viernes, 6 de mayo de 2016

UN CORAZÓN ALEGRE


"Os aseguro que vosotros lloraréis y estaréis tristes, mientras que la gente del mundo se alegrará. Sin embargo, aunque estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en alegría. Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero cuando ya ha nacido la criatura, la madre se olvida del dolor a causa de la alegría de que un niño haya venido al mundo. Así también, vosotros os angustiáis ahora, pero yo volveré a veros y entonces vuestro corazón se llenará de alegría, de una alegría que nadie os podrá quitar.
Aquel día ya no me preguntaréis nada."
Hoy leemos la continuación del texto de ayer. Al leerlo, me ha venido a la memoria las palabras de un obispo, de cuyo nombre no quiero acordarme, que atribuía el nacimiento de niños con minusvalías, a los pecados de sus padres. Ese monseñor, además de la falta de sensibilidad hacia esas familias, demostraba que no había meditado ni el libro de Job, ni este evangelio. Todo el libro de Job demuestra que salud, bienes terrenales, riquezas, no están necesariamente ligados a la bondad. Eso es lo que le echaban en cara a Job sus amigos: si todo te sale mal, es porque has pecado. Y Dios desautoriza tanto a esos amigos, como a Job que no entendía, que si había sido bueno, le ocurrieran tantas desgracias.

Y en los evangelios de estos días, Jesús, más bien parece decirnos, que si le seguimos tendremos problemas, dificultades, persecuciones. Pero también nos dice, que tener problemas no es sinónimo de tristeza, porque la verdadera alegría es más profunda. La verdadera alegría es la de tenerle a Él en el corazón; la de saber que nuestra vida tiene sentido, estamos actuando correctamente y contribuimos a hacer el bien y la justicia. Esta alegría, nadie nos la podrá arrebatar.

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