El post de ayer tuvo mucho éxito.
Nunca volveré a dudar de vuestras aficiones funerarias. Vuestras perversiones
de carácter pontificio, a veces, me preocupan. Aun así, me gustaría hacer
algunas reflexiones posteriores. ¿Creo que la Iglesia en el futuro será
ritualística, rígida y llena de formalidades? No.
Mi opinión es que la Iglesia será
todo lo que pueda ser. Es decir, que desplegará todas las posibilidades de su
ser, desde la sencillez más absoluta hasta la magnificencia más extrema, desde
el mayor minimalismo posible dentro de la ortodoxia al barroquismo más
desbordado pero todavía dentro del sentido común.
Y aunque creo esto, en mi obra Neovaticano
exploro una posibilidad que no he leído en ningún otro autor. La posibilidad de
diferenciar de forma clara algunos elementos eclesiales que ahora están mezclados,
mezcla que les obliga a andar a la par y a mantenerse en un razonable término
medio.
En mi libro quedaban
diferenciados la persona del Santo Padre, la Curia Romana y el enclave del
Celio. En Neovaticano la Curia no se agranda más en sus dimensiones ni
atribuciones, pero sí que adquiere una presencia eclesial más clara, más
sustancial. No manda más ni interviene más, pero queda más claro que la Curia
no es una mera extensión del pontífice, es más como un órgano del cuerpo. Algo
así como lo que ha dicho el cardenal Müller. Aunque no lo haya dicho tan
claramente como yo sí que puedo decirlo.
Pero para acabar de hacer más
interesante el panorama de lo posible, en mi obra la Curia está enclavada
físicamente en el centro del Celio. Distinguiéndose completamente entre la
Curia y el Celio.
De esta manera, proponía en Neovaticano
una Curia que era un elemento estéticamente a medio camino entre el Papa (que
puede optar por vivir del modo más sencillo posible en el Vaticano) y el Celio
que por su naturaleza era el escenario planetario de grandes liturgias y un
entorno propicio al desarrollo de rituales y protocolos.
Creo que la relación dinánica
entre estos tres elementos sería apasionante. La persona del Papa que será lo
que quiera ser con toda libertad: sencillo o barroco, ritual o espontáneo,
tradicional o innovador. La Curia como organo de servicio a la Iglesia a través
del seguimiento de las directrices de gobierno dadas por la persona del Santo
Padre. Una Curisa cuyos miembros contarán con gran margen de libertad para
seguir una línea estética u otra, una línea papal o una línea más célica. Y,
finalmente, el Celio como entorno de la Curia y que tiene un encargo muy
concreto dentro de la Iglesia, el encargo de formar un verdadero microcosmos
cultual.
Estas diferencias estéticas
pueden ser símbolo también de diferencias de aproximación a los problemas y
cuestiones eclesiales. Por citar un ejemplo, la posibilidad de un Papa
reformador, una curia más tradicional y un Celio totalmente conservador.
Neovaticano me pareció una obra
de experimentación eclesial. La hipótesis de una compartimentación de la Cabeza
de la Iglesia: la persona del Santo Padre, sus colaboradores que forman la
Curia, y el escenario donde se desarrolla la actividad de esos dos primeros
elementos. Escenario que en Neovaticano pasa a ser un elemento
sustancial.
Este momento, pensando estas cosas tan importantes, es el momento
perfecto para comerme una pizza mediana de pepperoni, aceitunas negras y
pimiento morrón. Compruebo que el capítulo de Los Simpson es,
lamentablemente, repetido. Muy repetido.
P. FORTEA
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