MAYO 30, 2018
Juan
Pablo II consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María el 25 de marzo de
1984. Y la Hermana Lucía de Fátima luego anunció que esa consagración fue
la aceptada por el cielo. Esto es discutible para los “fatimistas”. Pero lo que no se conoce es que en
el mismo momento, monseñor Pavel Hnilica
viajó a Moscú por pedido de la Madre Teresa de Calcuta e hizo lo mismo. El
25 de marzo de 1984 hizo la Consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de
María, recitando la oración que en ese momento estaba diciendo Juan Pablo II en
Roma.
El 25 de marzo 1984, cuando el Papa Juan Pablo
II llevaba a cabo la consagración del mundo al Corazón de María, a
3.000 kilómetros de Roma, en el mismo Kremlin,
un obispo eslovaco, enviado por la Madre Teresa, celebraba
Misa clandestinamente.
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Y realizaba la Consagración con una oración que llevaba escondida en las páginas del Pravda.
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Así fue consagrada Rusia al Corazón de María, desde el corazón del ateísmo.
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Y realizaba la Consagración con una oración que llevaba escondida en las páginas del Pravda.
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Así fue consagrada Rusia al Corazón de María, desde el corazón del ateísmo.
La Madre Teresa le pidió una misión desconcertante: que fuera él
personalmente a realizar la Consagración en el mismo Moscú y depositar una
‘Medalla Milagrosa’ en el Kremlin, en el preciso momento en el que el Santo
Padre estaba Consagrando el Mundo al Inmaculado Corazón de María.
Durante aquellos días, la Madre Teresa, así como todas las Misioneras de
la Caridad, rezaron por esta intención. Y la Madre Teresa acompañó
personalmente a monseñor Hnilica al aeropuerto de Calcuta para abordar el vuelo a
Moscú, entregándole su rosario y diciéndole que iban a seguir rezando mucho por
él en aquellos días. Así, acompañado de su colaborador, el padre Leo Maasburg, aterrizó en Moscú el 24 de marzo de 1984,
de incógnito, como dos turistas que iban a ver los principales museos de la
ciudad. Esto lo narra el Padre Leo Maasburg en su libro “Madre teresa de Calcuta: un retrato personal”.
ALGO
DESCONOCIDO EN LA VIDA DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA
Un aspecto desconocido de la vida de la Madre Teresa se refiere a su
deseo de trabajar por la conversión de Rusia. Este aspecto lo reveló el obispo Pavel
Hnilica, el obispo eslovaco que fue amigo de la Madre Teresa durante 33
años y colaboró con ella en muchas iniciativas en varias ocasiones.
Esto lo
narra el padre Leo Maasburg que
fue asistente del Obispo Hnilica.
Durante años, la Madre Teresa deseaba viajar a Rusia con sus monjas para
ser testigos de la fe cristiana.
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Sin embargo, pudo cumplir su deseo al final en la década de 1980 con la ayuda de Raissa Gorbatschova, la esposa de Mijail Gorbachov, el presidente soviético de entonces.
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Pero antes había estado operando para la Conversión de Rusia.
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Sin embargo, pudo cumplir su deseo al final en la década de 1980 con la ayuda de Raissa Gorbatschova, la esposa de Mijail Gorbachov, el presidente soviético de entonces.
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Pero antes había estado operando para la Conversión de Rusia.
El Obispo Hnilica viajó a menudo a visitar a la Madre Teresa y grabó entrevistas y
conversaciones con ella durante sus viajes. La Madre Teresa nació en Skopje, en
Kosovo, en 1910, y por lo que era de
sangre eslava. Es por esto que ella se consideraba relacionada con la población
rusa y sufrió mucho cuando oyó que el comunismo soviético perseguía sin
piedad cualquier forma de religión.
Dice
el Monseñor Hnilica:
“A menudo hablamos de Rusia. Ella estaba muy
familiarizada con lo que la Virgen había dicho durante las apariciones en
Fátima, que surgiría una ideología atea que difundiría sus errores por
el mundo, pero que al final Rusia se convertirá y Su Corazón Inmaculado
triunfaría”. “Un día, al volver de
Fátima, donde había conocido a la hermana Lucía, le conté a la Madre
Teresa lo que esta famosa vidente me había dicho”
“Hice énfasis en un detalle que me había llamado la atención, que la
Virgen de Fátima, en diversas apariciones, las oficiales en 1917 y las privadas
de la hermana Lucía en los años que siguieron, había expresado su interés en
Rusia.
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Y esta insistencia, dije a la Madre Teresa, es una prueba de la bondad extraordinaria por parte de la Virgen María para con la población rusa”.
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Y esta insistencia, dije a la Madre Teresa, es una prueba de la bondad extraordinaria por parte de la Virgen María para con la población rusa”.
La Madre Teresa también fue conmovida por esto y en su corazón creció el
gran deseo de trabajar por la conversión de Rusia. A partir de entonces, se
dedicó a este proyecto con todo su corazón.
LA
INTERVENCIÓN DE LA MEDALLA MILAGROSA
El Obispo Hnilica explicó que la Madre Teresa rezaba mucho por la
conversión de Rusia.
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Hizo a las monjas rezar, y enviaba rosarios, biblias y estampitas secretamente a Rusia.
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Y sobre todo, trató de difundir la devoción a la ‘Medalla Milagrosa’ en esta nación.
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Hizo a las monjas rezar, y enviaba rosarios, biblias y estampitas secretamente a Rusia.
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Y sobre todo, trató de difundir la devoción a la ‘Medalla Milagrosa’ en esta nación.
De hecho,
monseñor Hnilica contó una historia
particularmente increíble de esta ‘Medalla
Milagrosa’ relacionada con la Consagración
de Rusia al Inmaculado Corazón de María. Es una aventura del
estilo 007, ideada y organizada por la Madre Teresa, para poner la ‘Medalla Milagrosa’ en el corazón
del Kremlin en el momento en que Juan Pablo II Consagraba el Mundo al
Inmaculado Corazón de María. Lo que demuestra que la fe de los santos es simple, pero también
audaz y no se dejar intimidar por ningún obstáculo. En palabras del
obispo Hnilica, ésta es la historia de la aventura en la que él fue el
protagonista siguiendo la voluntad de la Madre Teresa. “La Madre
Teresa estaba profundamente dedicada a
la ‘Medalla Milagrosa”. “Se trata de una pequeña medalla de forma
ovalada, que fue acuñada siguiendo las indicaciones exactas de la misma Virgen
María. Ella apareció en París, en 1830 a una joven monja, Sor Catalina Labouré,
que ahora es un santa”. Ver la
historia aquí. “Nuestra Señora le dijo que quería que la medalla se
hiciera. Es uno de los pocos casos que conocemos en la que la misma Virgen María dio instrucciones sobre
la realización de una medalla en su nombre”. “Sor Catalina confió lo
dicho a sus superiores, que descartaron la idea, ya que pensaban que era
absurda. Sin embargo, como siempre con los eventos destinados desde arriba, el
proyecto siguió adelante, la medalla fue acuñada, distribuida. Y unos años más tarde ya era tan popular, que
fue llamada la “Medalla Milagrosa” porque había introducido gracias
extraordinarias a quienes la llevaban y oraban por la intercesión y la
ayuda de María”.
“La Madre Teresa era una de las mayores promotoras de esta medalla.
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Ella siempre tenía copias en ella, que repartía a quien pedía oraciones.
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Recomendaba que la llevaran alrededor del cuello o en un bolsillo como signo de protección.
.
Como ya he dicho, hizo llegar muchas de estas medallas a Rusia.
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Ella me hizo comprar bolsas de de la Medalla, luego pedir que las bendijera Juan Pablo II, y las enviaba clandestinamente a países comunistas”.
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Ella siempre tenía copias en ella, que repartía a quien pedía oraciones.
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Recomendaba que la llevaran alrededor del cuello o en un bolsillo como signo de protección.
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Como ya he dicho, hizo llegar muchas de estas medallas a Rusia.
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Ella me hizo comprar bolsas de de la Medalla, luego pedir que las bendijera Juan Pablo II, y las enviaba clandestinamente a países comunistas”.
LA
CONSAGRACIÓN DE RUSIA
Continúa
el cuento del Obispo Hnilica:
“En 1984, la Madre Teresa tuvo una idea increíble.
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Ella me dijo que unas de estas ‘Medallas Milagrosas’ tenían que ser introducidas en el Kremlin para consagrar la capital del ateísmo a la Virgen María con este simple gesto.
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Ella me preguntó si me sentía para la realización de su proyecto”.
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Ella me dijo que unas de estas ‘Medallas Milagrosas’ tenían que ser introducidas en el Kremlin para consagrar la capital del ateísmo a la Virgen María con este simple gesto.
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Ella me preguntó si me sentía para la realización de su proyecto”.
“Para ser
honesto, yo era la persona menos adecuada para hacer tal cosa, ya que en los países detrás de la Cortina de
Hierro era considerado el enemigo número uno del comunismo, y en Checoslovaquia
había sido condenado a muerte por causa de mi actividad anticomunista. Entrar
en la Unión Soviética era imposible para mí, pero yo no podía decir que no a la
Madre Teresa. Al estar con ella era fácil infectarse por su entusiasmo y
coraje”. “Por lo tanto acepté tomar el
riesgo y la madre Teresa organizó todo. Ella tenía algunos contactos dentro del
consulado ruso en Calcuta. No sé lo que les dijo, pero ella me consiguió
una visa”. “Decidimos que la misión
debía llevarse a cabo en marzo de 1984. La Madre Teresa eligió esta
fecha ya que sabía que el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación) de ese mismo
año, el Papa iba a consagrar el Mundo al Inmaculado Corazón de María. Ella quería que alguien estuviera dentro del
Kremlin en el momento preciso en que el Papa recitara la oración de
consagración en Roma, con el fin de sumarse espiritualmente al Papa y depositar
una ‘Medalla Milagrosa’ allí”. “A
Mediados de febrero de 1984, partí a Calcuta con el P. Leo Maasburg, mi fiel
colaborador que pedí me acompañara en esta misión”.
“La Madre Teresa dijo que era necesario prepararse para este viaje a
través de la oración.
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Durante todo un mes, oramos juntos para que nuestros planes funcionaran.
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La Madre Teresa también hizo a sus monjas rezaran por ‘una intención particular’ ya que, además de nosotros dos y P. Leo, nadie más sabía lo que estábamos a punto de hacer”.
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Durante todo un mes, oramos juntos para que nuestros planes funcionaran.
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La Madre Teresa también hizo a sus monjas rezaran por ‘una intención particular’ ya que, además de nosotros dos y P. Leo, nadie más sabía lo que estábamos a punto de hacer”.
“Como ya he
dicho, la Madre Teresa había hecho visar mis boletos a través del consulado
ruso. El P. Leo y yo íbamos a ser dos
turistas que viajaban desde Calcuta a Roma vía Moscú, deteniéndonos en Moscú
durante tres días para visitar los museos de la ciudad”.
“El 23 de marzo la Madre Teresa nos acompañó hasta el aeropuerto de
Calcuta.
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Cuando me despedí, ella agarró mi mano y me dio su rosario personal”.
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Cuando me despedí, ella agarró mi mano y me dio su rosario personal”.
LA
MISIÓN PELIGROSA DE CONSAGRAR A RUSIA DENTRO DEL KREMLIN
Sigue
relatando Monseñor Hnilica:
“No hubo
ningún problema durante todo el viaje y llegamos a Moscú sanos y salvos a las 4
de la mañana del 24 de marzo. Entonces, hubo
un momento de pánico extremo para mí cuando presenté mi pasaporte a un soldado
en el mostrador de la aduana. Me miró con desconfianza y luego comenzó a
hacerme un montón de preguntas, pero yo no quería hacerle saber que yo entendía
ruso, así que respondí en italiano porque mi pasaporte era italiano”. “El soldado no me entendía, pero tenía serias
dudas acerca sobre mí. Él comenzó a hacer una serie de llamadas
telefónicas desde la sala de guardia, pero eran las 5 de la mañana y nadie
respondió. Tuve que esperar fuera de la aduana a -5°C. Estaba preocupado y por
eso saqué el rosario de Madre Teresa de mi bolsillo y en secreto empecé a orar.
Yo ya me veía deportado a Siberia. Pero también tenía mucha fe en las oraciones
de la Madre Teresa. La monja había dicho que mi viaje estaría acompañado por
sus constantes oraciones. Por tanto dije ‘¡Señor, que se haga tu voluntad! Pero recuerda que es la Madre Teresa
que me ha enviado aquí’”. “Después de casi una hora el soldado me llamó
y pude ver que estaba molesto porque no había sido capaz de ponerse en contacto
con ninguno de sus superiores. Lo intentó una vez más preguntándome si mi
pasaporte era mío y yo asentí. Al
final, estampó mi pasaporte y me dejó ir”. “Me uní al P. Leo que había
estado esperando en una esquina del aeropuerto y que también había estado muy
preocupado. Fuimos al hotel y luego comenzamos a visitar la ciudad, pero muy
discretamente y por separado. Encontramos
la manera de entrar en el Kremlin, y por casualidad el Kremlin estaba abierto a
los turistas durante estos pocos días”. “El Kremlin es una ciudadela rodeada por un muro dentro de la ciudad de
Moscú. Es un tipo de fortaleza que se extiende sobre una superficie de
28 hectáreas. En la antigüedad era el centro civil y religioso de la ciudad. Había,
de hecho, palacios reales y algunas de las iglesias más importantes de Moscú, entre las cuales la Catedral de los
Patriarcas ortodoxos, llamada la Iglesia de la Dormición o Catedral de la
Asunción. Después de la revolución bolchevique en 1918, estas iglesias
fueron cerradas y se transformaron en museos”.
“De acuerdo con el proyecto acordado con la Madre Teresa: en la mañana
del 25 de marzo, cuando el Papa comenzara la ceremonia de la Consagración de
Rusia al Inmaculado Corazón de María, tenía que visitar el Kremlin, como
turista, y hacer una pausa en la Catedral de la Asunción.
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Mientras pretendía estar interesado en las obras de arte valiosas contenidas en el mismo, iba a comenzar a orar y buscar un lugar oculto donde podría colocar la ‘Medalla Milagrosa’ que la Madre Teresa me había dado”.
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Mientras pretendía estar interesado en las obras de arte valiosas contenidas en el mismo, iba a comenzar a orar y buscar un lugar oculto donde podría colocar la ‘Medalla Milagrosa’ que la Madre Teresa me había dado”.
“Todo había
ido bien del mismo modo que me fue sugerido hacer, incluso cuando estuve muy
asustado. Afortunadamente había un
montón de turistas en el Kremlin ese día, y en medio de un montón de
gente me sentí más protegido”. “Visité varios edificios y me detuve en la
Catedral del Arcángel, la segunda más grande en el Kremlin, y luego entré en la Catedral de la Asunción. Miré
a mi alrededor con atención para encontrar un lugar en el que podía depositar
la medalla”. “Se trata de una iglesia hermosa, llena de obras de arte que se
han conservado durante mucho tiempo, aunque por desgracia ya no era una iglesia, sino un museo”. “Me di
cuenta, leyendo mi guía, que estaban los tronos donde el zar, la zarina y el
Patriarca de Moscú y de toda Rusia utilizaban para sentarse durante las
ceremonias religiosas con el Patriarca sentado en el medio. Decidí que la ‘Medalla Milagrosa’ debía ser
puesta bajo el trono del patriarca, mientras oraba para que el patriarca
Alejo II pronto fuera capaz de volver a celebrar ritos religiosos en ese
lugar”.
“En un momento dado, me encontré solo y empecé a concentrarse en la
celebración de la misa en secreto.
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Llevé a cabo la Consagración de memoria utilizando un trozo de pan y un poco de vino que había traído conmigo”.
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Llevé a cabo la Consagración de memoria utilizando un trozo de pan y un poco de vino que había traído conmigo”.
“Este fue un momento de intensa emoción y religiosidad.
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La misa no se había celebrado en este lugar durante 76 años.
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Luego, muy lentamente, me acerque al trono del Patriarca y me di cuenta de una pequeña grieta en el piso de madera, donde rápidamente puse la ‘Medalla Milagrosa’.
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Permanecí allí por un tiempo más largo orando y luego volví al hotel donde el P. Leo me estaba esperando.
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Volamos para Italia en la misma tarde”.
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La misa no se había celebrado en este lugar durante 76 años.
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Luego, muy lentamente, me acerque al trono del Patriarca y me di cuenta de una pequeña grieta en el piso de madera, donde rápidamente puse la ‘Medalla Milagrosa’.
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Permanecí allí por un tiempo más largo orando y luego volví al hotel donde el P. Leo me estaba esperando.
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Volamos para Italia en la misma tarde”.
UN
MISTERIOSO FINAL CON LA MADRE TERESA
¿El
Obispo Hnilica contó esta historia a la Madre Teresa?.
“Unos meses
más tarde la Madre Teresa llegó a Roma y le hice el cuento detallado” dijo el
obispo eslovaco. “Ella estaba muy
encantada y continuó en su trabajo misionero en nombre de Rusia”. “Un
día, en 1988, recibí una llamada telefónica a las 6 en punto de la mañana de la
Madre Teresa que me dijo: ‘Obispo (solía llamarme así) me voy a Moscú. Usted
sabe lo importante que es para mí trabajar en Rusia, por lo que quería informarle de mi viaje. Me voy para el
aeropuerto en este momento”.
La Madre Teresa había sido invitada a Moscú para una reunión
internacional.
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En esa ocasión se encontró con Raissa Gorbachova, la esposa del Secretario General de la Unión Soviética y se hicieron amigas.
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Ella confió a la Sra. Gorbachov su deseo de abrir un par de conventos de monjas en Rusia y la señora Gorbachov prometió ayudarla.
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Un año más tarde, se abrió el primer convento.
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En esa ocasión se encontró con Raissa Gorbachova, la esposa del Secretario General de la Unión Soviética y se hicieron amigas.
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Ella confió a la Sra. Gorbachov su deseo de abrir un par de conventos de monjas en Rusia y la señora Gorbachov prometió ayudarla.
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Un año más tarde, se abrió el primer convento.
MONSEÑOR
HNILICA VISITA A JUAN PABLO II
Al salir de Moscú, Monseñor Hnilica fue donde su amigo Juan Pablo II.
“Cuando en
1984 visité al Papa en Castel Gandolfo y almorcé con él, le conté acerca de la consagración de Rusia
al Corazón Inmaculado de María que había podido cumplir el 25 de marzo
de aquel mismo año, de manera totalmente inesperada, en la Catedral de la
Asunción en el Kremlin de Moscú, así como la Virgen lo había pedido en Fátima. Él
quedó muy conmovido y dijo:
“La Virgen te ha guiado hacia allí con su
mano” y yo respondí: “¡No, Santo Padre, me ha llevado en brazos!”.
ORACIÓN
DE CONSAGRACIÓN, DEL PAPA JUAN PABLO II, 25 DE MARZO DE 1984
¡Oh
Madre de los hombres y de los pueblos, Tú que conoces todos sus sufrimientos y
esperanzas, tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el
mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge
nuestro grito que, movidos por el Espíritu Santo, elevamos directamente a tu
corazón: abraza con amor de Madre y de Sierva del Señor a este mundo humano
nuestro, que te confiamos y consagramos, llenos de inquietud por la suerte
terrena y eterna de los hombres y de los pueblos.
De
modo especial confiamos y consagramos a aquellos hombres y aquellas naciones,
que tienen necesidad particular de esta entrega y de esta consagración.
¡
Nos acogemos a tu protección, Santa Madre de Dios”! ¡No deseches las súplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades!
He
aquí que, encontrándonos hoy ante ti, Madre de Cristo, ante tu Corazón
Inmaculado, deseamos, junto con toda la Iglesia, unirnos a la consagración que,
por amor nuestro, tu Hijo hizo de sí mismo al Padre cuando dijo: “Yo por ellos
me santifico, para que ellos sean santificados en la verdad”. Queremos unirnos
a nuestro Redentor en esta consagración por el mundo y por los hombres, la
cual, en su Corazón divino tiene el poder de conseguir el perdón y de procurar
la reparación.
El
poder de esta consagración dura por siempre, abarca a todos los hombres,
pueblos y naciones, y supera todo el mal que el espíritu de las tinieblas es
capaz de sembrar en el corazón del hombre y en su historia; y que, de hecho, ha
sembrado en nuestro tiempo.
¡Oh,
cuán profundamente sentimos la necesidad de consagración para la humanidad y
para el mundo: para nuestro mundo contemporáneo, en unión con Cristo mismo! En
efecto, la obra redentora de Cristo debe ser participada por el mundo a través
de la Iglesia.
Bendita
seas por encima de todas las creaturas, tú, Sierva del Señor, que de la manera
más plena obedeciste a la llamada divina.
Te
saludamos a ti, que estás totalmente unida a la consagración redentora de tu
Hijo.
Madre
de la Iglesia: ilumina al Pueblo de Dios en los caminos de la fe, de la
esperanza y de la caridad. Ilumina especialmente a los pueblos de los que tú
esperas nuestra consagración y nuestro ofrecimiento. Ayúdanos a vivir en la
verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana del mundo
actual.
Al
encomendarte, oh Madre, el mundo, todos los hombres y pueblos, te confiamos
también la misma consagración del mundo, poniéndola en tu corazón maternal.
¡Corazón
Inmaculado! Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se arraiga
en los corazones de los hombres de hoy y que con sus efectos inconmensurables
pesa ya sobre la vida presente y da la impresión de cerrar el camino hacia el
futuro.
¡Del
hambre y de la guerra, líbranos!
¡De
la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable y de todo tipo de
guerra, líbranos!
¡De
los pecados contra la vida del hombre desde su primer instante, líbranos!
¡Del
odio y del envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios, líbranos!
¡De
toda clase de injusticias en la vida social, nacional e internacional,
líbranos!
¡De
la facilidad de pisotear los mandamientos de Dios, líbranos!
¡De
la tentativa de ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de Dios, líbranos!
¡Del
extravío de la conciencia del bien y del mal, líbranos!
¡De
los pecados contra el Espíritu Santo, líbranos!, ¡líbranos!
Acoge,
oh Madre de Cristo, este grito lleno de sufrimiento de todos los hombres. Lleno
del sufrimiento de sociedades enteras.
Ayúdanos
con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado, el pecado del hombre y el
« pecado del mundo », el pecado en todas sus manifestaciones.
Aparezca,
una vez más, en la historia del mundo el infinito poder salvador de la
Redención: poder del Amor misericordioso. Que éste detenga el mal. Que
transforme las conciencias. Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz
de la Esperanza».
Papa
Juan Pablo II, 25 de marzo de 1984
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