VATICANO, 30 May. 16 / 05:07 am (ACI).- El Papa Francisco advirtió
que encerrarse siempre en la ley es como enjaular al Espíritu Santo, y el
cristiano que hace esto no acepta a los profetas y aquello que predican, por lo
que pierden la memoria de las maravillas y los dones que el Señor ha hecho en
su vida.
En la homilía de la Misa en la Casa Santa
Marta, el Pontífice comentó el Evangelio del día en el que Jesús narra la
parábola del Viñador.
Francisco explicó que se trata de la imagen de “un
pueblo cerrado en sí mismo, que no se abre a las promesas de Dios, que no
espera las promesas de Dios. Un pueblo sin memoria, sin profecía y sin
esperanza”.
“La memoria no interesa. La profecía: mejor que no
vengan los profetas. ¿Y la esperanza? Alguno la verá. Este es el sistema a
través del cual se legitiman ellos: doctores de la ley, teólogos que siempre
van por la vía de la casuística y no permiten la libertad del Espíritu Santo;
no reconocen el don de Dios, el don del Espíritu y encierran al Espíritu,
porque no permiten la profecía en la esperanza”.
El Papa señaló que Jesús habla de este sistema, “un
sistema de corrupción, de mundanidad y de concupiscencia”, como dice San
Pedro en la primera lectura.
El Pontífice reconoció que Jesús mismo “estuvo
tentado de perder la memoria de su misión, de no dejar lugar a la profecía y de
preferir la seguridad a la esperanza”.
“A esta gente Jesús, porque conocía en él mismo
esta tentación, reprobará: ‘Ustedes van por el mundo buscando un prosélito y
cuando lo encuentran, lo hacen esclavo’. ¡Este pueblo así organizado, esta Iglesia así organizada
hace esclavos!”.
“Un pueblo es libre, una Iglesia es libre cuando
tiene memoria, cuando deja sitio a los profetas, cuando no pierde la
esperanza”, afirmó.
Al contrario, la viña bien organizada “es la
imagen del pueblo de Dios, la imagen de la Iglesia y también la imagen de
nuestra alma”.
Rebelarse a Él como hicieron los viñadores homicidas es “perder la memoria del don”, y sin embargo “para recordar y no equivocarse en el camino” es
necesario “regresar siempre a las raíces”.
“¿Yo hago memoria de las maravillas que el Señor ha
hecho en mi vida?, ¿Hago memoria de los dones del Señor?, ¿soy capaz de abrir
el corazón a los profetas, es decir, a aquello que me dice ‘esto no va, tienes
que ir allá; ve adelante, prueba’?”.
“Esto hacen los profetas… ¿Yo estoy abierto a esto
o me da miedo y prefiero encerrarme en la jaula de la ley? Y al final: ¿Tengo
la esperanza en las promesas de Dios, como tuvo nuestro padre Abraham, que
salió de su tierra sin saber dónde ir, sólo porque esperaba en Dios? Nos hará
bien hacernos estas tres preguntas”, concluyó.
Lectura comentada por
el Papa:
Marcos 12:1-12
1 Y se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la
rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos
labradores, y se ausentó.
2 Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña.
3 Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías.
4 De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron.
5 Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros.
6 Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: "A mi hijo le respetarán".
7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia."
8 Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña.
9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros.
10 ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido;
11 fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?»
12 Trataban de detenerle - pero tuvieron miedo a la gente - porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.
2 Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña.
3 Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías.
4 De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron.
5 Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros.
6 Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: "A mi hijo le respetarán".
7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: "Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia."
8 Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña.
9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros.
10 ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido;
11 fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?»
12 Trataban de detenerle - pero tuvieron miedo a la gente - porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.
Por Alvaro de Juana
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