Si Dios nos espera siempre con los brazos abiertos,
¿por qué la gente no camina hacia Él?
Un cristiano y un peluquero no creyente estaban caminando por los
barrios de la ciudad.
El
peluquero dijo al cristiano: “Es por esto por lo
que no puedo creer en el Dios que tú me hablas, en un Dios de Amor. Si Dios
fuera así como tu dices, Él no permitiría que estos vagos fueran adictos a la
droga y a otros hábitos destructivos. No, no puedo creer en un Dios que permite
todo esto.”
El
cristiano estuvo callado hasta que se encontraron con un hombre particularmente
descuidado. El cabello le llegaba hasta el cuello y la barba sin rasurar.
El
cristiano le dijo: “No serías un buen peluquero si
permites que un hombre como éste continúe viviendo aquí sin un corte de pelo y
una buena rasurada.”
Indignado,
el peluquero contestó: “¿Por qué me culpas por la
condición de este hombre? No puedo evitar que él esté así. Nunca ha ido a mi
peluquería, yo podría arreglarlo y hacerlo verse como un caballero si él me lo
pidiera.”
El
cristiano miró fijamente al peluquero y le dijo: “Entonces
no puedes culpar a Dios por permitir que los hombres sigan viviendo en sus
malos caminos. Él constantemente los está invitando a acercarse para ser
salvados y recibir sus promesas a través de su palabra, pero al igual que este
hombre, no se lo han pedido.
“Esta
decisión es personal y sólo tienes que invitarlo a entrar a tu corazón.”
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