viernes, 13 de mayo de 2016

¿QUIÉNES ERAN LAS DIACONISAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA?


 El Papa Francisco este jueves durante el encuentro con las religiosas en el Aula Pablo VI. Foto: ABC

Esta figura aparece en el Nuevo Testamento en una Carta de San Pablo a los Romanos
El Papa Francisco abrió este jueves una vieja disputa dentro de la Iglesia al comprometerse durante una reunión con religiosas en el Aula Pablo VI del Vaticano a crear una comisión de estudio sobre la cuestión del diaconado permanente femenino. Pero, ¿qué significa ser diácono? ¿Hay algún antecedente en la historia de la Iglesia que abra esta posibilidad a las mujeres?
 
¿Qué significa ser diácono?
 
El profesor Santiago Madrigal, profesor de Teología en la Universidad Pontificia de Comillas explica a ABC que «desde muy antiguo en la Iglesia se reconoce que existe un orden jerárquico en tres figuras que son obispo, presbítero y diácono». Para poder ser diácono es «necesario recibir el sacramento del Orden».
 
Si las mujeres pudieran optar al diaconado, ¿sería necesario entonces que fueran ordenadas?
Sí, porque pasa por el rito sacramental. Además tendría que modificarse el Código de Derecho Canónico porque no está previsto la ordenación femenina.

¿A fines prácticos cuál es la función del diácono?

Puede celebrar varios sacramentos, como bautizar o casar. Lo que no puede hacer desde el punto de vista sacramental es confesar, presidir la Eucaristía o dar los últimos sacramentos. Dentro de la tradición de la Iglesia, la ordenación diaconal es «paso previo a la ordenación sacerdotal», pero «hay también un diaconado permanente solo reservado para laicos varones», explica el profesor.
 
En el caso del diaconado permanente, ¿la persona puede estar casada?
 
Si antes de recibir el sacramento del Orden la persona estaba casada no es óbice, pero si estaba soltero debe permanecer célibe. El profesor de Teología explica que el Concilio Vaticano II «revisó el estatuto del diácono sobre todo para paliar las situación ya sentida de la escasez de clero», pese a que se trata de «una fórmula antigua perdida por la Iglesia Occidental pero mantenida en las iglesias orientales». Hasta el Concilio, el diaconado «había quedado reducido a ese paso previo a la ordenación al sacerdocio», añade.
 
¿Tienen el mismo significado las palabras «diácono» y «diaconisa»?
 
El profesor de Teología explica que «el lenguaje sobre el diácono permanente es moderno, después del Concilio Vaticano». «No podemos extrapolar lo que nosotros entendemos ahora como diácono permanente a lo que han sido las diaconisas en la Iglesia antigua», recordó Santiago Madrigal.

¿Quiénes eran entonces las «diaconisas» en la Iglesia antigua y cuáles eran sus funciones?
 
Su papel como bien ha dicho el Papa Francisco durante el encuentro este jueves con las religiosas en el Aula Pablo VI «no está claro». El profesor Madrigal explica que «no se conocen muy bien sus funciones pero lo más probable es que tuvieran funciones de servicio a la comunidad».
 
¿Aparece la figura de la «diaconisa» en la Biblia?
 
Sí, el caso más original es «Febe», el personaje que aparece en la cartas de San Pablo a los Romanos. El profesor Madrigal explica que Pablo, en realidad, la llama «diácono» porque en griego la palabra diácono «no tiene femenino» pero sabemos que «Febe» es «nombre de mujer». Esa mujer, según explica, «desempeñaba una tarea importante en las comunidades paulinas en la que se reunían seguramente en su casa». «Febe» no es la única referencia a esa diaconía ejercida por mujeres en el Nuevo Testamento pero sí la última. Madrigal explica que con el paso del tiempo –entre el siglo VIII o IX– la figura de diaconisa «se empieza a orillar y a desterrar».
 
¿Las mujeres pueden ser Ministros Extraordinarios de la Comunión?

Sí, se trata de un ministerio laical contemplado en la Iglesia católica y estipulado en el Canon 230, párrafo tercero del Derecho Canónico que dice: «Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión según la prescripción del derecho». Y en el canon siguiente (231) establece que para ejercer este ministerio laical se requiere de la debida formación, conciencia y generosidad.
 
De esta manera los laicos pueden ayudar en una forma activa a los párrocos en la distribución de la Comunión, tanto en la misa como fuera de ella.

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