueden aplicarse a nuestra Madre del Cielo.
El relato
continúa con la construcción de la casita que la joven había pedido y que los leñadores hicieron en cuatro días,
techándola con hojas de palma en dos aguas, con un balcón al frente.
“Una
vez concluida la construcción de la vivienda, los hombres arribaron a la
montaña con sus instrumentos habituales de trabajo para continuar las labores
del aserrado suspendidas por la construcción de la choza. La joven los estaba
esperando. De ella manaba un gran
resplandor que por unos instantes dejó mudos de asombro a los leñadores.
La
alegría de éstos al verla fue tanta, que todos a la vez exclamaron: “¡Mamita, Mamita, buenos días!”
“La paz esté con ustedes, hijitos míos.”
“Mamita,
ya terminamos tu choza y nos vamos al trabajo,” anunció el jefe de la
cuadrilla.
“Vamos,
a dar gracias antes de empezar las
tareas. ¿O ya lo hicieron?”
“No,
no lo hemos hecho, pero lo haremos cuando empecemos,” contestó el jefe.
La joven permaneció en silencio e inmóvil ante
ellos,
por lo que los trabajadores, uno a uno, removieron sus pavas (sombrero
campesino de paja y ala ancha que termina en flequillos) y se arrodillaron en el suelo.
“Repitan
tras de mí, mis hijitos:
¡Oh Dios!, te doy gracias por haberme cuidado
durante la noche.
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias porque cuidas mi mente para no pensar cosa mala alguna durante el día.
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias porque mis ojos no miran ni desean nada prohibido.
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias por mi boca; no salga de ella palabra fea.
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias porque mi corazón no encierra nada malo para mi prójimo, que es mi hermano.”
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias porque cuidas mi mente para no pensar cosa mala alguna durante el día.
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias porque mis ojos no miran ni desean nada prohibido.
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias por mi boca; no salga de ella palabra fea.
.
¡Oh Dios!, te doy las gracias porque mi corazón no encierra nada malo para mi prójimo, que es mi hermano.”
Al
concluir la oración, los hombres, aún con las cabezas inclinadas, hicieron la
señal de la cruz.
“¡Anden
al trabajo, mis hijitos!”
Ese
día lo dedicaron al corte de madera, bejucos de yaguas y palmas. Al llegar la
tarde regresaron a la choza a reunirse con quien ya todos llamaban ‘Mamita’
para dar las gracias por las tareas terminadas. Luego partieron rumbo a sus
hogares. En ruta a San Salvador se detuvieron en las casas a lo largo del
camino para dar aviso de que: “Mamita
está en su choza para impartir la doctrina cristiana a todos.”
COMIENZA
LA LABOR DE ELENITA
De esa forma comenzaron a subir peregrinos al Cerro Las Peñas, algunos junto a sus
familiares a ver a Mamita y a escuchar sus prédicas. Así dio
comienzo lo que A…. describió como: “Hacer
reuniones en un sitio santo, porque
desde el primer día en que Ella apareció como una niña, fue toda esa montaña
bendita.” Tal vez
deberíamos interrumpir el relato para describir cómo era la vida en el
campesinado portorriqueño. El alcohol, la violencia, los vicios carnales, la
falta de respeto a la mujer, el descuido de los niños, todo oscurecía la vida
de los pobres sanlorenceños. La llegada
de Elenita de Jesús fue como un resplandor de sol en un túnel oscuro.
El
Padre Reyes lo relata así:
La noticia de la llegada de “Mamita” a tierra
sanlorenceña corrió como la pólvora por toda la zona cafetalera del sureste de
la isla.
.
Y poco después de erigida su vivienda, decenas de campesinos de lugares aledaños y otros que atravesaban grandes distancias para llegar a la cima del monte a escucharla predicar desde el balcón de su humilde casita de madera con techo de yaguas, llenaban La Santa Montaña.
.
Y poco después de erigida su vivienda, decenas de campesinos de lugares aledaños y otros que atravesaban grandes distancias para llegar a la cima del monte a escucharla predicar desde el balcón de su humilde casita de madera con techo de yaguas, llenaban La Santa Montaña.
Justo antes de dirigirse a los presentes, cuyo
número muchas veces rebasaba el centenar, por orden de Nuestra Madre se
colocaba en el balcón de la casita un cuadro de Nuestra Señora del Monte
Carmelo.
.
Y a manera de bandera, un paño azul con estrellas doradas flameantes, en extremo similar al color y a los adornos de la túnica de Nuestra Señora de Guadalupe”.
.
Y a manera de bandera, un paño azul con estrellas doradas flameantes, en extremo similar al color y a los adornos de la túnica de Nuestra Señora de Guadalupe”.
PERO,
¿QUIÉN ERA LA MISTERIOSA “ELENITA DE JESÚS”?
Según fue
transcurriendo el tiempo, Nuestra Madre les fue revelando su identidad a sus
hijos puertorriqueños.
En las
ocasiones en que se le preguntaba quién era, afirmaba que:
“Fui testigo de la muerte de Jesús”.
.
“Soy la Madre de todos los hombres”.
.
“Soy la Señora de todos los pueblos”.
.
“Soy la que sufrió mucho cuando Jesús murió en la Cruz” y
.
“Soy la Reina del cielo y de la Tierra.”
.
“Soy la Madre de todos los hombres”.
.
“Soy la Señora de todos los pueblos”.
.
“Soy la que sufrió mucho cuando Jesús murió en la Cruz” y
.
“Soy la Reina del cielo y de la Tierra.”
La primera
vez que Nuestra Madre se manifestó como Nuestra
Señora del Carmen “fue cuando suspendió una de sus prédicas en
La Santa Montaña para decirle a un oyente que había comentado: “Elenita parece una holandesita cuando predica,” que la mirara fijamente a la cara para
determinar su verdadera identidad.
Al hacerlo, el hombre cayó de rodillas y la
identificó delante de todos como la Virgen del Carmen, insistiendo que había
visto su corona y el resplandor que salía de ella.
.
A partir del momento en que se denominó “Madre Redentora”, comenzó a usar un gorrito con una “M” y una “R”.
.
A partir del momento en que se denominó “Madre Redentora”, comenzó a usar un gorrito con una “M” y una “R”.
LAS
ENSEÑANZAS Y LA PREDICACIÓN
Las prédicas, que Elenita realizaba los miércoles y los viernes a las
seis de la tarde, eran anunciadas haciendo sonar una caparazón de caracol o un
cuerno de buey, cuyo
sonido ya reconocían los trabajadores que regresaban de sus labores. La
oratoria de Elenita de Jesús, realizada desde el balcón de su casita, estaba
destinada a enseñar, en un lenguaje simple y con expresiones autóctonas que los
campesinos entendían perfectamente. Ella
anunciaba el Evangelio de forma tan clara y explicaba tan iluminadamente cómo
debía ser aplicada cada enseñanza de Su Hijo en la vida diaria, que poco
a poco, la vida de los sanlorenceños fue cambiando.
“…enfatizaba la importancia de dedicar los hijos a
Dios, de orar – inclusive en cualquier lugar y posición, primero a Dios, luego
a la Virgen María y a los santos.
.
Del rezo constante del Rosario, de no pecar, de ayudarse los unos a los otros, de dar al necesitado, de tratarse como hermanos y de que la familia se reuniese para comer, manteniéndose así unida.
.
Muchas veces repasaba ante la muchedumbre los principios del catecismo para preparar a los que aún no habían recibido los sacramentos.”
.
Del rezo constante del Rosario, de no pecar, de ayudarse los unos a los otros, de dar al necesitado, de tratarse como hermanos y de que la familia se reuniese para comer, manteniéndose así unida.
.
Muchas veces repasaba ante la muchedumbre los principios del catecismo para preparar a los que aún no habían recibido los sacramentos.”
Según cuenta
el padre Reyes, fueron innumerables las romerías
que Elenita encabezaba para llevar a “sus hijitos” a
las iglesias del lugar, a recibir los sacramentos, del Bautismo a los niños y
del Matrimonio a los que vivían amancebados. Generalmente, los
sacerdotes recibían de buen grado las peticiones de Elenita para otorgar los
sacramentos.
Siempre
en el relato del Padre Reyes:
“La granja. Nuestra Madre estableció un consorcio caritativo
autosustentable en la cima del Cerro Las Peñas, al que ya todos los habitantes de San Lorenzo y pueblos aledaños se
referían como ‘La Santa Montaña.’ Allí no solamente predicaba, sino que realizaba milagros, se encargaba de la alfabetización de los niños,
ofrecía ayuda a los necesitados y enseñaba a sus discípulos a desafiar el
sistema económico colonial al que estaban sujetos mediante la unión de
esfuerzos y la venta de artesanías, en su mayoría cestas. “
Elenita tenía un círculo de allegados a los que llamaba “sus discípulos”, que eran los que organizaban la
disposición de la enorme cantidad de tareas que ella enseñó. Tareas de costura, de cocina y
de limpieza, el cuidado y alimentación de los animales, la siembra de
alimentos, la confección de cestas y hamacas, el lavado de ropa, el talado de
árboles, construcción y mantenimiento de las estructuras, así como de la
vigilancia en la granja sanlorenceña eran realizadas por los discípulos que
residían en La Santa Montaña. Elenita
recorría los alrededores, llevando siempre su presencia luminosa y cariñosa
a todos los que la veían, en lo que su gente llamaba “las Misiones”. No descansaba, salvo en los días en que
desaparecía de la vista de todos. La
Madre les había avisado que los días de Fiestas litúrgicas Ella debía regresar
al cielo, pero los campesinos llamaban a esas ausencias “días de encierro”. Era en esos días en que su cabaña parecía dejar ver un gran resplandor
interno, una luz que salía de ella. Los guardianes, no dejaban acercar a
nadie por esos días.
Las únicas personas que podían entrar en la choza de Elenita, eran ”las Niñas de Nuestra Madre,” quienes también
pertenecían al círculo íntimo de Mamita.
.
Estas niñas, entre los seis y los 20 años de edad y que procedían de pueblos aledaños, se quedaban en la montaña por espacio de dos, tres o cuatro semanas a la vez.
.
Mientras permanecieron a su lado, Nuestra Madre les enseñaba catecismo, oraciones, costura y otras labores del hogar, modales, buenos hábitos, a ser buenas hijas y esposas, el trato hacia las demás personas, a no dejarse abusar, a leer y escribir y los conceptos básicos de la aritmética.”
.
Estas niñas, entre los seis y los 20 años de edad y que procedían de pueblos aledaños, se quedaban en la montaña por espacio de dos, tres o cuatro semanas a la vez.
.
Mientras permanecieron a su lado, Nuestra Madre les enseñaba catecismo, oraciones, costura y otras labores del hogar, modales, buenos hábitos, a ser buenas hijas y esposas, el trato hacia las demás personas, a no dejarse abusar, a leer y escribir y los conceptos básicos de la aritmética.”
Como Elenita recibía visitas de gente importante,
sacerdotes y hacendados, sus discípulos construyeron a unos tres metros de su
cabaña una capilla y junto a esta una pequeña casita, donde colocaron
sillones para la comodidad de los visitantes. También construyeron otra
habitación para las labores de costura.
LAS
MISIONES, LOS MILAGROS
Los
testimonios se multiplicaban: “Nuestra Madre predicaba por cuatro horas o más en
los lugares que visitaba y su presencia
siempre infundía respeto y temor a Dios. Cada vez era mayor la cantidad
de personas que acudía a recibir
instrucción sobre la palabra de Dios, a ser preparada para recibir los
sacramentos o a ser curada de males. Bastaba que alguna persona dijera que
estaba enfermo o que sentía dolor en alguna parte del cuerpo para que Mamita le
impusiera las manos sobre la parte afectada y fuese sanado de inmediato.”
Durante los diez años que vivió “en suelo
borincano”, Elenita “dio muestras de su poder sobre el movimiento, el tiempo,
los elementos, la naturaleza, la enfermedad, el sol, el sonido, la materia, la
gravedad y la malignidad en presencia de sus discípulos, sacerdotes y las
muchedumbres que asistían a sus prédicas”.
Los prodigios de “Nuestra Madre” asombraban
a todos.
.
Multiplicaba alimentos, se trasmutaba en una paloma, aparecía y desaparecía, “detuvo el movimiento del sol, separó las aguas de los ríos crecidos para poder pasar de una ribera a la otra, levitó en un sinnúmero de ocasiones y ejerció control sobre la fauna”.
.
Multiplicaba alimentos, se trasmutaba en una paloma, aparecía y desaparecía, “detuvo el movimiento del sol, separó las aguas de los ríos crecidos para poder pasar de una ribera a la otra, levitó en un sinnúmero de ocasiones y ejerció control sobre la fauna”.
Las ranas y
los pájaros callaban cuando ella predicaba, si alguien venía a atacarla
galopando, porque hubo gente poderosa que se sintió molesta por sus prédicas,
los caballos se arrodillaban frente a ella, etc. En una ocasión le dispararon y ella levantó su Escapulario y las balas
cayeron en su falda. En otra ocasión, bastó que Ella entrara en un Templo, para
que se encendieran todas las luces y comenzara a tañer la campana. Otra de las
aficiones de Elenita era la música. Le encantaba cantar himnos y enseñó
a muchos a cantarlos. Regalaba instrumentos y los enseñaba a usar. Su voz era escuchada desde lejos. Los
relatos de los que, ancianos en el momento de relatarlo al Padre Reyes, eran
niños cuando la vieron, recordaban que Elenita
siempre llevaba colgado un Crucifijo, que daba a besar “Para bien y salvación”.
La vieron usando tres hábitos: uno negro en la Cuaresma, uno
marrón como el del Carmen, con una cuerda en la cintura y un gran rosario
colgando. También vestía a veces un hábito blanco y llegó a usar uno rojo. Es
imposible aquí relatar todos los prodigios que realizó Elenita de Jesús durante los años que convivió con el pueblo de
Santa Montaña, todo el amor que regaló a esa gente de corazón sencillo y de fe
profunda, nos limitaremos entonces, a relatar
lo que ella denominó “el cambio”, que fue cuando desapareció definitivamente.
“EL
CAMBIO”
Nuestra
Madre sabía que su presencia era bien conocida en todos los alrededores, por lo
que tenía bien claro que para
desaparecer, debía morir, puesto que de otra manera, sus discípulos y su pueblo
amado serían acusados criminalmente por su ausencia. Ella fue preparando
a todos para ese momento, dando instrucciones de lo que debían hacer en cada
caso. Siempre del libro del padre Reyes extraemos el siguiente relato:
“Dos o tres años antes de partir, Nuestra Madre
comenzó a suplicarle a sus discípulos que rogaran a Papito Dios (el nombre con
el que se refería a Jesús,) para que le permitiera derramar su sangre en La
Santa Montaña “para el perdón de todos los pecadores, ya que esto será una
bendición especial para Puerto Rico.”
Durante el año y medio previo a su partida, Nuestra Madre comenzó a
preparar a sus discípulos más allegados para que pudieran enfrentar con
serenidad el momento de la despedida final. Al avisarles que no la verían por un tiempo largo, todos creyeron que
sería otro de “sus encierros”. Pero sería
el alejamiento final. Este encierro
duró 40 días y sólo la vio una de sus niñas, Francisca, que la
acompañaba siempre y a la que le dio instrucciones precisas.
“Alrededor del 22 de septiembre del año 1909,
Nuestra Madre le indicó a Francisca lo que debía hacer con la sangre que
derramaría, así como donde colocar su cuerpo y los candelabros para el
velorio, que debía durar tres días. Mientras tanto, la ‘desaparición’ de
Nuestra Madre llegó a oídos de las autoridades y dos agentes se apersonaron a
verificar que ella no hubiera sufrido ningún percance. Al no verla, amenazaron
a todos con la cárcel si no aparecía Elenita, cosa que ocurrió. Ella saludó a
los agentes y les indicó que se encontraba perfectamente. Cuando se retiraron,
la Madre volvió a decirles: “Ya
les había dicho que si lo hago de esa forma, todos mis hijitos amados pararían
en la cárcel.”
Inmediatamente después, les
dijo:
“Quiero estar sola durante los próximos tres días
para prepararme.
.
A los tres días vayan [a la choza] y se fijan debajo de mi cuarto.
.
Van a ver caer sangre por las rendijas que hay entre las tablas del suelo.
.
Esa sangre será la mía, que la voy a derramar para morir.
.
Entonces vayan a abrir mi cuarto.
.
Ya no estaré aquí, pero no digan que he muerto, sino que di mi cambio.
.
Me echan en la caja como me encuentren, con todo y rosario.
.
Yo estaré preparada.
.
Luego me llevan a enterrar al cementerio de San Lorenzo.”
.
A los tres días vayan [a la choza] y se fijan debajo de mi cuarto.
.
Van a ver caer sangre por las rendijas que hay entre las tablas del suelo.
.
Esa sangre será la mía, que la voy a derramar para morir.
.
Entonces vayan a abrir mi cuarto.
.
Ya no estaré aquí, pero no digan que he muerto, sino que di mi cambio.
.
Me echan en la caja como me encuentren, con todo y rosario.
.
Yo estaré preparada.
.
Luego me llevan a enterrar al cementerio de San Lorenzo.”
Al amanecer del miércoles, 29 de septiembre, día en que se celebra la
festividad de San Miguel Arcángel, el sanlorenceño José González, escuchó la
voz de Nuestra Madre, por lo que de inmediato cayó de rodillas, rostro al
suelo.
“Ya he dado el cambio, hijito, pero estaré con
ustedes hasta el último día y los recibiré gloriosamente en el cielo.”
Al levantar la vista, González se percató de que Nuestra Madre se había
ido. De
inmediato dio aviso de lo sucedido a los demás discípulos, por lo que todos,
presurosos, se dirigieron a la choza de Mamita. Al ver que salía sangre por entre las rendijas del piso de la casita
formando un charco debajo de la estructura, todos recordaron las
palabras que ésta pronunció en varias ocasiones: “¡Dichoso Puerto Rico si derramo aquí mi sangre!” Al
descubrir la sangre debajo de la choza, los discípulos interpretaron que eso
era un permiso para entrar a la vivienda. Allí encontraron el cuerpo de Nuestra Madre tendido en el suelo de su
habitación y notaron que el mismo ya estaba amortajado con un bálsamo que
describieron “como lila.” Según
las instrucciones de la Santísima Virgen, el grupo de niñas recogió su sangre en unos paños blancos que fueron
colocados dentro de varios frascos de cristal, después enterrados cerca de su
choza. El juez, una vez notificado, determinó de forma preliminar que el
cambio de Nuestra Madre no había sido causado por mano maliciosa y sentenció
que: “el cuerpo de la
Madre Elenita ahora pertenece a los ángeles.”
EL
“ENTIERRO”: ¿UN FÉRETRO VACÍO?
El cuerpo de la Madre, envuelto en una sábana por las niñas y colocado
en un ataúd, comenzó su periplo hacia el cementerio de San Lorenzo. A medida que caminaban, se
iba reuniendo gente, que testigos calcularon en “unas
20.000 almas”.
Al entrar a la iglesia, los discípulos que iban cargando el ataúd le
aseguraron al sacerdote que según avanzaban hacia San Lorenzo y conforme al
paso de las horas, el peso del féretro comenzó a disminuir y que al llegar al
pueblo daba la sensación de que estaba vacío.
Una vez
enterrada la caja que decía “contener” a
Nuestra Madre, y cansados y hambrientos después de una peregrinación que había durado doce horas, los sanlorenceños se
enfrentaron a la terrible realidad de que “Mamita” ya
no estaba con ellos. A una sugerencia de alguien, se encaminaron a la Santa
Peña, caminando presurosos por la ladera norte de la montaña y cuando llegaron
a la roca de granodiorita, sus pasos se detuvieron en seco. De pie, junto al inmenso peñasco, toda
rodeada de luz, estaba esperándolos sonriente su buenaventura.
LAS
APARICIONES
Con los años, hubo testimonios de que la Santísima Virgen seguía
apareciéndose.
.
En el año 1982, o sea, 73 años después del “cambio” de Elenita de Jesús, dos niñas de 7 y 8 años la vieron y escucharon, al mismo tiempo que una de ellas llegó a levitar a dos metros y medio de altura.
.
A una de ellas, la Santísima Virgen le regaló un rosario, entrelazándolo entre los dedos de la niña.
.
En el año 1982, o sea, 73 años después del “cambio” de Elenita de Jesús, dos niñas de 7 y 8 años la vieron y escucharon, al mismo tiempo que una de ellas llegó a levitar a dos metros y medio de altura.
.
A una de ellas, la Santísima Virgen le regaló un rosario, entrelazándolo entre los dedos de la niña.
El mensaje
que dio fue: “Dios
está muy cerca de la Tierra y nos encontramos en la última etapa de lo que ha
de acontecer.” Las peregrinaciones continuaron y allí es donde entró
en la historia el Padre Jaime Reyes,
nombrado investigador de los fenómenos por el obispo y que finalmente terminó
siendo el Rector del Santuario levantado allí. Al santuario acudieron varias
videntes marianas de fama internacional junto a sus respectivos
consejeros espirituales, una de ellas fue Marija Pavlovik (una de las de Medjugorje.)
Esta última dijo en público durante su visita en 1992:
.
“No sé por qué los puertorriqueños viajan a Medjugorje, ya que tienen a la Gospa (la Virgen) aquí en La Santa Montaña”.
.
“No sé por qué los puertorriqueños viajan a Medjugorje, ya que tienen a la Gospa (la Virgen) aquí en La Santa Montaña”.
LA
EXHUMACIÓN
Juan M.
Pedró, el sepulturero sanlorenceño por décadas indicó a una periodista en 2005
que en el año 1991 se le había sido
encomendado abrir el panteón donde había sido “enterrada” Elenita en el antiguo
cementerio de San Lorenzo y remover el ataúd donde en 1909 se colocó el
cuerpo de Nuestra Madre. A mediodía del Miércoles Santo de ese año y al recibir
la orden de abrir la tumba y sacar la caja, descubrió que el ataúd estaba vacío.
“Eso es algo muy extraño, dijo, porque siempre
hay restos, huesos, en pedazos o en polvo”.
.
Confesó haberse quedado cerca, y oyó decir a los testigos de la exhumación que esperaban al menos encontrar una mantilla o un rosario, pero allí no había nada; la caja estaba llena de aire.
.
Confesó haberse quedado cerca, y oyó decir a los testigos de la exhumación que esperaban al menos encontrar una mantilla o un rosario, pero allí no había nada; la caja estaba llena de aire.
EL
INFORME FINAL
Lamentablemente,
presiones políticas resultaron en decidir que la persona llamada “Elenita”, que
había vivido en San Lorenzo entre los años 1899 y 1909 tenía por apellido el de
“Huge”. Y la iglesia Católica
hasta la fecha no se ha expedido sobre el caso a pesar de los testimonios
recogidos por el padre Reyes.
Pero eso no convence a muchos vecinos de San Lorenzo y Santa Montaña,
que saben que sí estuvo la Santa Madre de Dios viviendo diez años entre sus
abuelos.
.
Y que los curó física y espiritualmente, les enseñó a vivir el Evangelio, les enseñó el Amor de Dios y les regaló su presencia luminosa, llena de maternal bondad.
.
Y que los curó física y espiritualmente, les enseñó a vivir el Evangelio, les enseñó el Amor de Dios y les regaló su presencia luminosa, llena de maternal bondad.
Y nosotros,
creyentes de hoy, miramos con santa envidia el regalo dado por nuestra amada
Madre, María Santísima a Puerto Rico, y nos viene a la memoria el Salmo147, 20:
“no hizo lo mismo con otras naciones”.
Ave
María Purísima, Sin pecado concebida.
Fuentes:
- http://www.nuestramadre.org/historia.html
- http://www.nuestramadre.org/santuario.html
- http://www.nuestramadre.org/libro-padre-jaime.pdf
- http://www.amazon.com/s/ref=nb_sb_noss?rh=n%3A133140011%2Ck%3Ala+buenaventura%5Cc+negretti&keywords=la+buenaventura%2C+negretti&ie=UTF8
- http://www.nuestramadre.org/lobos.pdf
- http://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/view/432/432
- http://www.santuariovirgendelcarmen.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario