El COMBATE ESPÍRITUAL y Las TENTACIONES: Dios
espera de nosotros, sobretodo, porque es una seria aplicación en conquistar
nuestras pasiones. Aquel que tuviese el coraje de conquistar sus pasiones,
controlar sus apetitos y rechazar hasta los más mínimos movimientos de su
voluntad, practica una acción más meritoria a los ojos de Dios que si, sin eso,
rasgase sus carnes con las más agudas disciplinas, ayunase con mayor austeridad
que la de los Padres del desierto, o convirtiese multitudes de pecadores
¿EN QUÉ CONSISTE LA PERFECCIÓN CRISTIANA?
El combate espiritual, del
teatino Don Lorenzo Scupoli, escrito a fines del siglo XVI, es uno de los más
famosos tratados de vida espiritual. San Francisco de Sales, también maestro en
esa materia y Doctor de la Iglesia, lo llevó en su bolso durante 18 años. Lo
leía diariamente y lo recomendaba a las personas que dirigía. Aún cuando haya
sido escrito hace más de 450 años, el libro tiene una actualidad impresionante.
Para provecho de nuestros lectores, transcribimos aquí algunos trozos de su
primer capítulo. *
"La vida
espiritual consiste en conocer la infinita grandeza y bondad de Dios, junto a
un grande sentido de nuestra propia debilidad y tendencia para el mal; en amar
a Dios y detestarnos a nosotros mismos; en humillarnos no solamente delante de
El sino, por Su causa, también delante de los hombres; en renunciar enteramente
a nuestra propia voluntad para hacer la Suya. Consiste, finalmente, en hacer
todo solamente por la gloria de su santo Nombre, con un único propósito -
agradarle -, por un sólo motivo: que Él sea amado y servido por todas sus
criaturas. (...)
Por eso, es
necesario luchar constantemente contra uno mismo y emplear toda la fuerza para
arrancar cada inclinación viciosa, incluso las triviales. Consecuentemente,
para prepararse al combate la persona debe reunir toda su resolución y coraje.
Nadie será premiado con la corona si no hubiere combatido con coraje. (...)
Aquel que
tuviese el coraje de conquistar sus pasiones, controlar sus apetitos y rechazar
hasta los más mínimos movimientos de su voluntad, practica una acción más
meritoria a los ojos de Dios que si, sin eso, rasgase sus carnes con las más
agudas disciplinas, ayunase con mayor austeridad que la de los Padres del
desierto, o convirtiese multitudes de pecadores (...)
Lo que Dios
espera de nosotros, sobretodo, es una seria aplicación en conquistar nuestras
pasiones; y eso es más propiamente el cumplimento de nuestro deber que si, con
apetito incontrolado, nosotros Le hiciésemos un gran servicio. (...)
Para obtener
eso, se debe estar resuelto a una perpetua guerra contra sí mismo, comenzando
por armarse de las cuatro armas sin las cuales es imposible obtener la victoria
en ese combate espiritual. Esas cuatro armas son: desconfianza de sí mismo,
confianza en Dios, apropiado uso de las facultades del cuerpo y del alma, y el
deber de la oración". 1
* The Spiritual Combat -
And a Treatise on Peace of Soul, TAN Books and Publishers, Inc., Rockford,
Illinois, USA, 1990, pp. 4 y ss.
ARMAS ESPIRITUALES PARA EL COMBATE ESPIRITUAL
1) Vigilancia.
Permanece alerta y no dejes de orar, de esta forma, cuando venga la
prueba podrás superar las tentaciones del demonio. La razón exacta de la
caída de los Apóstoles al llenarse de miedo y abandonar a Jesús en el Huerto,
fue que no estuvieron vigilantes en la oración.
2) Identificar el ataque y admitir que está
ocurriendo.
Cuándo la tentación acecha
puede resultar muy útil y simple, admitirla de una manera tranquila, “Estoy
siendo tentado por el diablo, el enemigo de Dios”. Descubrir al enemigo cuando
nos ataca es la mitad de la batalla. Ignorar su presencia puede aumentar su
poder sobre nosotros.
3) Evitar las ocasiones cercanas al pecado.
A menudo somos tentados porque
nos colocamos cerca de la ocasión de pecado, recuerda los proverbios: “¡No
juegues con fuego!”, ¡Aquel que juega con el peligro, perecerá con el peligro!”,
“¡El que camina en la cuerda floja, caerá!”. Una de las razones más simples por
la cuales Eva comió de la fruta prohibida, es que ella estaba cerca
del árbol del cual Dios le dijo que no comieran.
4) No te descuides cuando te encuentres en estado
de desolación espiritual.
Cuando estamos en ese estado,
San Ignacio nos da cuatro claves: • Más oración • Más meditación
• Examina tu conciencia (para ver por qué estás en desolación) •
Aplícate alguna penitencia adecuada. Algunos demonios solo son expulsados a
través de la oración y la penitencia.
5) Usar Sacramentales
El uso apropiado de
sacramentales puede ser bastante eficaz en la batalla contra del demonio,
en especial tres: El Escapulario de la Virgen del Carmen, la medalla de San
Benito y el agua bendita. Santa Teresa de Ávila insiste en usar agua bendita
para expulsar al demonio de nuestra presencia, ¿por qué?, el diablo está lleno
de orgullo y el agua Bendita es pequeña y poco visible, el demonio odia eso y
no lo puede soportar. Por eso en los exorcismos se utiliza el agua bendita.
6) Usar Jaculatorias: dardos de fuego que penetran el cielo.
Cuando somos asaltados por el
enemigo, es recomendable ofrecer oraciones cortas y fervientes (jaculatorias);
éstas son extremadamente eficaces en espantar al diablo. Algunos ejemplos de
estas cortas pero poderosas oraciones son: “Jesús en ti confío”, “Dulce
corazón de María se la salvación del alma mía”, “Señor, sálvame”, “Señor ven a
rescatarme”, “Jesús, ten misericordia de mi”… y por supuesto invocar con fe y
confianza el Sagrado nombre de Jesús, María y San José.
7) Rechazar inmediatamente la tentación.
Parte del problema en el
combate espiritual es la respuesta lenta, aletargada y anémica ante la
tentación. La gracia de Dios nos sostiene a través del arma la oración, pero
aun así, debemos comprometer nuestra voluntad y rechazar con valentía y firmeza
la tentación desde el comienzo. Algunas tentaciones frecuentes tienen gran
fortaleza sobre nosotros porque abrimos una puerta y la cola del diablo entra,
y es difícil echarlo luego.
8) Evitar la pereza.
En una ocasión, cuenta el
Diario de Santa Faustina, que el diablo estaba vagando por los corredores del
convento, buscando desesperadamente a alguien a quien tentar. Santa Faustina
detuvo al diablo y le dijo que, en obediencia a Jesús, le dijera cuál era el
mayor peligro para las monjas. De mala gana él respondió: Almas indolentes y
perezosas. Todos hemos escuchado el proverbio “La ociosidad es el taller del
diablo”, esto significa que si no tenemos nada que hacer, el diablo nos dará
bastante que hacer. El gran San Juan Bosco, temía mortalmente el tiempo de
vacaciones de sus muchachos en el Oratorio. ¿Por qué?, porque mucho tiempo
libre le da entrada completa al diablo en la vida de la juventud, ¿cuán a
menudo hemos pecado precedidos por momentos, horas e incluso días de indolencia
y pereza?, nuestra filosofía debería ser la de San Alberto Hurtado, “Hay dos
lugares para descansar: el cementerio y el cielo”, en el presente es momento de
trabajar en nuestra salvación con temor y temblor. Hagamos nuestro el lema de
San Benito: “Ora et Labora”. Trabajar y orar.
9) Jesús en el desierto como Ejemplo Supremo: Sus
tres armas.
Por supuesto nuestro mejor
ejemplo para todo es Jesús, quien dijo, “Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida”.
Al final de los cuarenta días en el desierto, el diablo vino a tentarlo. Jesús
conquistó al diablo con firmeza y facilidad, usando tres armas que debemos
aprender a aplicar: la oración, el ayuno y el uso de la Palabra del Dios. Jesús
tuvo una experiencia prolongada de oración en el desierto, acompañada
por cuarenta días de ayuno, Él no comió nada. Finalmente el diablo lo
tentó usando la palabra de Dios y Jesús también usó la Palabra de Dios como una
flecha afilada para perforar los esfuerzos de Satanás. La oración ferviente y
prolongada, la renuncia constante a nosotros mismos a través de ayuno y
abstinencia, y la familiaridad con la Palabra de Dios, tanto meditándola como
poniéndola en práctica, son armas eficaces para combatir y conquistar a Satanás.
10) Tener confianza ante tu Director Espiritual.
Una vez más, el Maestro San
Ignacio viene al rescate. En la Regla del Discernimiento número 13, el
Santo nos advierte de que al diablo le gusta el secretismo, en el sentido de
que si uno está en un profundo estado de desolación, abrirnos a un Director
Espiritual puede ayudar a que conquistemos la tentación, así que el diablo
buscará las formas de que no lo hagas. Cerrándonos, es como un corte o una
herida que está escondida detrás de una curita, hasta que no sea expuesta al
sol y desinfectada la herida no solo no sanará, sino que se infectará mucho más
y correrá el riesgo de una gangrena y una amputación. De igual forma, una vez
que la tentación es revelada a un Director Espiritual, seguramente será
vencida. Abrumada por la tentación, la duda, y la confusión poco antes de hacer
sus votos, Santa Teresita se abrió con su Madre Superiora para revelarle el
estado de su alma, casi inmediatamente la tentación desapareció, ella hizo sus
votos y se convirtió en una de las más grandes santas modernas. ¿Qué hubiera
pasado si ella hubiese seguido el consejo del diablo y hubiese mantenido el estado
de su alma en secreto?, indudablemente no tendríamos a Santa Teresa de Lisieux,
Doctora de la Iglesia.
11) Recurrir a San Miguel Arcángel.
En nuestra batalla contra
Satanás, debemos usar todas las armas en nuestro arsenal. Dios escogió a San
Miguel Arcángel como el ángel fiel, el Príncipe de la Milicia Celestial, para
encerrar a Satanás en el infierno y a los otros ángeles rebeldes. San Miguel,
cuyo nombre significa “¿Quién como Dios?”, es tan poderoso ahora como lo fue en
el pasado. En el medio de las tormentas de las tentaciones, ¿por qué no
levantar tu corazón hacia San Miguel y llamarlo? Puedes rezar la famosa oración
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla…”, o simplemente pide por su
intercesión. Su ayuda desde las alturas de los cielos nos hará salir
victoriosos de nuestro combate contra el diablo.
12) Acudir siempre a María Santísima.
La mayoría de los mexicanos
tienen gran devoción por María, especialmente bajo el título de Nuestra Señora
de Guadalupe. Sin embargo en Guadalajara, México, además de venerar a
María, Nuestra Señora de Guadalupe como Patrona de México y de las Américas,
ellos la honran con otro título: “La General del Ejército”. En el Génesis, en
nuestra batalla contra la antigua serpiente, se honra a la mujer que aplastó
la cabeza de la serpiente con su escudo, “Haré que haya una enemistad entre ti
y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras
tú herirás su talón.” (Génesis 3,15). De hecho, la antigua serpiente, el
diablo, puede arremeter contra nosotros con su fea lengua y escupir veneno,
pero cuando nos basamos en la confianza en María, ella aplastará su fea cabeza.2
PARA VENCER LAS TENTACIONES, TEN EN CUENTA ESTOS
SEIS CONSEJOS:*
1) No perder la calma: estar
seguros de que todas las tentaciones pueden vencerse con la gracia de Dios.
2) Acuérdate de que sólo la
voluntad puede pecar y, por lo tanto, mantenla inflexible.
3) Encomiéndate a Dios y a la
Virgen Inmaculada, que jamás abandonan a los que acuden a ellos.
4) Desembarázate de la ocasión,
en cuanto puedas. Si hubo victoria, da gracias a Dios. Si caída, arrepiéntete y
aprovecha la lección para otra vez.
5) Después de cada caída, haz un
acto de contrición, confiésate enseguida y además ofrece en reparación una
mortificación que te cueste.
6) No vuelvas a pensar más en la
tentación; ocúpate de algo. 11 Para tu tranquilidad has de saber que dice San
Pablo que Dios jamás permitirá que seamos tentados por encima de nuestras
fuerzas.12
Dice San Agustín13 y el
Concilio de Trento lo repite que «Dios no pide a nadie cosas imposibles, sino
que hagas lo que puedas, y pidas lo que no puedas; que Él te ayudará para que
puedas»14.
Después de una tentación pueden ocurrir tres cosas:
1) Victoria clara, porque la
rechazaste totalmente en cuanto caíste en la cuenta de la tentación: dale
gracias a Dios que te ha ayudado a vencer.
2) Derrota clara, porque te
dejaste llevar conscientemente: arrepiéntete, humíllate ante Dios, y pídele que
te ayude a vencer en otra ocasión; haz un acto de contrición y propón confesarte
pronto.
3) Duda de si consentiste o no
consentiste. No estás seguro si resististe completamente a la tentación. En
este caso expón al confesor sencillamente tu duda, por ejemplo, diciéndole: «he
tenido malos pensamientos y malos deseos contra la pureza, y no sé si los he
rechazado suficientemente». No te contentes con dejar la confesión para después
de la caída.
La confesión también tiene un
valor preventivo, porque aumenta la gracia en virtud del sacramento y fortalece
la voluntad. Cuando presientas una posible caída, confiésate aunque no tengas
pecados graves. Y si, además, puedes comulgar, todavía mucho mejor.
Para dominar el cuerpo es muy
conveniente la mortificación. Es una práctica común de todos los santos. Un
cuerpo mortificado es mucho más dócil. El ser mortificado fortalece la voluntad
y enriquece espiritualmente.
He aquí algunos
modos de mortificarse:
- No hacer
gastos inútiles.
- Ser puntual
para no hacer esperar a los demás.
- Escoger los
peores sitios en las reuniones.
- Dejar hablar a
los demás cuando estás deseando intervenir. - No discutir aunque se tenga
razón, si la cosa no es importante.
- No enfadarnos,
si no es necesario.
- Sonreír
amablemente aunque no se tengan ganas.
- Disponibilidad
en los servicios comunes.
- Escoger para
sí mismo lo peor, cuando esto sea posible.
- Evitar ruidos
que molestan a los demás. - Cuidar el aseo personal evitando malos olores. -
Terminar bien lo que se está haciendo aunque esté cansado. - Etc., etc.,
etc. 3
Publicado por Unción Católica y Profética
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