En la homilía de este martes, el Santo Padre
explica que la santidad no se puede comprar, no se vende y ni siquiera se
regala.
Por: Papa Francisco | Fuente: ZENIT (https://es.zenit.org)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 24 de mayo de 2016).- Moverse hacia la santidad quiere decir “caminar en la presencia de Dios de forma irreprensible”. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta. Un compromiso que necesita un corazón que sepa esperar con valentía, interrogarse, abrirse ‘con sencillez’ a la gracia de Dios.
Por: Papa Francisco | Fuente: ZENIT (https://es.zenit.org)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 24 de mayo de 2016).- Moverse hacia la santidad quiere decir “caminar en la presencia de Dios de forma irreprensible”. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta. Un compromiso que necesita un corazón que sepa esperar con valentía, interrogarse, abrirse ‘con sencillez’ a la gracia de Dios.
La santidad no se compra ni la ganas con las mejores fuerzas humanas.
Así, el Papa ha explicado que “la santidad sencilla de todos los cristianos”,
“la nuestra, la que debemos hacer todos los días”, es un camino que se puede
recorrer solo si la sostienen cuatro elementos imprescindibles: valentía,
esperanza, gracia, conversión.
Durante la homilía, el Pontífice ha comentado el pasaje litúrgico de la
primera Carta de Pedro, que define como “un pequeño tratado de santidad”. La
santidad es “caminar en la presencia de Dios de forma irreprensible”.
De este modo, ha precisado que “la santidad es un camino, la santidad no
se puede comprar, no se vende. Ni siquiera se regala”. La santidad –ha
aseverado Francisco– es un camino en la presencia de Dios, que debo hacer yo:
no puede hacerlo otro en mi nombre. “Yo puedo rezar para que otro sea santo,
pero el camino debe hacerlo él, no yo”, ha recordado.
A continuación, el Santo Padre ha propuesto una serie de palabras que
nos enseñan cómo es la santidad de cada día, esa santidad anónima.
La primera es “valentía”. Por eso, ha explicado
que “el Reino de los Cielos de Jesús” es para “aquellos que tienen la valentía
de ir adelante”. Y la valentía es movida “por la esperanza”. Segunda palabra
que lleva a la santidad. La valentía que espera “en un encuentro con Jesús”.
Después está el tercer elemento, cuando Pedro
escribe: “poned toda vuestra esperanza en esa gracia”.
Recordando que la santidad no podemos hacerla
solos, el Santo Padre ha subrayado que la santidad es una gracia. “Ser bueno,
ser santos, ir todos los días un paso adelante en la vida cristiana es una
gracia de Dios y debemos pedirla”, ha precisado.
En esta línea, Francisco ha invitado a leer el
capítulo 11 de la Carta a los Hebreos. Cuenta el camino “de nuestros padres, de
los primeros llamados por Dios” y cómo ellos fueron adelante.
Por otro lado, ha indicado que Pedro en su carta
subraya la importancia de un cuarto elemento. Así, indica que cuando invita a
sus interlocutores a no conformarse con los deseos de un tiempo, les estimula
esencialmente a cambiar desde dentro el propio corazón, en un continuo trabajo
interior.
El Pontífice ha explicado en su homilía cómo es
la conversión de todos los días. Conversiones pequeñas. “Si tú eres capaz de no
hablar mal de otro, estás en el buen camino para hacerte santo”, ha asegurado.
Por eso ha invitado a “morderse la lengua” cuando tengamos ganas de criticar al
vecino o al compañero de trabajo. Se hinchará un poco la lengua –ha bromeado–
pero vuestro espíritu será más santo en este camino.
Finalmente, el Papa ha recordado que el camino
de la santidad es sencillo. Y ha animado a los presentes a “no volver atrás
sino ir siempre hacia adelante” y con fortaleza.
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