La esencia de la
propuesta alemana sobre la intercomunión es compartir la Sagrada Comunión
incluso cuando no hay una verdadera unidad eclesial. Esto golpea el corazón
mismo del sacramento de la Eucaristía, porque por su verdadera naturaleza la
Eucaristía es el cuerpo de Cristo.
Quién puede recibir la Eucaristía, cuándo y por qué, no son sólo
preguntas alemanas. Si, como ha dicho el Vaticano II, la Eucaristía es fuente y culmen de
nuestra vida como cristianos y el sello de nuestra unidad católica, entonces
las respuestas a estas preguntas tienen implicaciones para toda la Iglesia. Nos
afectan a todos. Y, a la luz de todo esto, ofrezco estos puntos de reflexión y
discusión, hablando sencillamente como uno de los muchos obispos diocesanos:
1. Si la Eucaristía es
verdaderamente el signo y el instrumento de la unidad eclesial, entonces, si cambiamos las condiciones de la comunión,
¿no estamos redefiniendo de hecho quién y qué es la Iglesia?
2. Intencionadamente o no, la propuesta alemana, de manera inevitable, hará
precisamente esto. Es la primera fase de la apertura de la comunión a
todos los protestantes, o a todos los bautizados, dado que el matrimonio, al
final, no es la única razón para admitir a la comunión a los no católicos.
3. La comunión
presupone una fe y un credo común, incluyendo la fe sobrenatural en la
presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, junto con los siete sacramentos reconocidos por la tradición perenne
de la Iglesia católica. Al renegociar este hecho, la propuesta alemana adopta
una noción protestante de identidad eclesial. El simple bautismo y la fe en
Cristo parecen ser suficientes, y no la creencia en el misterio de la fe tal
como es comprendido por la tradición católica y los concilios. ¿Necesitará el
cónyuge protestante creer en el sacramento del orden tal como lo entiende la
Iglesia católica, para la que está lógicamente relacionado con la fe en la
consagración del pan y el vino como cuerpo y sangre de Cristo? ¿O están sugiriendo los obispos alemanes que
el sacramento del orden podría no depender de la sucesión apostólica? En
tal caso, estaríamos enfrentándonos a un error aún más grave.
4. La propuesta alemana rompe el vínculo vital entre comunión y confesión
sacramental.
Presumiblemente, esa no implica que los cónyuges protestantes deben confesar
los pecados graves como preludio a la comunión. Pero esto se contradice con la
práctica perenne y la enseñanza dogmática explícita de la Iglesia católica, del
Concilio de Trento y del actual Catecismo de la Iglesia católica, como también
del magisterio ordinario. Implica, en sus efectos, una protestantización de la
teología católica de los sacramentos.
5. Si la enseñanza de la Iglesia puede ser ignorada o renegociada, incluso
una enseñanza que ha recibido una definición conciliar (como en este caso, en
Trento), ¿entonces todos los concilios pueden ser históricamente relativizados
y renegociados? Muchos protestantes progresistas modernos cuestionan, o
rechazan, o simplemente ignoran como bagaje histórico la enseñanza sobre la
divinidad de Cristo del concilio de Nicea. ¿Se exigirá a los cónyuges
protestantes que crean en la divinidad de Cristo? Si es necesario que crean en
la presencia real de Cristo en el sacramento, ¿por qué no deberían compartir la
fe católica en el sacramento del orden o en el sacramento de la confesión? Y si
creen en todas estas cosas, ¿por qué no se les invita a ser católicos como
manera de entrar en una comunión plena y visible?
6. Si los protestantes son invitados a la comunión católica, los católicos
¿seguirán estando excluidos de la comunión protestante? Si es así, ¿por qué
deberían ser excluidos? Si no lo están, ¿no implica esto que la visión católica acerca del
sacramento del orden y la consagración eucarística válida es de hecho falsa y,
si es falsa, que las creencias protestantes son verdaderas? Si la intercomunión
no supone una equivalencia entre las concepciones católica y protestante de la
Eucaristía, entonces la práctica de la intercomunión aleja a los fieles de la
recta vía. ¿No es esto un caso de manual de «causar
escándalo»? ¿Y no lo verán muchos como una forma educada de engañar o de
esconder enseñanzas difíciles, en el contexto de la discusión ecuménica? La
unidad no se puede construir sobre un proceso que, sistemáticamente, oculta la
verdad de nuestras diferencias.
La esencia de la propuesta alemana sobre la intercomunión es compartir
la Sagrada Comunión incluso cuando no hay una verdadera unidad eclesial. Esto
golpea el corazón mismo del sacramento de la Eucaristía, porque por su verdadera
naturaleza la Eucaristía es el cuerpo de Cristo. Y el «cuerpo
de Cristo» es tanto la presencia real y sustancial de Cristo en las
especies del pan y el vino, como también la propia Iglesia, la comunión de los
creyentes unidos a Cristo, su cabeza. Recibir la Eucaristía significa anunciar
de manera solemne y pública, ante Dios y en la Iglesia, que estamos en comunión
con Jesús y con la comunidad visible que celebra la Eucaristía.
Mons. Charles J.
Chaput
Traducido
y publicado en el blog de Sandro Magister
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