Jesús comenzó a hablarles por medio
de parábolas. Les dijo:
- Un hombre plantó una viña, le
puso una cerca, construyó un lagar y levantó una torre para vigilarlo todo.
Luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. A su debido tiempo
mandó un criado a pedir a los labradores la parte de cosecha que le correspondía.
Pero ellos le echaron mano, le golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces
el dueño mandó otro criado, pero a este lo hirieron en la cabeza y lo
insultaron. Mandó otro, y a este lo mataron. Después mandó otros muchos, pero
a unos los golpearon y a otros los mataron.
Todavía le quedaba uno: su propio
hijo, a quien quería mucho. A él lo mandó el último, pensando: ‘Sin duda,
respetarán a mi hijo.’ Pero los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es
el heredero; matémoslo y la viña será nuestra.’ Así que lo cogieron, lo
mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Pues
irá, matará a aquellos labradores y dará la viña a otros.
¿No habéis leído lo que dicen las
Escrituras?:
La piedra que despreciaron los
constructores
es ahora la piedra principal.
Esto lo ha hecho el Señor
y nosotros estamos maravillados.
Quisieron entonces apresar a Jesús,
porque sabían que la parábola iba contra ellos. Pero como tenían miedo de la
gente, le dejaron y se fueron."
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Es muy fácil aplicarlo a Isis. Pero Jesús nos habla
a nosotros, a cada uno de nosotros. Y debemos examinarnos y reflexionar si
hemos recibido al Hijo en nuestros corazones o lo hemos eliminado. ¿Realmente
es el evangelio, es la Palabra la que mueve nuestra actuación, os el interés de
dominio y poder? Esto debemos preguntárnoslo todos; desde el Papa al último
creyente. ¿La viña es el Reino fraterno de todos los que seguimos a Jesús, o es
nuestro coto privado para aprovecharnos de los demás? ¿Somos servidores?
Enviat per Joan Josep Tamburini
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