domingo, 15 de mayo de 2016

SOPLO Y FUEGO DE AMOR


"Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo:
– ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
– Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar."
 
Hoy tenemos la posibilidad de leer dos evangelios, ambos de Juan. El primero es el que vamos a comentar. El segundo lo encontraréis en el vídeo de las hermanas del Monestir Sant Benet de Montserrat, que encontraréis al final.
Nos encontramos a los discípulos, tras la crucifixión de Jesús llenos de miedo. Nos dice el texto que, estaban con las puertas cerradas. Nosotros también podemos estar con las puertas cerradas. Encerrados en nosotros mismos, aislados de los demás.
Jesús se hace presente y les dice: ¡paz a vosotros! Jesús nos trae la paz. Todo lo que nos produzca miedo, nerviosismo, ansiedad, no viene de Jesús. Él nos trae siempre la paz. Se hace presente en nuestro corazón cerrado, para poner la paz en él.
Y Jesús tras darles la paz, envía a sus discípulos como Él fue enviado. A curar, sanar, alimentar, hacer justicia. Jesús no quiere que permanezcamos encerrados en nosotros mismos, aunque sea con el corazón en paz. Jesús nos envía. Quiere que seamos otros Cristos. Nosotros hemos de ser la cabeza, las manos, el corazón, el cuerpo de Jesús para los otros.
Sopla sobre ellos dándoles el Espíritu Santo. Si quieren realizar la misión de Jesús necesitan el Espíritu. Si queremos ser sus discípulos, necesitamos el Espíritu. Un cristianismo sin Espíritu se queda encerrado en sí mismo; es incapaz de avanzar con los tiempos y no se hace presente en el mundo. El Espíritu nos da la vida. El Espíritu, es el Amor presente en nosotros. Un Amor que se recibe y que se reparte. Juan nos lo presenta como un soplo, un aire que lo llena todo. Lucas como un fuego ardiente. Aire que es Amor que nos rodea y fuego que es Amor que hace arder nuestros corazones.

No hay comentarios: