He releído mi post de ayer. Sus
erratas ortográficas son la prueba de que, a veces, tengo poco tiempo y no
puedo hacer ni una segunda lectura. En ese sentido, mis post sí que son
verdaderamente pensamientos: espontáneos y no repasados.
Pero volviendo al tema de ayer,
en todo esto, veo una simetría muy notable con la biología. La cual crea
ranitas pequeñas y encantadoras, aunque también colosales dinosaurios que son
el asombro de hasta donde se puede llegar en el desarrollo de las leyes que
rigen la anatomía. Dios ha creado la rosa y la secuoya, el faisán y el gorrión.
No tengo la menor duda de que la
Iglesia no seguirá un camino único. También es curioso que una persona como yo,
que llevo una vida nada encorsetada por el ritualismo, me complazca en crear
ese tipo de construcciones inmateriales ceremoniales que tantas veces he
expresado aquí.
Releyendo el post de ayer, puedo
explicar más un punto. Yo no abogo por una Curia que va por libre, por una
Curia autónoma, no. Pero la Curia no es un órgano al servicio del Santo Padre.
La Curia está al servicio de la Iglesia bajo el gobierno del Santo Padre, que
no es lo mismo.
Es decir, sin cambiar el estatus
eclesiológico de la Curia, podemos tomar decisiones que le concedan una
presencia más sustancial en la Iglesia (sin mandar más sin intervenir más), o
hacer de ella un órgano casi invisible que apunta de forma casi exclusiva a la
persona del Santo Padre.
Es decir, del mismo modo que no
me gustaría una Iglesia centralizada, tampoco creo que lo ideal sea una curia
vaticana centralizada. Honestamente, lo digo con sinceridad, no creo que ahora
lo sea. Pero debemos profundizar más en una especie de eclesiología de la Santa
Sede. Hay tenemos las excelentes declaraciones del Cardenal Müller cuando dijo
con toda razón: No me eligieron para ser una copia servil del Papa.
Lo que he dicho en este post
puede parecer innecesario. Pero de estar en ese puesto de Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe una persona u otra, cambiaría la actuación
ante cuestiones verdaderamente esenciales.
¿La curia vaticana que tenemos
ahora es la única curia posible? La respuesta es no. Se pueden hacer más cosas
que simplemente elegir a las personas. Aquí quiero recordar modestamente mi
libro El león y las llaves o una novela mía con cuya escritura disfruté
mucho: Torres góticas. No creo que haya tampoco muchos sacerdotes que le
han dado tantas vueltas al tema de las líneas teológicas que pueden regir el
desarrollo de la Santa Sede.
Aunque, lo reconozco, yo en eclesiología tiendo subconscientemente un
poco al medievalismo y a un cierto arqueologismo.
P.
FORTEA
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