El Santo Padre recibe a los participantes del
Capítulo General de la Congregación de Don Orione y les invita a ir 'fuera'.
Pide que la fe no se convierta en ideología y la caridad no se reduzca a
filantropía.
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 27 de mayo de 2016).- La vida genera vida, el religioso santo y contento suscita nuevas vocaciones. Así lo ha asegurado el papa Francisco en su discurso a los participantes del Capítulo General de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (San Luis Orione).
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 27 de mayo de 2016).- La vida genera vida, el religioso santo y contento suscita nuevas vocaciones. Así lo ha asegurado el papa Francisco en su discurso a los participantes del Capítulo General de la Pequeña Obra de la Divina Providencia (San Luis Orione).
De este modo, el Santo Padre ha recordado en su discurso que “todos estamos encaminados para seguir a Jesús”.
Toda la Iglesia –ha recordado– está llamada a caminar con Jesús por las calles
del mundo, para encontrar la humanidad de hoy que necesita, como escribía don
Orione, del ‘pan del cuerpo y del divino bálsamo de
la fe’. Además, ha explicado que el “camino
maestro” es tener siempre unidas las dos dimensiones, la de la vida: la
personal y la apostólica.
El Papa recordando a los allí presentes su llamada a servir a los pobres
y excluidos de la sociedad, ha precisado que en ellos tocan y sirven “la carne de Cristo” y crecen “en la unión con Él, vigilando siempre para que la fe no
se convierta en ideología y la caridad no se reduzca a filantropía”. Asimismo,
ha observado que “el ser siervos de Cristo
cualifica todo lo que se es y se hace, garantiza la eficacia apostólica, hace
fecundo el servicio”.
Por otro lado, el Santo Padre ha explicado que el anuncio del Evangelio,
especialmente en nuestros días, requiere mucho amor al Señor, unido a una
iniciativa particular.
El Papa ha exhortado a los presentes a no permanecer cerrados en sus
ambientes, sino a salir “fuera”. Hay mucha
necesidad de sacerdotes y religiosos que no se detengan solo en las
instituciones de caridad –necesarias– sino que sepan ir más allá de sus
confines, para llevar a cada ambiente, también al más lejano, el perfume de la
caridad de Cristo. Del mismo modo, les ha pedido que no pierdan nunca de vista “ni la Iglesia” ni “la
comunidad religiosa”, es más, “el corazón
debe estar allí donde vuestro cenáculo”, pero “es
necesario salir para llevar la misericordia de Dios a todos, indistintamente”.
También ha querido recordar a los presentes que
su servicio a la Iglesia será más eficaz, cuanto más se esfuercen en cuidar su
adhesión personal a Cristo y a su familia espiritual. “Testimoniando la belleza
de la consagración, la vida buena de religiosos ‘siervos de Cristo y de los
pobres’, se es ejemplo para los jóvenes”, ha concluido el Santo Padre.
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