"Cuando Jesús
iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante
de él y le preguntó:
– Maestro bueno,
¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?
Jesús le contestó:
– ¿Por qué me
llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: No
mates, no cometas adulterio, no robes, no mientas en perjuicio de nadie ni
engañes, y honra a tu padre y a tu madre.
El hombre le dijo:
– Maestro, todo eso
lo he cumplido desde joven.
Jesús le miró con
afecto y le contestó:
– Una cosa te
falta: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas
en el cielo. Luego, ven y sígueme.
El hombre se
afligió al oír esto; se fue triste, porque era muy rico.
Jesús entonces miró
alrededor y dijo a sus discípulos:
– ¡Qué difícil les
va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!
Estas palabras
dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús volvió a decirles:
– Hijos, ¡qué
difícil es entrar en el reino de Dios! Le es más fácil a un camello pasar por
el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
Al oírlo, se
asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros:
– ¿Y quién podrá
salvarse?
Jesús los miró y
les contestó:
– Para los hombres
es imposible, pero no para Dios, porque para él no hay nada imposible."
Ese hombre rico no representa
solamente a los que, llamados a la vida religiosa o al sacerdocio, no se
atreven a dar ese paso. El evangelio se dirige a todos. Todos podemos ser ese
hombre rico.
Dice el texto que, al ver Jesús
que cumple los mandamientos, lo mira con cariño, pero le pide más. Queda claro
que hay que cumplir los mandamientos, pero eso no basta para ser cristiano. Hay
que seguir la mirada de Jesús que nos pide dejarlo todo. Alguno se preguntará,
cuándo le mira Jesús. La mirada de los pobres, de los refugiados, de los
despreciados...es la mirada de Jesús. Quizá cumplimos los mandamientos y los
preceptos de la Iglesia, vamos a misa... pero, ¿nos dejamos interpelar por la
mirada de Jesús?¿Nos dejamos interpelar por los que sufren? El día en que
sepamos dejarlo todo para que no haya nadie sin nada, aquél día podremos decir
que somos cristianos, que somos seguidores de Jesús.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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